El pasado martes se llevaron a cabo las elecciones en Estados Unidos y el ganador fue Trump, de manera contundente. Obtuvo no solo la mayoría de los votos electorales, sino también el voto popular, algo que no consiguió en 2016 durante su primer triunfo electoral.
Este evento marcará un hito importante en la historia electoral de Estados Unidos. Las razones de ello se detallan a continuación. El ahora presidente electo, Trump, enfrentó (y sigue enfrentando) diversos juicios en su contra, incluyendo algunas condenas ya emitidas y otras pendientes. Sin embargo, se especula que todos los cargos formulados y pendientes podrían ser declarados inválidos debido a la larga tradición de no procesar judicialmente a un presidente en función. Esto no cambia el hecho de que será un convicto ante los ojos de la ley y el primero en la historia en juramentarse bajo esa condición. Además, su retorno a la Casa Blanca es una rareza dado que no se había visto desde fines del siglo XIX, cuando el entonces político Grover Cleveland perdió su reelección y luego volvió a postularse con éxito. También, al momento de su investidura, se convertirá en el presidente de mayor edad en asumir el cargo.
Es relevante y quisiera volver sobre el primer punto mencionado previamente y es el hecho de que un convicto será el futuro presidente de los Estados Unidos. Esta situación me recuerda a aquel momento de nuestra historia cuando Pablo Escobar intentó aspirar a la presidencia de Colombia. La cuestión, al final y desde mi opinión, es que a pesar de todo lo que Trump representa, lo que primó y captó la atención del electorado fue el mensaje que logró transmitir.
En primer lugar, su discurso giró en torno a la economía, la principal preocupación reflejada en diversas encuestas entre los votantes. En este aspecto, Trump destacó su legado, enfatizando el estado de la economía al dejar el cargo, especialmente en términos de inflación, y cómo durante su gobierno la gente podía comprar más que en la actualidad. También hizo hincapié en la independencia energética lograda bajo su administración y la prosperidad derivada de sus “impresionantes y sin precedentes” recortes de impuestos.
En segundo lugar, su postura antiinmigración fue un eje clave de su campaña, con un discurso que vinculó la inmigración con la violencia. Trump destacó que los inmigrantes estaban ocupando suburbios enteros y mencionó a pandillas como el Tren de Aragua y la MS-13 para reforzar su mensaje. Además, utilizó narrativas falsas, como la que involucraba a inmigrantes haitianos supuestamente “comiendo” las mascotas de otros, y repitió que otros países “enviaban lo peor de sus ciudadanos” a las fronteras estadounidenses.
Por último, Trump se enfocó en su capacidad para resolver conflictos internacionales. Durante su primer mandato, no hubo tropas estadounidenses activas en zonas de guerra, aunque sí empleó la disuasión militar y realizó ataques puntuales. Su promesa de mantener esta línea política en un segundo mandato fue clara. Llegó a declarar que, de haber estado en el poder, la guerra entre Ucrania y Rusia no habría ocurrido y que el conflicto entre Israel y Palestina se habría resuelto rápidamente. Este tipo de afirmaciones, además de proyectar poder y resolución se vincularon estratégicamente al aspecto económico, ya que argumentó que miles de millones de dólares se destinan a estos conflictos externos mientras podrían estarse invirtiendo internamente.
En conclusión, los estrategas de la campaña de Trump merecen reconocimiento, pues, pese a su temperamento impredecible y personalidad controvertida, lograron articular un mensaje coherente con el sentir y el descontento popular, desplazando a un segundo plano todos los aspectos que mencioné anteriormente. Mi preocupación es qué precedente deja esto para otras naciones, cómo estas estrategias podrían permear futuras elecciones y qué impacto tendrá en nuestros propios comicios en 2026, donde parece que la integridad y el carácter de los candidatos importan cada vez menos ante un discurso que conecte y prometa soluciones a los problemas de la sociedad. ¿Acaso es imposible tener los dos, un personaje con integridad y carácter que pueda resolver los problemas que afrontamos?.
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