Un movimiento de nombre sonoro y presumido, pues ese “todos” no son más que unos pocos que pertenecen a grupos selectos de la élite empresarial y política de la ciudad buscando movilizar a los ciudadanos de a pie a partir de generar una percepción de confusión y caos de gobernabilidad.
En mi opinión, no se trata de una veeduría ciudadana, sino de la asociación de gremios, fundaciones y políticos acostumbrados a las mieles del poder. Su arrogancia y prepotencia no les permite aceptar con resignación que alguien que no ha pertenecido a su élite este gobernando a Medellín sin la participación de ellos. Es tan desesperante la orfandad de poder que experimentan, que tan solo en ocho meses han tratado de crear artificialmente un ambiente de ingobernabilidad y crisis institucional buscando forzar la terminación anticipada del periodo del Alcalde. No le perdonan nada. Claro, porque su arrogancia los lleva a creer que solo ellos están capacitados para dirigir la ciudad, que un gobierno sin ellos no puede ser un buen gobierno.
Razón por la cual cubren con el manto sagrado de la defensa de lo público sus propios intereses que saben amenazados cuando no tienen control sobre la persona que gobierna la ciudad. En campaña era evidente su necesidad de elegir a un títere, pero fueron sorprendidos por la votación de una ciudadanía independiente. La sorpresa de aquella vez se ha convertido hoy en sentimientos de frustración que anima sus acciones de oposición.
Bien se sabe, que las veedurías ciudadanas son mecanismos de participación mediante el cual los ciudadanos ejercen control a las actuaciones y decisiones de la administración pública. Pero cuando son promovidas por personas con sentimientos revanchistas e intereses oscuros se desnaturalizan. Pasan a ser escenarios de oposición política, movimientos con intereses velados y afán de recuperar todo aquello de lo que fueron desposeídos por un gobernante independiente a sus intereses. No en vano la veeduría “todos por Medellín” ya recibió la bendición de Álvaro Uribe Vélez, quien no es reconocido por ser un defensor de causas sociales, sino un hábil político que no da puntada sin dedal. Y así como él, ya se han venido sumando líderes empresariales y viejos políticos conocidos por su gran apetito de lo público.
Maquiavelo enseñó que lo difícil no es obtener el poder, sino sostenerlo. Contra esas fuerzas deberá seguir resistiendo el Alcalde de la ciudad con inteligencia, prudencia y persistencia para sacar adelante el proyecto de ciudad trazado en el Plan de Desarrollo “Medellín futuro”. En esa tarea deberá seguir sumando aliados en los territorios y la ciudadanía que se identifica con su resistencia a ser domesticado por una élite de poder que se ha beneficiado de lo público en las anteriores administraciones.
Totalmente de acuerdo, hay que apoyar al alcalde Daniel Quintero por su buen desempeño. Que los de siempre _politiqueros venales- dejen trabajar.