«El viento de Trump puede ser tormenta o impulso; depende de qué tan bien se navegue.»
La elección de Donald Trump en 2024 ha marcado un hito en la política global, pues su regreso a la Casa Blanca en 2025 es ahora una realidad inminente. La polarización interna de Estados Unidos y sus conflictos legales no impidieron que el magnate inmobiliario y expresidente se alzara como ganador en un escenario marcado por las tensiones políticas y sociales. Para América Latina, esta reelección trae consigo un mar de incertidumbres y oportunidades económicas que podrían transformar la región, con Colombia como uno de los principales países afectados. ¿Qué implicaciones tiene el regreso de Trump para Latinoamérica y qué efectos podría generar en los nexos entre EE. UU., Rusia, Israel y otras potencias?
Uno de los principales beneficios que se anticipa del regreso de Trump es el impulso a la economía de mercado y el libre comercio. Su administración durante 2017-2021 estuvo marcada por la desregulación de sectores clave, la reducción de impuestos y el fomento a la inversión extranjera. En este sentido, el impacto de su regreso podría ser positivo para países como Colombia, cuyas industrias petrolera y agroexportadora se benefician de un Tratado de Libre Comercio con EE. UU., renovado y fortalecido durante su primer mandato.
Durante su primer periodo, las exportaciones colombianas a EE. UU. crecieron un 6.4% en 2019, un indicador claro del beneficio que las políticas de Trump representaron para los países de la región. Su enfoque hacia la seguridad regional y la lucha contra el narcotráfico también ha sido un punto favorable, pues Trump ha sido un crítico feroz del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, permitiendo a Colombia recibir apoyo militar y económico para enfrentar los desafíos que plantean los grupos armados ilegales y el desplazamiento masivo de refugiados venezolanos.
El vínculo estrecho de Trump con Israel también representa una oportunidad para América Latina. Israel es un referente en tecnologías de defensa y seguridad, sectores clave que podrían estrechar la cooperación con países latinoamericanos que buscan fortalecer sus capacidades tecnológicas. Además, las alianzas con Israel podrían abrir puertas para nuevos acuerdos comerciales y de cooperación en áreas como la tecnología y la energía renovable.
El regreso de Trump al poder también conlleva riesgos significativos, no solo para Estados Unidos, sino para la estabilidad política y económica global. Uno de los principales contras es la polarización interna en Estados Unidos, que ha aumentado desde su mandato anterior. Las tensiones sociales y la desconfianza en las instituciones podrían escalar, afectando la credibilidad de la administración estadounidense en el escenario internacional. Esto impacta a América Latina, pues muchos países dependen de la cooperación de EE. UU. en áreas como comercio, seguridad y migración.
La política aislacionista de Trump, que se traduce en un enfoque más agresivo de «América Primero», también ha generado fricciones con Europa y Asia, especialmente con China y la Unión Europea, al imponer aranceles y políticas comerciales restrictivas. Estas disputas económicas y la posibilidad de una guerra comercial podrían afectar a Latinoamérica, cuyos países están entre los principales exportadores a los mercados globales. La incertidumbre económica podría generar una desaceleración de las exportaciones y un aumento de las tensiones internas en la región.
En términos de migración, las políticas restrictivas que Trump implementó durante su primer mandato siguen siendo una de sus banderas. Su administración reforzó el muro fronterizo con México y limitó las solicitudes de asilo de inmigrantes latinoamericanos, lo cual podría agravar las crisis migratorias en países como Colombia, que ya enfrenta un fuerte flujo de refugiados venezolanos. El retorno de Trump al poder podría endurecer estas políticas, afectando directamente a los migrantes de la región.
Además, la relación con Rusia sigue siendo un punto de controversia. A pesar de las críticas por su aparente afinidad con Vladimir Putin, Trump ha continuado con un enfoque que podría facilitar la expansión de la influencia rusa en América Latina, especialmente en Venezuela y Cuba, lo que podría generar un desequilibrio geopolítico en la región y poner a Colombia y otros países frente a una disyuntiva estratégica: alinear sus políticas con Estados Unidos o gestionar la creciente presencia de Rusia en el continente.
A nivel global, el regreso de Trump al poder tendrá implicaciones significativas en Europa y Asia. En Europa, la relación con la Unión Europea se mantiene tensa debido a las políticas proteccionistas y de aranceles. En Asia, las tensiones con China continuarán, afectando a las economías emergentes y aumentando la incertidumbre global. Para América Latina, la geopolítica será fundamental para entender cómo se moldearán los nexos con EE. UU., que podría optar por una política más agresiva en los temas comerciales y de seguridad.
En términos de seguridad internacional, la creciente influencia de Rusia en Venezuela, Cuba y Nicaragua podría generar un cambio en las alianzas, obligando a países latinoamericanos a tomar decisiones difíciles entre su relación con Estados Unidos y el acercamiento con Rusia y China. Este escenario podría tener un impacto directo en las estrategias económicas y militares de los países de la región.
La elección de Trump y su regreso al poder en 2025 representan tanto una oportunidad económica como una tormenta política para América Latina. Si bien su enfoque económico puede beneficiar a países como Colombia, con acuerdos comerciales renovados y un fortalecimiento de la seguridad regional, su política interna y su postura internacional pueden generar riesgos de inestabilidad. La creciente polarización social en EE. UU., su relación con Rusia y los problemas legales que enfrenta Trump siguen siendo factores claves que podrían alterar el curso de su presidencia y, por ende, afectar las dinámicas en América Latina.
El regreso de Trump a la Casa Blanca es, sin duda, un viento impredecible. Puede ser una tormenta que arrastre los logros alcanzados por algunos países latinoamericanos o una brisa que impulse nuevas oportunidades de cooperación económica y de seguridad. Dependerá de cómo los países de la región logren navegar en este nuevo ciclo político global.
Comentar