Ante los problemas ambientales que viene afrontando Medellín desde hace varios años, en especial, la mala calidad del aire, los ciudadanos y dirigentes debemos preguntarnos por cómo lograr un modelo de ciudad sostenible involucrando todos los actores sociales. La mala calidad del aire tiene una repercusión directa en la manera en cómo habitamos la ciudad, si bien aún no se tienen ni estudios ni cifras claras que demuestren una relación directa entre las partículas contaminantes y las enfermedades respiratorias, ya se conocen casos de personas que se tienen que desplazar de la ciudad, es decir, irse a vivir a otros territorios por recomendaciones médicas para evitar agravantes en su salud. También, las dinámicas laborales vienen cambiando. La implementación de horarios rotativos en las empresas busca que el tráfico vehicular no se concentre en horas pico, sino que se dinamice en ciertas horas, contribuyendo, junto con el pico y placa, a no tener tantos carros produciendo CO2 en la ciudad.
Por otro lado, al interior de la ciudad las personas están buscando vivir cerca de sus trabajos o lugares de estudio para evitar largos desplazamientos o poder desplazarse en sistemas de transporte alternativo como las bicicletas, en ese sentido, Medellín tiene que fortalecer las iniciativas que facilitan al ciudadano movilizarse de esa manera; también, brindar infraestructura de ciclorrutas que no pongan en riesgo la vida de los ciclistas al utilizarlas. Medellín, junto a los otro nueve municipios del Valle de Aburrá, conforma un área metropolitana densamente poblada ubicada geográficamente en un lugar estrecho y poco ventilado, esto nos lleva a buscar la manera de articular políticas publicas ambientales junto a los demás entes territoriales que nos permitan garantizar una mejor calidad del aire a quienes vivimos en este territorio.
No se le puede pedir a las empresas que cierren sus fábricas porque eso repercutiría en el desarrollo económico de la ciudad y en los índices de desempleo; tampoco se pueden implementar medidas restrictivas permanentes al transporte público y particular, porque en la práctica, está demostrado que esto solo lleva a que se incremente el parque automotor en la ciudad y se traduce en muchas más fuentes móviles contaminando.
Para mejorar la calidad del aire no podemos empezar por señalar a las fuentes contaminantes, por el contrario, se requiere de identificarlas y educarlas en sus procesos industriales, técnicos y tecnológicos para que su huella ambiental sea cada día mejor. También, empoderar a la ciudadanía para que desde pequeñas acciones contribuyan a mejorar la calidad del aire como sembrar ciertas plantas que absorban ese material contaminado, compartir el vehículo particular con vecinos o compañeros del trabajo y la universidad, y demás acciones simples pero efectivas.
Desde la institucionalidad se debe tener una política clara sobre la calidad del aire que
reúna a todos los entes involucrados y afectados, promover la recuperación de espaciosverdes, tecnologías limpias, peatonalización de algunas zonas de la ciudad, chatarrización de vehículos y en fin, un proyecto ambicioso que nos articule a todos. A fin de cuentas, la mala calidad del aire nos afecta a todos, y todos tenemos que contribuir a su cuidado.