Un poeta entre las sombras de Junín
Un 27 de abril, aquel día en el que me dejé enamorar por una calle con verbo propio: Junín.
Recorrer sus calles es contemplar miles de manifestaciones de la cultura paisa desde sus locales comerciales hasta los transeúntes; aquellos que simplemente lo recorren de paso y otros que contemplan la música, los puestos de flores, las librerías, los locales de comida o para los que se sientan en sus aposentos a compartir un café y declamar la poesía que es la vida.
A las seis de la tarde me encontraba en este pasaje tan emblemático para la ciudad buscando un protagonista para mi crónica, y descubrí un mundo de historias, esas que te enamoran de Medellín, no por ser la más innovadora sino porque su gente y sus calles son el testimonio de una ciudad con “pujanza”.
Mi protagonista, aquel hombre sentado en una de las bancas de este pasaje, ese hombre que me dejó el corazón llenito de su poesía. Llamado el poeta de la paz, esa palabra tan onírica, pero que todos queremos hacerla realidad.
Luis Flórez Berrío de 89 de años, de los cuales ha dedicado más de 70 a escribir poesía, sentado en una de las bancas de este pasaje acompañado de sus pupilos mira a la gente pasar y entre palabras declama poemas que aunque a veces por su vejez y su falta de dientes, se le entrecortan entre cada verso.
Nació en San Andrés de Cuerquia el 22 de septiembre de 1926. Según me relata mientras bebe su café, incursionó en la poesía a los trece años, cuando comenzó a estudiar la preceptiva literaria y a leer a los mejores representantes de la poesía en español.
En su obra pueden encontrarse tanto la poesía libre como la clásica. De los más de dos mil poemas que ha escrito, la mayor parte todavía está inédita. De esas producciones, la más conocida es “La paz cansada”, la cual ha sido reproducida en numerosas publicaciones y ha aparecido en el repertorio de importantes declamadores, como Berta Singerman y Fausto Cabrera.
Conversar con Luis Flórez Berrío es saber que alguien a su edad ama la poesía y aunque aún no tiene reconocimiento por su gran obra, él es una muestra del amor a las letras y el soneto.
En el país de las eternas negociaciones, Luis Flórez ya le había escrito a la paz desde 1954; la define “morena y con pena, llena de lamentos desiguales y aquel hombre– Dios que de la paz venía, nació sin paz y falleció sin ella”.
Antioquia le debe un homenaje a este poeta, que, durante más de medio siglo, ha sido un líder de la cultura y un abanderado de la paz. Él seguirá en Junín como un espectador, declamando poemas a todo el que se le presente y se quiera enamorar de sus versos.
LA PAZ CANSADA
La paz no tiene paz, nació cansada,
creció enfermiza y navegó en la sombra,
Dios que la quiso tanto no la nombra
y en sus milagros la dejo olvidada.
Todos la piden blanca y es morena….
desconoce la voz de los pastores,
no ha podido apoyarse en los amores
ni desprenderse de su propia pena.
La paz ni en los ministros parroquiales
con su bíblico símil de paloma;
la paz ni en la penumbra que se asoma
callará sus lamentos desiguales.
No la tiene el poeta ni el gitano,
ni el mago ni el monarca ni el coloso;
ni siquiera la tiene el perezoso…
o el enfermo… o el triste… o el profano.
¿Qué ha sido nuestra paz…? ¡Puerto sitiado!
Barandal de impresión, fragmento raro,
trapecio de crueldad, costa sin faro
¡y efímero capricho desvirtuado!
La paz con su desplante de querella,
fingiose catedral de fantasía;
y el Hombre- Dios, que de la paz venía,
nació sin paz y falleció sin ella.
Luis Flórez Berrío
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