“La figura de la presidenta puede considerarse una luz al final de túnel. Nos recuerda y reafirma la idea de que los derechos políticos no son un privilegio, sino un derecho inherente de todas las personas, independientemente de su género”
La elección y posesión de la actual presidenta de México, Claudia Sheinbaum, representa un acontecimiento trascendental que va más allá de la mera circunstancia política; es un símbolo de transformación y progreso en la lucha por los derechos políticos de las mujeres en América Latina. Este nuevo liderazgo, que combina la política con la ciencia, no solo es un avance histórico, sino un llamado a la acción en un contexto donde la representación femenina sigue siendo insuficiente, porque a pesar de que las mujeres constituyen aproximadamente el 51% de la población mexicana, su representación en el ámbito político ha sido históricamente desproporcionada, por no decir escasa.
Según datos del Instituto Nacional Electoral (INE), solo el 48.2% de las candidaturas para puestos de elección popular en 2021 fueron ocupadas por mujeres. Aunque ha habido avances, estas cifras evidencian que aún queda un largo camino por recorrer. En este sentido, la ley de paridad de género, que establece que tanto hombres como mujeres deben ocupar el 50% de los cargos, ha sido un paso fundamental, sin embargo, la necesidad de su materialización es lo verdaderamente importante.
Por eso mismo, considero que es vital mencionar que la presidenta no solo es un símbolo de la paridad, sino que su formación científica añade un valor único a su gestión y trabajo. En un mundo donde las decisiones políticas a menudo parecen distantes de la realidad cotidiana, y en muchas ocasiones llegan a ser hasta ajenas, su enfoque basado en la evidencia presenta la posibilidad de ofrecer soluciones más efectivas a problemas complejos como la educación, la salud y el medio ambiente. Esta relación entre la Ciencia y la Política es innovadora, pero sobre todo esencial para abordar los desafíos latentes en la actualidad.
Las mismas mujeres han sido consientes de esta nueva perspectiva, es decir, Mujeres como María, una joven activista de 24 años en México, compartió cómo la presidencia de una mujer ha reavivado su interés por la política. «Nunca pensé que podría ver a alguien como yo en la presidencia. Me inspira a soñar en grande y a involucrarme en mi comunidad”. Testimonios como el de María representan el impacto que el liderazgo femenino tiene en la juventud, alentando a más mujeres a participar en la política.
De igual forma, no se debe dejar de lado el hecho de que México resuena con la experiencia de Colombia, donde la elección de mujeres en cargos públicos ha empezado a transformar la dinámica política. La reciente elección de la vicepresidenta, la creciente presencia de mujeres en el Congreso de Colombia y la expedición de leyes de paridad que buscan asegurar una representación equitativa, son ejemplos de cómo la región puede aprender unas de otras. Tanto en Colombia como en México, el cambio y la innovación no solo son simbólicos, sino que se traducen en leyes y políticas que benefician a toda la población.
Sin embargo, debemos evitar caer en la concepción errónea de suponer que el camino hacia la equidad de género en la política está libre de obstáculos. Aunque hay leyes que respaldan la participación de las mujeres, la cultura patriarcal aún persiste, lo cual es lamentable. Es allí donde la educación y la sensibilización son fundamentales para cambiar narrativas y crear iniciativas que promuevan la participación política de las mujeres desde la infancia, como programas de mentoría y empoderamiento.
Claro está que no debemos dejarnos llevar por la decepción, la figura de la presidenta puede considerarse una luz al final de túnel. Nos recuerda y reafirma la idea de que los derechos políticos no son un privilegio, sino un derecho inherente de todas las personas, independientemente de su género. A medida que el movimiento por la igualdad de género avanza, surge la necesidad que no solo celebremos a quienes han llegado a posiciones de liderazgo, sino que, juntas, trabajemos incansablemente para crear un sistema donde la igualdad no sea una simple meta, sino una completa y firme realidad.
En conclusión, la actual presidenta de México Claudia Sheinbaum va más allá del mero simbolismo; es un llamado a la acción. Es la historia diciéndonos que debemos seguir luchando por un mundo donde todas las voces sean escuchadas y donde las mujeres tengan un lugar en la mesa al momento de tomar las decisiones. La política es un espacio de todos y todas, y su transformación comienza con la voluntad de cada persona.
Comentar