Las cifras de crecimiento económico no solo son engañosas, sino que ocultan un problema inmenso que se está gestando y que reventará en los próximos dos (2) a cinco (5) años. El crecimiento económico de Colombia no es el resultado de un fortalecimiento de las fuerzas productivas de la economía, sino que se debe a una expansión masiva de la liquidez y el gasto público. Un crecimiento sano no viene acompañado de inflación excesiva, alto desempleo y una baja en la inversión privada continuada.
Mientras las tasas de ahorro disminuyen y la presión fiscal aumenta a un ritmo tan acelerado como el gasto del gobierno, se está generando un efecto crowding out, el cual, expulsa la iniciativa privada y reduce las posibilidades de generación de riqueza real para toda la nación.
Bien ha dicho Antony P. Mueller:
“Es difícil encontrar una paradoja mayor en la política actual que el grito de guerra por la justicia social que exige más gasto gubernamental y una política monetaria que ignore la deuda y los déficits. Es precisamente este tipo de política la que ha causado el descontento generalizado actual.”
Es como irse de paseo a la playa durante un mes con una tarjeta de crédito con mil millones de pesos en cupo. De seguro serán unas buenas fiestas y usted comerá muy bien, pero al regresar tendrá una deuda inmensa cuyos pagos lo dejarán sin un peso durante años. Eso mismo sucede cuando una economía crece a partir del gasto del gobierno.
En el momento que la sociedad comprenda los efectos nocivos que tiene confiarle el futuro de nuestras familias a los políticos y nos hagamos responsables de nuestras propias vidas, estaremos preparados como país para crecer de manera sana a partir del ahorro, el trabajo y la libertad. Si vamos a irnos de paseo, que sea con el ahorro y el fruto de nuestro trabajo, no con una tarjeta de crédito que deberemos pagar nosotros y las generaciones futuras.
Este artículo apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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