Asombra que no asombre a la opinión pública la información expuesta por el Ministerio de Defensa sobre la nula erradicación de cultivos ilícitos en enero de 2023, el cual, junto con la minería ilegal, constituyen en las principales rentas criminales en el país, tanto para los GAO –Grupos Armados Organizados- y los GDO –Grupos Delincuenciales Organizados-.
El cínico anuncio del MinDefensa pasó de agache entre los amigos del Pacto Histórico y hoy es “página del periódico de ayer” en la memoria colectiva, y mientras tanto, nos preguntamos por qué pasa lo que pasa en el Bajo Cauca antioqueño ¿En serio?
El Bajo Cauca antioqueño concentra el 80% de los cultivos ilícitos de toda Antioquia, y no sólo concentra a estructuras criminales terroristas como el Clan del Golfo, sino que en el paquete entran las Farc, Pelusos, ELN, Caparros y también carteles mexicanos como Sinaloa, Jalisco y los Zetas.
Ahora bien, la política de laxitud contra los narcoterroristas del gobierno Petro lo único que ha hecho es empoderar a estos actores violentos, haciendo que la poca presión de la Fuerza Pública y la tradicional falta de institucionalidad, conviertan esta subregión en una de las zonas más calientes del país.
Adicional a esto, el Bajo Cauca resulta ser un corredor estratégico para la delincuencia ya que cuenta con conexiones que facilitan el tránsito de la economía ilegal hacia al océano Atlántico, al océano Pacífico, además de eso, es atravesada por el río Cauca y la troncal 25, la cual une a Medellín con Montería y el Caribe, limitando al occidente con el nudo del Paramillo, que a su vez conecta con Urabá y Chocó. En pocas palabras, es un punto estratégico para el movimiento de la ilegalidad.
Esto quiere decir que lo que ocurre en el Bajo Cauca no es solo producto de la minería ilegal, sino de todo un entramado criminal con un poderío abrumador como lo ha advertido el gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria.
Mientras tanto, Petro sigue pregonando una “paz total” que las estructuras criminales aprovechan para fortalecerse, al tiempo que niega a su hijo y lleva a Colombia a lo que Gabo denominaría, un completo y real “cagadero”.
Ahora bien, mientras Colombia va directo al abismo, el primer mandatario parece más preocupado en cazar peleas con Nayib Bukele por Twitter, creyendo que a punta de RTs va a imponer una cortina de humo para distraer a la opinión pública… Pero es justo Bukele, quien ha demostrado que es con puño de hierro como se debe lidiar con los criminales.
El Salvador ha presentado una reducción de homicidios del 60%, pasando de 17,6 homicidios por cada 100 mil habitantes a 7,8 lo que quiere decir que en el mundo de la realidad, Bukele le dio un knock out técnico a Petrosky, pero claro, habría que suponer que Petro quiere de verdad una Colombia más segura y en “paz”.
Pero bueno, la mamertería criolla le ha vendido al país, los medios y diferentes actores de la sociedad, que autoridad es igual a guerra, que justicia es igual a guerra, que Fuerza Pública es igual a guerra, que aspersión aérea es igual a guerra, etc., etc., etc., en pocas palabras, que lo que es efectivo para atacar a la delincuencia es contrario a la paz. Increíblemente hay quienes se comen el cuento.
Dice una máxima latina: Si vis pacem, para bellum. Si quieres paz, prepárate para la guerra.
Colombia es un escenario donde confluyen el narcotráfico, la minería ilegal, la cultura de la ilegalidad, una institucionalidad débil y una crisis social agravada por la pésima gestión de la economía de Petro… ¿Creen que esto se soluciona arrodillando al Estado y humillando a la Fuerza Pública como lo está haciendo el Gobierno?
Lo único bueno de Petro hasta el momento, es que está demostrando con hechos que lo que en realidad necesitamos es Mano Firme y Corazón Grande, en pocas palabras, un Bukele para Colombia.
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