“Todos los procesos de paz que han pasado en Colombia tienen algo que enseñarnos”: Mauricio Montoya

Al Poniente conversó con Mauricio Alberio Montoya Vásquez, docente e investigador. Coordinador del proyecto de escritura y de radio “100 preguntas y respuestas para comprender el conflicto colombiano”. El profesor Montoya ha sido docente de diferentes universidades de Medellín e invitado como conferencista tanto en Colombia como en el extranjero.

 

– ¿Qué opinión le merece que el Gobierno de Duque haya pagado una campaña publicitaria con dineros destinados a la paz?

Antes de tocar este tipo de temas puntuales, quisiera en primer lugar traer a colación un asunto propio de la literatura. Me refiero a ese famoso texto de «El Decamerón» de Giovanni Boccaccio, una construcción literaria escrita después de la peste del Siglo XIV y que se desarrolla alrededor de una serie de jornadas en las que se habla de diferentes temas de interés. Hay un relato en la jornada siete (donde se habla de engaños de mujeres a hombres) contado por Filostrato, uno de los personajes del texto, que relata la historia de una mujer que al ser sorprendida con su amante, trata de simular frente a su marido, haciendo pasar al amante como un comprador que les visita con el fin de adquirir una vieja tinaja de la casa. El ingenuo marido que se cree la historia es enviado por la mujer al patio trasero de la casa para que lave la tinaja, mientras que la mujer tiene relaciones sexuales con su amante.

Quiero empezar con este relato porque parece que ingenuamente muchos viven hoy como el marido que está lavando la tinaja, mientras su mujer está en la otra habitación con su amante. Pareciera que esos amantes son la representación de entidades que desde aparatos como las fake news y/o La manipulación mediática nos quieren hacer pasar lo falso por verdadero y/o lo inadecuado por apropiado.

En ese sentido entonces, me parece falto de presentación que se hagan cosas como las referidas a contratos para mejorar la imagen de un presidente en las redes sociales. Incluso, inversiones económicas para ampliar un esquema de seguridad con camionetas blindadas, en un momento como en el que estamos viviendo. De igual manera, hay unos temas para tener en cuenta, y es que no solamente es la entidad gubernamental, sino que hay otras entidades que comienzan a imitar este tipo de burlas; como por ejemplo, las especulaciones económicas de las personas encargadas de la venta de alimentos; los abusos de los bancos que siguen sin hacer lo que se les pide con respecto a posiciones más acordes a lo que se está viviendo. Frente a todo esto, considero que es una  actitud descarada por parte del gobierno, al disponer del dinero de un fondo que está dedicado y pensado para los asuntos de la paz.

Ante esto, lo importante será el papel que tengan los mecanismos de control. Tengo entendido que ya la procuraduría ha pedido explicaciones a la Presidencia de la República por ese tipo de contratos. En el fondo, para muchos, el problema no es el contrato como tal -aunque yo sí creo que hay algo de problemático en el contrato-. Si no estoy mal, en un informe del 5 de mayo, el periódico El Tiempo reseña 237 procesos abiertos por irregularidades que se están dando con dineros asignados para atender la emergencia del COVID-19. Alrededor de esto hay un entramado no solo de corrupción, sino también de cinismo de estos mandatarios.

No se puede dejar de lado que cuando se le pregunta a Hassan Nassar, encargado de comunicaciones del gobierno, sobre el tema, este trata de defender lo indefendible y termina diciendo algo que también es un tanto descarado y es que, se defiende comparando este accionar con el del gobierno pasado. Entonces uno se pregunta dónde queda la coherencia del discurso de un proyecto político que buscaba diferenciarse del gobierno de santos.

Todo esto muestra también una vez más que ante los medios internacionales y ante la opinión pública internacional, el gobierno de Duque trata de mostrarse como un cumplidor de los aspectos relacionados con los acuerdos de paz, pero internamente toma decisiones que en realidad demuestran que hacen todo lo contrario: genera torpedos para que el proceso se dilate, utiliza el dinero de la paz para otras cosas… Todo eso es un claro incumplimiento con los acuerdos.

– ¿En esa misma vía va el nombramiento polémico de Jorge Tovar en la Unidad de víctimas?

Yo no lo vería tanto como un torpedo directamente al tema de la paz. Lo veo como una decisión no acertada en el sentido que se puede llegar a convertir, como ya está sucediendo, en una especie de provocación para sectores que se oponen a que este nombramiento se haga efectivo. Es un caso parecido al de Darío Acevedo y su nombramiento como director del centro de Memoria histórica.

Pero yo tengo un planteamiento en doble vía con ese nombramiento. El primer planteamiento es que yo considero que para los procesos de reconciliación es necesario que también hagamos un proceso de apertura y entendamos que ese tipo de cosas pueden llegar a suceder, sobre todo si son personas que, en alguna medida, han trabajado por la paz y que en realidad que tengan relacion de sangre con una persona que haya participado en el conflicto no los hace responsables. Sin embargo, en un segundo planteamiento, creo que todo viene desde más atrás, especialmente cuando se cometen una serie de errores como el hecho de que los cargos importantes, cargos tan relevantes como el de la unidad de víctimas o el del Centro Nacional de Memoria Histórica, los terminan escogiendo los políticos. Allí hay un error que creo que se debería haber pensado de otra manera. Estas elecciones deberían haber estado en las manos de instituciones idóneas e independientes de causas o intereses políticos.

“Para nadie es un secreto que el gobierno de Duque ha dejado muy indefensos a los líderes sociales, a los que tienen luchas territoriales y a los que reclaman los derechos de sus comunidades.”

– ¿Cómo entender que en medio de una pandemia y del confinamiento, sigan matando líderes sociales y desmovilizados?

Es bastante triste y doloroso que una situación como la que estamos viviendo se convierta a veces en una especie de cortina de humo que opaca lo que está pasando en los territorios con estos líderes. Además, porque los medios tienen la lupa puesta en los temas del Covid-19 y dejan un poco invisibilizados esos temas de las personas que están sufriendo persecución, atentados y asesinatos. Aunque suene raro, esto se vuelve una oportunidad para que muchos actores quieran silenciar a los que les hacen veeduría y denuncias. Estos actores se dan cuentas que es un momento en el que estos tipos de situaciones no van a ser protagónicas.

Estas situaciones son importantes y hay que darles protagonismo. Uno encuentra hoy a los líderes tratando de usar las redes sociales para mantener activas sus luchas, eso me parece importante. Estas denuncias pasan a un segundo plano al estar tan invisibilizados por los grandes medios. Yo siento que el gobierno genera ciertas excusas diciendo que no tienen forma de responder a esas situaciones. Sin embargo, para nadie es un secreto que el gobierno de Duque ha dejado muy indefensos a los líderes sociales, a los que tienen luchas territoriales y a los que reclaman los derechos de sus comunidades.

Esperemos que se dé solución a eso. Que se responda a las solicitudes que se están haciendo desde muchos territorios. Creo que hay declaraciones por parte de personas del gobierno que son un poco desafortunadas. Por ejemplo, decir que los criminales están violando la cuarentena. Cuando la ministra usa esas referencias uno no sabe si es una frase para enmarcar o es una burla a las comunidades. Uno no sabe si está hablando en serio. Entonces yo lamento mucho que la violencia contra los líderes sociales siga aumentando.

También quisiera agregar un caso puntual. En los inicios de mayo se conmemoró la tragedia de Bojayá. Un aniversario más en el que recordamos tan doloroso y atroz hecho. En un documental reciente, líderes de la comunidad denuncian que las cosas no han cambiado mucho y que hay un peligro inminente de la repetición y la reiteración de la violencia de nuevos actores.

“Yo creo que hay que volver a las lecturas de textos que nos cuentan de alguna manera la vida de estas personas que murieron en esas luchas y que hoy podríamos decir son referentes.”

-El mes pasado hubo varias fechas en las que se recordó al M-19. A pesar de que a esta organización le asesinaron un candidato presidencial, se sigue diciendo que su proceso de paz fue exitoso. ¿Por qué cree que se ha instaurado esta idea?

En realidad, yo creo que, si fuéramos solo a este año, tendríamos que recordar que también se están cumpliendo los 30 años del asesinato de Bernardo Jaramillo Ossa, un líder de la Unión Patriótica bastante relevante, en aquel momento, que remplazó a Jaime Pardo Leal. Entonces se silenció también esa voz. Como también se silenció la voz de Carlos Pizarro. Pero también se silenció otra figura como la de Luis Carlos Galán.

Yo creo que es un interregno de tiempo en el que el país recuerda, conmemora y trata de hacer memoria de estos sucesos, no solamente con el objeto de darlos a conocer, sino también que este tipo de cosas no vuelvan a pasar, como que la oposición no sea silenciada y que sea protagonista en la política del país.

Yo creo que todos los procesos de paz que han pasado en Colombia, exitosos o no exitosos, tienen algo que enseñarnos. Desde aquellos indicios de acuerdos como los de Rojas Pinilla en los años 50 que, aunque no fueron un proceso de paz; si mostraron una intención gubernamental, pasando por el gran proceso de paz que hace Belisario Betancur en Casa Verde; transitando por los procesos que Barco hace con el M-19 (que termina Gaviria), después con los del EPL, los múltiples intentos con el ELN, los múltiples intentos que se tuvo con las FARC hasta La Habana, nos han enseñando algo. No sé si habría que usar el término exitoso o no. Hay logros y hay cosas que tienen que ver específicamente con el cumplimiento.

El proceso de paz con el M-19 ha tenido mayor protagonismo porque tuvo como colofón la Constitución de 1991, en la que este grupo participó activamente. Porque esta fuerza política tenía mucha fuerza social que canalizó en votos, por eso mucha gente sostiene que este proceso de paz fue exitoso. Pero en general todos los procesos, en su medidas, han tenido sus logros. Por ejemplo, con Belisario Betancur se logró consolidar el Plan Nacional de Rehabilitación. En los Diálogos del Caguán, aunque para muchos fue un gran fracaso, se pudo visibilizar una serie de situaciones en el país, como las atrocidades del paramilitarismo.

Todos los procesos de paz tienen algo para contarnos. Yo creo que hay que volver a las lecturas de textos que nos cuentan de alguna manera la vida de estas personas que murieron en esas luchas y que hoy podríamos decir son referentes. No solo Pizarro, sino también Jaramillo, Galán y Álvaro Gómez.

“Hay que recordar que a lo largo de la historia ha sido difícil negociar con el ELN.”

-Profesor, ¿cuál cree que sean las condiciones que se necesitan para que se renueve el diálogo con el ELN?

Antes de responder esto, hay que recordar que a lo largo de la historia ha sido difícil negociar con el ELN, por múltiples factores. Por ejemplo, cuando se dieron los diálogos con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, movimiento armado conjunto de las guerrillas colombianas, en el que el ELN era una de las principales organizaciones, las desavenencias internas, los egos de los líderes guerrilleros y las intenciones del gobierno que pensaba más en hablar de rendición que de negociación, llevaron al traste la posibilidad de negociar.

Asi entonces, ceeo que primero se tiene que apelar a la confianza. Esta se tiene que recuperar, pero hay acciones que dañan esa confianza, como por ejemplo pensar que hay que tener un garante, pero seguir la línea de Trump de vincular a Cuba a la lista de patrocinadores del terrorismo. Eso mina la confianza de ambos actores.

Se reduce también la confianza cuando el gobierno actual insiste en seguir negando el conflicto armado interno. Cuando incumple los Acuerdos de la Habana, y vemos que se asesinan cada vez más a excombatientes. La activación de grupos paramilitares, que en vez de mermarse, se amplia.

También las acciones del ELN, como el reclutamiento de menores, los paros armados, los atentados a lainfraestructura… todo esto genera que la confianza esté rota.

Adicional a todo lo anterior, hay que superar esa idea de un diálogo de sordos. El gobierno se niega a darse cuenta que el ELN tiene diferencias estructurales y que no es lo mismo dialogar con las FARC que con esta guerrilla. No son las mismas agendas, no son las mismas historias, ni el mismo trasegar. El gobierno de Duque no se da cuenta de eso. El ELN también se niega a entender que hay asuntos que no se pueden negociar como el tema de la justicia, la reparación a las víctimas. Por eso tienen que entender que la JEP, que se hizo con un plazo de 10 años con opción de prórroga, puede ser una posibilidad si ellos se desmovilizan, no se puede hacer una justicia distinta.

Ahora hay un proyecto de ley que está tratando de promover el comisionado Ceballos, que es sobre el sometimiento a la ley de actores al margen de la ley. En ese proyecto se incluye al ELN y algunas Bacrim. Seguramente el ELN no va a aceptar eso. Ellos quieren un acuerdo de paz y no un sometimiento.

Muchos no comparten esto, pero creo que hay una federalización del ELN. Siento que hay una división al interior del ELN y eso hace más difícil un proceso de paz. El comisionado Restrepo que era el encargado del inicio del proceso de paz con el ELN decía que era muy complejo tomar decisiones porque el ELN tenía que esperar qué decían todos sus grupos, eso complicaba muchos las cosas.

“Uno de los grandes retos para transitar después de la pandemia, es que se siga haciendo una veeduría nacional e internacional de los logros del proceso.”

– ¿Cómo está viendo la implementación del proceso de paz en medio de la pandemia?

La pandemia es un tema de pocos meses. Yo pensaría que hay que ampliar el espectro y decir que desde el principio se dijo que este proceso iba a durar mínimo 10 años en cuestión de cumplimiento. Yo creo que hay avances y logros interesantes, como lo que hace la Comisión de la Verdad y la JEP. Ya venían haciendo unos esfuerzos interesantes y aún los ve uno trabajando en medio de la pandemia.

Claro que hay lunares, como el asesinato de excombatientes de las FARC que ya suma más de 190. Incluso han asesinado a estas personas durante la pandemia. Hay lunares como el rearme de algunos movimientos conocidos como disidencias y de figuras importantes como Santrich, Márquez, etc. Sin embargo, hay mucha gente que le sigue apostando al proceso. Hay lugares como Anorí y Mutata donde se vienen logrando cosas, a pesar de los obstáculos.

No hay que analizar esto entonces solamente en los tiempos de la pandemia, sino con un proceso más largo. Hay temas que siguen siendo lunares, como la restitución de tierras, que por estos tiempos de pandemia sí se han agudizado. A pesar de que hay organizaciones como Forjando Futuros, que sigue luchando por la recuperación de la tierra, hay territorios donde este tema no solamente es peligroso para los lideres, sino que se aprovecha la pandemia para dilatar estas situaciones y que la ley no pueda hacer nada.

Uno de los grandes retos para transitar después de la pandemia, es que se siga haciendo una veeduría nacional e internacional de los logros del proceso. Hay que visibilizar esos logros y evitar que los lunares sigan apareciendo en los temas más importantes de la implementación.

 

-Por último, nos gustaría que nos hiciera unas recomendaciones en medio de la pandemia…

¿Películas y documentales para entender el conflicto?

Aunque no tiene nada que ver con el conflicto colombiano, creería que es una película que nos da luces para entender muchos procesos: Un pasado imborrable, con Nicole Kidman. Muy interesante por el tema del perdón y la reconciliación. Yo recomendaría mucho esa película.

Recomiendo dos documentales: Bojayá entre fuegos cruzados (estrenado recientemente) y El Testigo, de Jesús Abad Colorado, este último creo que debe de ser un documental que se debe mostrar por todo el país.

¿Columnistas para entender el conflicto?

Hay cinco que pueden generar debate cuando se leen: Ariel Ávila, Rodrigo Uprimny, Humberto de La Calle, Rafael Nieto y Alfredo Rangel. Desde las dos orillas, ahí se pueden ver las tendencias de cada uno de ellos. Brindan temas que permiten hacer un debate sano, a veces ideologizado, pero cada lector decide lo que cada uno de ellos puede proponer.

¿Libros para entender el conflicto?

En primer lugar, los clásicos: La Violencia en Colombia. Consta de dos tomos que son una clara sociología de la época precisamente de la violencia en Colombia. Es una importante lectura del pasado, pero también una manera de entender el presente en clave del pasado.

Una segunda recomendación es del periodista Jorge Cardona: Días de memoria y Diario del conflicto: de Las Delicias a la Habana. Una manera de entender el conflicto de manera básica, pero también con cierto grado de profundidad.

Un texto que me parece muy interesante: De la guerra a la paz. Las Fuerzas Militares entre 1996 y 2018, de Eduardo Pizarro. Un texto muy bien logrado, que pone en el escenario a otro de los actores del conflicto: Las Fuerzas Armadas.

Y no puedo dejar pasar acá la recomendación del trabajo de las «100 preguntas y respuestas para comprender el conflicto colombiano», en sus dos tomos y en su proyecto radial que ya está por los 120 programas y que espera alcanzar alrededor de 140 emisiones.

Al Poniente

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