¿Una Constituyente? ¡Mamola!

“La Constitución del 91 es buena, porque no está hecha a la medida de ningún político de turno. Por ello, sectores de la izquierda y la derecha política, en su momento, han querido reformarla. Con todo, si bien no tenemos una Constitución angelical y muchas de sus críticas están encaminadas a que es muy robusta y que es poesía pura que termina en letra muerta, sobre ella podrá concordarse que sí supone un verdadero límite al poder. En ese sentido, desconocerla trae consigo roses de autoritarismo”.

La Asamblea Nacional Constituyente es una figura del derecho constitucional que consiste en que la Constitución Nacional se puede reformar convocando una nueva comisión redactora con la finalidad de construir una nueva. La última que tuvimos fue la promovida por el movimiento de la “Séptima Papeleta”, que concluyó con la derogatoria de la Constitución del 86 y la promulgación de la del 91.

Ahora bien, esta institución jurídica ha estado mencionada en la palestra pública desde el viernes pasado, ya que el presidente Petro ha indicado que Colombia debería convocar este órgano. Esta propuesta presidencial merece un análisis tanto jurídico como político.

Lo primero que hay que decir es que la Constituyente requiere mayoría en el Congreso de la República. Por ello, dadas las condiciones de fragmentación entre el ejecutivo y el legislativo es casi imposible que se lo aprueben. ¡No ha podido sacar leyes ordinarias, ahora va a sacar adelante una reforma constitucional!

En segunda instancia, considero que no es necesario hacer una reforma constitucional, por el contrario, es menester que cada vez más se termine de materializar la misma dentro del territorio nacional, pues ella ha traído consigo figuras novedosas y útiles como la Corte Constitucional, la acción de tutela, el reconocimiento de la pluralidad nacional y la distribución tripartita del poder. Por ello, es incongruente e irrespetuosa del Estado de Derecho la propuesta del presidente.

En tercer lugar, creo importante decir que la Constitución del 91 es buena, porque no está hecha a la medida de ningún político de turno. Por ello, sectores de la izquierda y la derecha política, en su momento, han querido reformarla. Con todo, si bien no tenemos una Constitución angelical y muchas de sus críticas están encaminadas a que es muy robusta y que es poesía pura que termina en letra muerta, sobre ella podrá concordarse que sí supone un verdadero límite al poder. En ese sentido, desconocerla trae consigo roses de autoritarismo.

En definitiva, Petro y Uribe, similares, pero al tiempo distintos, propusieron una Asamblea Nacional Constituyente, cuestión que confirma las semejanzas que hay entre ambos en algunas ocasiones, pero independiente de que la propuesta venga del uno o del otro, convocar una Constituyente en estos momentos no es sano para la democracia.


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Allan Arias Palacios

Estudiante de Derecho de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro fundador del Grupo de Estudios Constitucionales. Columnista en Al Poniente y en el Blog de la Revista Derecho del Estado, de la Universidad Externado de Colombia. Participante del Modelo Congreso Estudiantil Universitario llevado a cabo en el Congreso de la República, donde pude quedar entre los 10 mejores senadores. Mis pasiones son el liderazgo, la política, la escritura, el futbol y mi país.

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