The Rolling Stones, sobrevivientes del rock

“No me tomes a mí como ejemplo. Mira a Jimi Hendrix. ¿Quién dice que tienes que vivir 60 y pico de años? No todos podemos llegar a tener 70”.

Así, con tono desafiante, le respondió en 1971 Keith Richards– guitarrista de los Rolling Stones- al periodista Robert Grrenfield, luego de preguntarle qué pensaría un niño de 13 años si escuchara Brown sugar y otras canciones de Sticky Fingers -el noveno álbum de la banda inglesa- que eran alusivas a la cocaína y el sexo.

Richards, quien para ese entonces contaba con 28 años y era un asiduo visitante del palacio de los excesos, dijo que “no sabía que Brown sugar tuviera otro significado” y se sorprendió al saber que así le decían a la cocaína con “grumos cafés” que se conseguía en las calles de Los Ángeles (Estados Unidos).

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Un joven Keith Richards tocando la guitarra. Foto tomada de www.altafidelidad.org

La entrevista, publicada el 19 de agosto de 1971 en la edición No.89 de la revista Rolling Stone, continuó sin ningún sobresalto y Greenfield le lanzó esta pregunta a Richards: “¿Quieres llegar a tener 70?”.

Richards, un poco temeroso, le respondió lo siguiente: “Ni siquiera puedo imaginar cómo sería tener 70. Cuando tenía 20, no me imaginaba cómo sería tener 28”. El periodista, deseoso de poner al entrevistado contra las cuerdas, le preguntó si se imaginaba de 30 años y Richards finalizó la entrevista con esta máxima: “Solo faltan dos años. No sé, realmente no sé. Los 30 ya me parecen un viaje. Y 33 es el verdadero viaje: 33 es el año”.

Han pasado 45 años después de esta entrevista y el flamante guitarrista de los Rolling Stones sigue en pie, con 73 lustros encima. Su viaje vertiginoso inició en 1962 junto al “frontman” Mick Jagger, el multi instrumentista Brian Jones, el bajista Bill Wyman, Ian Stewart en el piano y Charlie Watts en la batería.

Estos muchachos ingleses decidieron llamarse los Rolling Stones en homenaje a una canción de Muddy Waters, Rollin’ Stone, y quisieron hacer música con el mismo desenfado de Chuck Berry, Elvis Presley y Little Richar, quienes en los años 50 sacudieron a Estados Unidos con un ritmo furioso y sensual que invitaba a la juventud a liberarse del letargo producido por el “american dream”: Rock and roll.

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Los Stones en una calle de Londres en los años 60. Foto tomada de ultimateclassicrock.com/

-No tenía ningún tipo de inhibición. Al ver a Elvis y a Gene Vincent pensaba: “Pues yo puedo hacer esto”. Y me gustaba hacerlo. No es cualquier cosa, incluso frente a 20 personas, ponerse en completo ridículo. Pero a la gente parecía gustarle. Y la cosa es que si el público me hubiera lanzado tomates, no habría resistido. Pero a todos les gustó.

Recordó un desinhibido Mick Jagger durante una entrevista que sostuvo con Jann S. Wenner, director de la Rolling Stone, publicada el 14 de diciembre de 1995 en su edición No. 723. Por fortuna, a Jagger y sus compañeros de banda no les lanzaron tomates, sino aplausos y elogios; la crítica y el público se dejaron seducir por el encanto trasgresor de estos “enfants terribles” del rock.

El 16 de abril de 1964, luego de hacer algunos covers de Buddy Holly y Chuck Berry, publicaron su primer álbum, The Rolling Stones, que fue número 1 en el Reino Unido y 11 en los Estados Unidos. Al año siguiente presentaron su sencillo (I Can’t Get No) Satisfaction, un himno al desencanto juvenil que los llevó a ocupar los primeros lugares. En 1966 los Stones sorprendieron a sus fanáticos a ambos lados del Atlántico con Paint It, Black, una invocación a la tristeza que para muchos hace referencia a la Guerra de Vietnam.

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Caratula del primer disco de los Stones, The Rolling Stones, publicado en 1961. Foto tomada de www.taringa.net

Con el éxito llegaron las drogas y el sexo en altas cantidades. Además, sus visitas a la cárcel se hicieron frecuentes y fueron muy sonadas en la prensa. Semejante turbulencia no les impidió a los Stones seguir con su viaje, aunque algunos de ellos se quedaron atrás.

Brian Jones, el introvertido instrumentista y fundador de la banda, fue despedido por su descontrol (¡Qué ironía!) y por las constantes peleas que tenía con Mick y Keith. En 1969 murió ahogado en la piscina de su casa, después de ingerir altas cantidades de alcohol. Jones fue reemplazado por el guitarrista Mick Taylor, quien en 1975 abandonó la banda porque no soportó los bacanales celebrados por sus compañeros. A su reemplazo llegó Ron Wood, mientras que el pianista Ian Stewart murió en 1985 y el bajista Bill Wyman se retiró en 1993.

Pese a los excesos y las peleas, los Stones grabaron las que son consideradas por muchos las joyas de la corona del rock: Beggars Banquet (1968), una vuelta al rhythm & blues con canciones que dan cuenta del agite político y social de aquellos días como Sympathy for the Devil, No Expectations y Street Fighting Man; y Let It Bleed (1969), un puñetazo cargado de blues y rock duro con himnos como Gimme Shelter y su anuncio del apocalipsis armamentista o un desesperanzador You Can’t Always Get What You Want que despide al Flower Power de los años 60 y sin quererlo se remite a los desmanes del Altamont Speedway Free Festival. Allí, además de los Stones, se presentaron Carlos Santana, Jefferson Airplane, The Flying Burrito Brothers y Crosby, Stills and Nash (and Young). El festival terminó en tragedia tras el asesinato del joven afroamericano Meredith Hunter a manos de un miembro de los Hells Angels, una banda de motociclistas encargada de la seguridad del certamen.

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Portadas de Beggars Banquet (izq) y Let It Bleed (der). Tomadas de www.exileshmagazine.com y lonelyleap.com

Otras joyas grabadas por los Rolling Stones fueron el anteriormente mencionado Sticky Fingers (1971), un repaso por sus raíces (Blues, country, rhythm and blues y rock and roll) en el que la esclavitud, el sexo interracial y las drogas aparecen sin pudor con temas como Brown Sugar, Sister Morphine o Dead Flowers; y Exile on Main Street (1972), álbum doble grabado en Villa Nellcôte, una casa que Keith Richards alquiló al sur de Francia, donde llegaron sus compañeros huyendo del gobierno inglés por evasión de impuestos. Aparte del blues, los Stones incorporaron otros géneros como góspel, jazz y rockabilly, y en canciones como Rocks Off o Tumbling Dice muestran su hartazgo con ser estrellas de rock.

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Caratulas de Sticky Fingers (Izq) y Exile on Main Street (Der) Imágenes tomadas de www.printmag.com y renegado.com.mx

Estos álbumes, más otros 25, demuestran la contundencia de una banda que supo mantenerse en el tiempo. Su mezcla explosiva de rock and roll con blues, rhythm and blues, country, música disco, punk y hasta electrónica, atrapó a millones de personas y sentó las bases de lo que hoy conocemos como rock.

-La música rock era una forma completamente novedosa cuando comenzamos a dedicarnos a tocarla. Y estábamos por cambiarla- llevamos el rhythm & blues al rock-. (…) Sentíamos un entusiasmo fanático. Era emocionante y nadie sabía a dónde nos llevaría, ni si iba a durar.

Aseguró Mick Jagger durante la conversación que tuvo Jann S. Wenner en 1995. Por fortuna, ese entusiasmo duró bastante y gracias a ello los Rolling Stones pueden jactarse de tener 265.000 millones de discos vendidos. Es más, si deciden jubilarse, seguirán disfrutando las ganancias generadas por su música e imagen.

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La lengua más famosa del planeta. Este logotipo que identifica a los Rolling Stones fue diseñado por John Pasche y apareció por primera vez en 1971, exactamente en la portada de Sticky Fingers. Imágenes tomadas de www.elmotoranalitico.com y viapacksur.wordpress.com

Quizás el ocupar los primeros lugares en las listas de éxitos musicales reafirmó su reputación como la “banda de rock más grande en la historia”. Sin embargo, su principal mérito fue romper con los tabúes que opacaban al ser humano y restregarle a la sociedad sus mentiras. Los Stones hablaron con desparpajo sobre sexo y drogas, pero también reivindicaron la libertad y el amor.

Quizás los libros de historia del siglo XX, con sus fechas y frases célebres, den cuenta de las grandezas y bajezas del hombre. Pero quien escuche las canciones de los Rolling Stones puede conocer de primera mano importantes luchas como el Movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, las movilizaciones en contra de la Guerra de Vietnam o la revolución sexual. Pese a que fueron perseguidas por los dictadores y guardianes de la moral, muchas personas las cantaron en voz alta o baja como una forma de resistir a la censura y otras penurias. Los Rolling Stones sacudieron, a su manera, los cimientos de una civilización que no supo mirarse a sí misma.

Por eso, viejos y jóvenes siguen cantando Paint it, black, (I Can’t Get No) Satisfaction, Gimme Shelter, Jumpin’ Jack Flash, Angie, Miss You o Start Me Up para liberarse de cualquier atadura. Muchos de ellos, quizás, asistirán al concierto que harán hoy los Rolling Stones en el Estadio Nemecio Camacho El Campín de Bogotá y verán por primera vez a sus ídolos; los mimos que 54 años atrás pensaron que el público les lanzaría tomates y que en los 70, durante el clímax de su carrera, no sabían si durarían mucho tiempo para contar los pormenores de su viaje. Pero a las 8:30 p.m. Mick Jagger, Keith Richards, Ron Wood y Charlie Watts saldrán al escenario y le demostrarán a 50.000 almas que son unos sobrevivientes del rock.

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Los Stones en concierto, haciendo lo que saben hacer. Imagen tomada de www.taringa.net

Medellín, 10 de marzo de 2016

A Jorge Luis Sánchez Quintero, mi papá. De no ser por ese gusto por los Rolling Stones que heredé de vos, yo no hubiera escrito esto.

 

Felipe Sánchez Hincapié

Medellín, 1989. Artista plástico, periodista, melómano y fumador empedernido. Ha participado en diferentes exposiciones realizadas en Medellín como Castilla pintoso, organizada por el colectivo venezolano Oficina # 1, en marco del Encuentro Internacional Medellín 07 (MDE07). Hizo su práctica en el periódico El Mundo de Medellín y ha publicado sus textos en publicaciones como Cronopio, Revista Prometeo, Cartel Urbano y Noisey.

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