Sísifo fue el Rey de Éfira y se consideraba a sí mismo el monarca más astuto de toda la antigua Grecia; su vanidad lo llevó a agraviar a los dioses, a burlar a Tánatos (dios de la muerte), Perséfone (diosa/reina del Hades), y a Caronte (el barquero que transporta las almas al inframundo). Como Castigo, Zeus lo llevó él mismo al Tártaro y le impuso la condena más cruel y absurda: llevar una enorme piedra hasta la cima de una colina, pero al llegar allí, la piedra no rodaba del otro lado (lo que significaría la libertad de Sísifo), sino que volvía a su punto original, por lo que el mortal que se creyó más astuto que los dioses, tendría que repetir esta tarea por toda la eternidad.
Este castigo inspiró a Albert Camus a escribir “El mito de Sísifo”, un ensayo que comienza con una frase impactante y demoledora: No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio, y es el suicidio.
Lo terrible y cruel del castigo de Sísifo no radica en llevar la enorme piedra hasta la cima de la colina, sino en la repetición absurda y sin sentido de la tarea. “¿Para qué?”, se habrá preguntado esa pobre alma en pena más de una vez, seguramente deseando poner fin a su sufrimiento eterno.
Para Camus, la vida postmoderna es el mismo ciclo del castigo de Sísifo: nos despertamos, trabajamos, llegamos a casa, dormimos, nos despertamos… El director de cine Danny Boyle plasmó este absurdo al comienzo de Trainspotting: «Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar hipotecas a interés fijo. Elige un piso piloto. Elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos. Elige bricolaje y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá a ver tele-concursos que embotan la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable, siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte. Elige tu futuro. Elige la vida… ¿pero por qué iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida: yo elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?»
No obstante, Camus responde a la pregunta que él mismo plantea. El suicidio no sería más que el absurdo de sucumbir al absurdo, y en su lugar, nos plantea convivir con el absurdo sin hundirnos ante su presencia por medio de un Salto de Fe como elección moral/epistemológica que nos den a nosotros mismos un sentido vital, divino, transcendente y absoluto… algo así como una religión, pero no para las masas, sino algo propio que nos brinde sentido sin perdernos en la absurda búsqueda de sentido.
De esta forma, Sísifo ya no se tortura preguntándose “¿Para qué?” sino que entiende que haga lo que haga, su destino está marcado por el absurdo, por lo que, dando un salto de fe, puede, empezar a disfrutar de su castigo, venciendo así a los dioses.
Camus nos invita a entender el absurdo antes de que el absurdo se convierta en un hueco profundo que nos consuma, también a establecer nuestra propia divinidad, es decir nuestro propio código divino trascendental, y finalmente a aceptar el absurdo, no con resignación sino con gusto y placer.
Incluso, nos plantea que aceptar el absurdo no significa tener una actitud pasiva ante él, de hecho, presenta tres arquetipos para encararlo: la rebeldía (y no hay acto más rebelde que el de no sucumbir al suicidio), la pasión (carpe diem, vivir el aquí y el ahora de manera consciente) y la libertad (dejando de lado la falsa noción de libertad previo al entendimiento del absurdo… es decir, vivir tan salvajemente libre como se pueda, respetando los proyectos vitales de otros individuos).
Si Sísifo disfruta de llevar la piedra, baila y tararea sus canciones favoritas mientras cumple su castigo ¿Será de alguna forma un castigo?
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