» La paz es el centro del mundo» (Tundama)
Tundama, es la representación de nuestra historia, signada por el conflicto y la barbarie, es una ráfaga de evocaciones de todas las tramas que se tejen en una sociedad como la nuestra, en la que pululan dispositivos de opresión, exclusión, desigualdad, aparatos de poder y sistema de fuerzas contrapuestas. Es una puesta en escena que duele y conmueve por la brutalidad de la invasión, el despojo y la destrucción; nada distante de nuestra realidad actual, aquella de desplazamientos forzados, masacres contra grupos étnicos, violencia sexual, invasión de tierras, torturas, desapariciones forzadas, daño ambiental y exclusión social.
De esta obra de arte, emergen los antepasados, sus resistencias ancestrales, la conexión con la naturaleza, la defensa del territorio y la lucha por mantener la identidad cultural; todas ellas, son más que reminiscencias, son exploraciones introspectivas de la geografía de la muerte; son ciclos que se repiten dramáticamente en nuestras memorias como violencias inacabables contra las personas más vulnerables. Su pictografía, es como una Epifanía de nuestra crisis actual, las escenas de violencia contra la población indígena, afro, campesina, raizal y rom, se replican en el escenario colombiano.
Símbolos de Resistencias
Este cacique, simboliza la dignidad de un pueblo, la tenacidad de los líderes y lideresas; representa nuestra historia, nuestro presente y por qué no nuestro futuro; en contraste, Jiménez de Quesada, simboliza la represión, la depredación y el saqueo. Esta historia de opresores y oprimidos permanece hasta hoy, no por nada, los indígenas Misak en el marco del paro Nacional derrumbaron la estatua de este inquisidor español, como un acto de sanación espiritual y memoria histórica. Hoy, permanecemos en constante tensión, la tiranía colonialista no desaparece, se renueva y ataca la ancestralidad; todavía persiste la guerra por la tierra y la marginación étnica.
Cada escena de esta obra de arte, es la memoria del conflicto armado y sus millones de víctimas; la guerra y sus nefastas consecuencias; las tierras ocupadas y sus temibles invasores; la impunidad y sus cómplices; la violencia contra las mujeres y la represión patriarcal; las ambiciones humanas y el desastre ambiental. En Tundama, se entrecruza el pasado y presente; es inevitable, este ejercicio de contraste, frente a realidades opresoras que permanecen; entre ellas, la masacre de los pueblos indígenas; el asesinato de líderes y lideresas sociales; la represión contra manifestantes; y la barbarie de los actores armados.
Esta película animada es una magistral radiografía de nuestra sociedad, que merece el apoyo en todas las salas de teatro y el sector cultura, es inexplicable que su estreno haya sido restringido a determinados cinemas, lo cual refleja la necesidad de impulsar este tipo de apuestas que trascienden del cine comercial y generan profundas reflexiones.
«Seremos libres cuando acariciemos libremente una flor» Tundama
¡Apoyemos lo nuestro!
Comentar