“La depresión representa un problema de salud pública en el mundo dado su prevalencia que ha ido en aumento. Sucesos en esta última década como la pandemia por COVID-19, confinamiento, entre otros factores, podrían sugerir un impacto a nivel emocional y psíquico en toda la población en especial las nuevas generaciones”.
Los trastornos depresivos en población pediátrica son un problema de salud pública por su alta prevalencia. Con un inicio en edad temprana y un importante impacto negativo en el individuo y su familia. Se considera infradiagnosticada e infratratada, y tiene un impacto importante sobre el rendimiento académico, las relaciones interpersonales e intrafamiliares, pudiendo representar un elevado costo personal y social, además de aumentar el riesgo de consumo de sustancias psicoactivas y suicidio en adolescentes.
En el mundo según la organización mundial de la salud (OMS) cerca de 3,8% de la población presenta algún tipo de trastorno depresivo. Según el Fondo de Emergencia Internacional para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF) en Latinoamérica y Caribe casi 16 millones de adolescentes, y en Europa cerca de 9 millones de adolescentes entre 10 y 19 años presentan algún trastorno mental entre los que se encuentra el trastorno depresivo, siendo el suicidio la tercera causa de muerte entre los adolescentes entre 15 y 19 años, estos datos durante el año 2019. En ese mismo año la depresión fue la segunda causa de discapacidad a nivel mundial y la ansiedad ocupó el octavo lugar, siendo ambos los tipos más comunes de trastornos de salud mental.
Si bien es cierto, antes del año 2020 y el confinamiento por la pandemia por COVID-19 ya existía una preocupación por la alta prevalencia de estos trastornos psiquiátricos en población pediátrica, se está estudiando las consecuencias de la pandemia sobre esta prevalencia. Según el global Burden of disease (GBD), durante el primer año luego de la pandemia por COVID-19, aumentó la prevalencia de depresión en el mundo en un 27,6%. En ciertos países como China y Japón, se encontró un aumento de suicidios entre julio y octubre de 2020 principalmente en niños y adolescentes menores de 20 años. Además 1 de cada 7 niños se ha visto directamente afectado por el confinamiento, y 1.6 billones de niños han sufrido una pérdida de educación por no asistir total o parcialmente a la escuela en 2020.
Un estudio multicéntrico de la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (SEUP) analizó consultas por salud mental antes y después de la pandemia, encontrándose un aumento del 56% en suicidio, intento de suicidio e ideación autolesiva. En Colombia según el estudio ‘Salud Mental en Colombia: un análisis de los efectos de la pandemia’ por el DANE, el 52,2%, entre 12 y 17 años, presentaban por lo menos uno o dos síntomas de ansiedad, demostrando un aumento en trastornos mentales.
Actualmente trastornos psiquiátricos como la depresión representan un problema de salud pública en el mundo dado su prevalencia que ha ido en aumento. Sucesos en esta última década como la pandemia por COVID-19, confinamiento, avances tecnológicos, aumento en el uso de redes sociales, facilidad para acceder a información verídica y falsa, la accesibilidad para observar de forma directa sucesos como las guerras actuales y hechos violentos y desesperanzadores, entre otros factores, podrían sugerir un impacto a nivel emocional y psíquico en toda la población en especial las nuevas generaciones. Es por eso que se continúa investigando sobre las posibles asociaciones entre estos factores, para incorporar nuevas herramientas en la práctica clínica que permitan una detección precoz, un tratamiento integral con un posible enfoque comunitario de salud pública, en el que se incluyan estrategias de prevención primaria, secundaria y terciaria.
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