“El éxito de una Administración y de cualquier proceso en la vida es tener un buen equipo de trabajo, idóneo, con carácter y determinación, no un séquito de comité de aplausos que celebre cada descarrío que se cometa al andar.”
Ha pasado ya más de un año (octubre 2019) desde que la ciudadanía de Medellín eligió a Daniel Quintero para que rigiera sus destinos durante los próximos cuatro años y, estamos ad portas de cumplir un año desde que se posesionó el autodenominado “hijo del Tricentenario” el cual asumió su mandato el 1 de enero del presente año.
Desde los primeros meses de gobierno se notó un Alcalde cercano y totalmente diferente a las clases políticas de las que estaba acostumbrada la ciudad. Un hombre con ideas progresistas que, incluso algunos, afilian con el senador Gustavo Francisco Petro, ahora declarado candidato presidencial para los próximos comicios en el año 2022. El día de la posesión del Concejo Municipal, Quintero y su coalición abarcaron prácticamente todos los concejales, exceptuando la bancada del Centro Democrático quienes asumieron una posición independiente.
A partir del segundo mes de gobierno y cuando ya los protocolos de posesión se habían terminado, la relación que pintaba color de rosa entre Administración – Ciudadanía se vendría poco a poco al suelo. De las primeras acciones que se le criticó al joven Alcalde fue la de autorizar el ingreso al campus de la Universidad de Antioquia a la Policía Nacional, en cabeza de su Escuadrón Móvil Anti Disturbios ESMAD. Desde diferentes orillas políticas y sectores sociales condenaron estos hechos, pues una de las facetas llamativas de Quintero fue ser egresado de la misma Alma Mater a la que estaba permitiendo el ingreso de la fuerza pública.
La pandemia cambió muchos horizontes, muchas perspectivas y desvió totalmente los planes de desarrollo que todos los mandatarios tenían en su haber. Medellín no fue la excepción, a pesar de que fue galardonada y reconocida internacionalmente por su manejo del Covid-19, la sensación al interior de la ciudad era otra. Trapos rojos por doquier, al igual que las calles muchos estómagos vacíos, hurtos a camiones repartidores y subsidios o ayudas por ninguna parte. Siempre la bandera fue la tecnología y la plataforma “Medellín Me Cuida” tan polémica como la Administración de Quintero, incluso fue a parar hasta los tribunales por receptación ilegal de datos de la ciudadanía. Al final de cuentas y a este punto del año, nadie recuerda ni sabe qué pasó con la famosa plataforma.
El nepotismo al interior de la Alcaldía es otro tema que no pasa inadvertido y es que va a lo largo y ancho de la Administración, pasando desde su esposa Diana Osorio hasta su secretario de gobierno Fredy Esteban Restrepo. Familiares, amigos, cuotas políticas, pago de favores, puestos y cargos creados recientemente e innecesarios son factores que llaman la atención de la ciudadanía y, a raíz de esto, se vieron despidos masivos en varias carteras de la “Medellín Futuro.” Basta no más con asomarse a la entrada de La Alpujarra para ver un grupo de personas encadenadas en huelga de hambre porque el primer mandatario de los medellinenses prometió no despedirlos y no cumplió.
Volviendo al tema de la pandemia, allí, en esos momentos tan críticos y donde se buscaba tener un líder, una cabeza visible para afrontar toda esta hecatombe, no la hubo. Improvisación tras improvisación, que incluso todavía se ve, fue el común denominador. Desde dar los “pico y cédula” a la 1:00 a.m hasta reversar las medidas cuando ya se habían tomado. Por esa época la figura más visible de líder no fue ni siquiera Daniel Quintero sino Fredy Esteban Restrepo, su secretario de gobierno.
Las discusiones que ha tenido este personaje en cuestión no han sido una ni dos, constantemente lo vemos, a través de su cuenta de Twitter, enfrentado con cuanta cantidad de personas lo cuestionan. Desacredita periodistas, discute con medios de comunicación, con la ciudadanía y así sucesivamente. Tal fue la magnitud de sus confrontaciones que las juntas directivas de Empresas Públicas de Medellín y Ruta N renunciaron en su totalidad, salvo una persona de cada una. Esto sin duda alguna desató una gran crisis empresarial en el entorno antioqueño. Las empresas se vieron debilitadas y esto se vio reflejado en el ámbito internacional con EPM. Añadiéndole al tema de las discusiones, entra en tono burlesco, infantil e inmaduro a “debatir” con sus contrincantes y detractores políticos, no está a la altura del debate, no lleva argumentos y se basa en que todo en su gobierno es “histórico.”
Este año ha sido largo, difícil y traumático para el mundo y más aún para demasiadas personas en Medellín, que buscaban en esta Alcaldía alguien cercano, sin las mismas mentiras y promesas incumplidas de los políticos de siempre pero que sobre todas las cosas, construyera sobre lo construido. Lo que no ha sido así, ahora de la Medellín que era conocida por ser la “Tacita de Plata” no queda sino el recuerdo y el seudónimo, la ciudad está sumida en un mar de basuras regadas por cuanta calle y andén hay a lo largo y ancho del territorio, la inseguridad cada vez agarra más fuerza, la malla vial es un completo desastre, las esculturas y el patrimonio son vandalizados cada vez que pueden, al igual que el Metro y todos sus sistemas agregados de transporte. Mientras tanto Quintero sigue construyendo su “Valle del Software” en una ciudad con hambre, con desigualdad, con inseguridad, con falta de oportunidades y que día a día deja de ser lo que algún día fue.
Ahora lo que sigue para Quintero y su séquito es afrontar un proceso revocatorio en su contra, dirigido por ciudadanos, grupos sociales, significativos y aunque no lo quieran decir, algunos otros políticos que ven afectados sus intereses con este Alcalde. Dos páginas, tal vez tres, se quedan cortas para resumir un año de improvisaciones, de malos manejos, de irregularidades, de enfrentamientos con la ciudadanía, grupos sociales, políticos, estudiantiles, empresarios y cuanto detractor le salga al ruedo. Solo queda esperar, tener la ilusión y la esperanza que Daniel Quintero deje de jugar a ser el súper Alcalde y se tome en serio su papel de mandatario, cambie su rumbo, mejore sus decisiones y sobre todas las cosas que se rodee de un equipo de trabajo serio, con carácter, con determinación y no vil comité de aplausos que le celebre cada descarrío que va cometiendo por su andar administrativo de esta bella ciudad.
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