“La muerte de Milán Kundera representa una pérdida significativa para el panorama literario contemporáneo. Sus escritos poseen la inigualable capacidad para convocar a la reflexión y a desafiar las arraigadas convicciones políticas y sociales. Sus palabras impulsan a transitar por los laberintos de la historia, desvelando sus matices y complejidades, al mismo tiempo que invita a explorar la intrincada naturaleza de la condición humana”.
Milan Kundera, aclamado como uno de los más destacados escritores de la literatura universal, prefería que, en la semblanza biográfica de sus libros, se dijera brevemente: “En 1929 nació en Checoslovaquia. En 1975 se trasladó a Francia”. Sus notables contribuciones incluyen novelas como La broma (1967), además de ensayos como El arte de la novela (1986). Sin embargo, fue su obra maestra La insoportable levedad del ser (1984) la que le otorgó el reconocimiento internacional. La concisa nota biográfica que resume su vida se cerró el pasado 11 de julio con las siguientes palabras: “En 1929 nació en Checoslovaquia. En 1975 se trasladó a Francia. En 2023 muere en París”.
En 1979, después de que Kundera se estableciera en Francia, el régimen comunista lo privó de su nacionalidad checa. A pesar de haber sido un ferviente comunista desde los 18 años, cuando se unió al partido tras la toma del poder en Checoslovaquia después de la Segunda Guerra Mundial, pronto se dio cuenta de la falsedad del régimen autoritario. En La broma (1967), relata tal desencanto, al describir la experiencia del joven protagonista Ludvik cuando es expulsado de la fiesta por enviar a un amigo el siguiente mensaje en una postal: “El optimismo es el opio de la raza humana. La mente cuerda apesta a mierda. Viva Trotsky”. Kundera es expulsado del partido por primera vez en 1956, posteriormente es readmitido para luego ser expulsado definitivamente en 1970, debido a su participación en la Primavera de Praga en 1968.
En 1981, François Mitterrand le otorga a Kundera la nacionalidad francesa, aunque el escritor checo no quería que se le identificara como disidente. Para él esta palabra supone una literatura de tesis, reduce la literatura y el arte a una lectura política, dejando de lado el valor estético de la obra. Al respecto, en El arte de la novela (1986), afirma que este tipo de obras son contrarias al universo totalitario: “Esta incompatibilidad es aún más profunda que la que separa a un disidente de un apparatchik, a un combatiente pro-derechos humanos de un torturador, porque no es solamente política o moral, sino también ontológica. Esto quiere decir: el mundo basado sobre una única Verdad y el mundo ambiguo y relativo de la novela están modelados con una materia totalmente distinta. La Verdad totalitaria excluye la relatividad, la duda, la interrogación”.
Reiteradamente, Kundera expresó su rechazo a la vida pública al afirmar: “La policía destruye la vida privada en los países comunistas; los periodistas la amenazan en los países capitalistas”. Se negó a aparecer ante las cámaras, prohibió la adición de notas periodísticas al publicarse sus obras completas en 2011 y no permitió que se dieran a conocer ediciones digitales de sus creaciones, mostrando su lealtad a la palabra impresa. No deseaba que se le considerara un intelectual que opina sobre cualquier tema:
—¿Usted es comunista, señor Kundera?
—No, soy novelista.
—¿Usted es disidente?
—No, soy novelista.
—¿Usted es de izquierda o de derecha?
—Ni lo uno ni lo otro. Soy novelista.
El desencanto con el poder también se percibe en La insoportable levedad del ser (1984), novela en la que explora las relaciones de pareja y su complejidad psicológica. La obra revela cómo estas relaciones pueden generar conflictos y contradicciones en el ser humano, llevándolo desde la levedad estética hacia un compromiso vital más sólido. El contexto de la novela se sitúa en la Checoslovaquia de 1968 y los años que le siguen, periodo marcado por la intervención del ejército soviético como represalia a la Primavera de Praga.
El impacto de la obra de Kundera, que ha sido traducida a múltiples idiomas y adaptada al cine, permitió a los lectores conocer un momento crucial de la historia europea después de la caída del Muro de Berlín. Al reconocerse heredero de la tradición literaria de autores emblemáticos como Robert Musil, Herman Broch, Witold Gombrowicz y Franz Kafka, Kundera se erige como creador magistral de historias que exploran la Europa que estuvo oculta durante más de cuatro décadas tras el telón de acero, bajo el yugo totalitario de Moscú. Para el escritor checo, una obra literaria solo tiene sentido si logra revelar un fragmento desconocido de la existencia humana.
Aunque Kundera escribió sus principales obras en checo, su lengua materna, a finales de los años ochenta empezó a componer en francés, lo que dio lugar a una interesante paradoja: la censura de su obra en su país natal le otorgó una mayor libertad creativa. A menudo se le mencionó como candidato al Premio Nobel de Literatura, aunque este prestigioso galardón le fue esquivo. Sin embargo, al igual que sucedió con Alfonso Reyes, Jorge Luis Borges y su amigo Philip Roth, no necesitó de tal reconocimiento para consagrarse como un gran escritor antes de su fallecimiento. Junto a Mario Vargas Llosa, se cuenta entre los pocos autores cuya obra fue publicada en vida en La Pléiade, prestigiosa colección de clásicos de Gallimard, un honor que muchos consideran de gran relevancia, incluso superior al Nobel. El escritor checo ocupa el lugar número catorce, siguiendo la tradición de autores como André Gide, André Malraux o Eugène Ionesco.
Después de 40 años, Kundera logra recuperar su nacionalidad checa y se produce una profunda reconciliación en su vida. En este contexto, se le otorga el Premio Kafka en 2020. Este estímulo destaca su contribución excepcional a la literatura checa y su impacto en el ámbito literario internacional, después de que su obra se tradujera a más de cuarenta idiomas. Este premio enfatiza la importancia de su legado y de su genialidad artística, al mismo tiempo que simboliza el mutuo reconocimiento entre Kundera y su país de origen.
La muerte de Milan Kundera representa una pérdida significativa para el panorama literario contemporáneo. Sus escritos poseen la inigualable capacidad para convocar a la reflexión y a desafiar las arraigadas convicciones políticas y sociales. Sus palabras impulsan a transitar por los laberintos de la historia, desvelando sus matices y complejidades, al mismo tiempo que invita a explorar la intrincada naturaleza de la condición humana.
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