En todas las elecciones del siglo XXI una expresión ha sido constante: “estas son unas elecciones atípicas”. Curiosamente la contienda 2018, tan atípica, es lo que se espera típicamente de una democracia. Posiciones ideológicas confrontadas, plaza pública masiva, plaza pública digital, exceso de debates en primera vuelta, alianzas en segunda, conversación, diálogo y discusión entre seguidores, muchas emociones y foco en propuestas y equipos políticos.
En este sentido, tuvimos la primera oportunidad de conocernos en una batalla electoral sin los miedos impuestos por un agente de poder en la sombra, cuya presencia determina quién y cómo serian los gobiernos en los recientes 40 años. Gracias a los acuerdos de paz, a un gobierno altamente impopular, al compromiso y sacrificio de tantos colombianos en una apuesta del todo o nada, nuevas lecciones electorales nos deja la segunda vuelta:
- Las emociones políticas predominaron decisión e implantación del voto: no fue el mismo miedo de 12, 8 o 4 años atrás; fue un miedo diferente y ambas campañas despertaron esa sensación primaria con argumentos diferentes. Por un lado, el miedo por ser Venezuela, limitar la propiedad privada, expropiación de tierras, quitar las pensiones…etc, un número de afirmaciones distribuídas a diestra y siniestra. En el otro lado el miedo tenía un objetivo claro, posicionar el maniqueísmo de “nosotros/ellos”, buenos/malos movilizar para tomar posición.
- Disciplina de mensaje para masas fue estratégica para ambas campañas. A Duque le sirvió en primera vuelta, a Petro en la segunda. Marcos de percepción generalista, reduccionista, valorativos y calificación, constituyen “argumentos” de traducción para diferentes públicos. La distribución traducida del mensaje quedó en letras, palabras, discurso de quienes presumen “superioridad moral”. Nadie está a salvo de gritos, tonos iracundos, “memes” ridiculizados, epístolas argumentativas en twitter, Facebook, TV, radio y todo espacio aprovechable. Entendemos la pasión y el deseo de cambio, pero nos comportamos como “barras bravas” fanáticas.
- Redes sociales para informar y difamar. Incremento exponencial de seguidores, interacciones, conversaciones fruto de posicionar imagen y emociones. Está fue la campaña no de las cuentas de los candidatos en sí, es la contienda de extensión de la plaza pública, del cara a cara temporal, a la continuidad de la discusión por otros medios: los digitales. Amparados en el “anonimato” invisible, afloraron reacciones instintivas en tantos ciudadanos, semejantes a explosivas respuestas adolescente. Y es que, tan inmaduro como estamos en comportamiento democrático, apenas llegamos a una edad donde determinar la individualidad ideológica política, luego de una larga infancia dependiente de una sola opción.
- Dos propuestas tan parecidas en forma y tan diferentes en fondo. Encuentro mayores coincidencias que diferencias en los planes duquista y petrista: educación pública, lucha contra la corrupción, empleo, fomento de la cultura, salud, protección y oportunidades para los menos favorecidos, entre otros. Es la primera vez se piden debates desde todos los espacios y se conoce a profundidad lo humano y lo divino de ambos. Pero lo único común a otros procesos electorales, es que el voto se sigue pidiendo en contra y no a favor. Se vota más por miedo y odio a Uribe o por más miedo a Maduro.
- Campañas más profesionales en comunicación política, movilización de públicos, conexión de audiencias y técnicas de monitoreo llegan por fin a considerar la opinión pública, el voto de opinión e independiente de maquinaria como el protagonista en ambas campañas. Magnífico lo hecho por el grupo petrista, tomaron un buen candidato y lo convierten en un mito. Profesional y perfecto el marketing político realizado con Duque que lo posiciona en meses como un “producto deseable”. Ahora bien, si las campañas apelaron a la creatividad, todos los aplausos se los lleva, en hacer algo innovador, los medios de comunicación. Reconozco la capacidad pedagógica y formación electoral a El Colombiano, El Tiempo, Revista Semana, La Silla Vacía, un gran compromiso para acercar la política a la ciudadanía
Hoy es el día de la verdad y mañana retornamos a la realidad, cualquiera que sea, y el nuevo presidente tendrá que negociar tantas condiciones como posiciones para gobernar y más que avanzar, por lo menos no retroceder.