¡Sin pitillos por favor!

Sin duda es el instrumento favorito a la hora de consumir una bebida de cualquier índole (gaseosas, jugos, malteadas, etc.). Pero un pitillo que dura alrededor de 1 hora en ser utilizado, tarda 1.000 años en descomponerse  una vez es desechado.

Estos desechos se fragmentan en partículas microscópicas que terminan en los océanos, ocasionando un fuerte impacto ambiental en ese hábitat, donde los más perjudicados son alrededor de 267 especies, por no poder realizar la ingesta o por obstrucción de diferentes partes del cuerpo (ballenas, delfines y algunas especies de tortugas).

¿Pero por qué lo usamos?

«Su uso se justifica con base en la prevención de enfermedades para las posibles bacterias que se pueden encontrar en los vasos» fue la respuesta que dio Fenalco sobre este tema.

La realidad nos demuestra lo contrario, aunque creemos que los pitillos nos «salvan» de las bacterias que podría tener el borde de un vaso, si el vaso está sucio el líquido se contaminará sin importar como lo tomemos.

Se basa mas en una cuestión de higiene y esa es responsabilidad una del proveedor; en lugar de colocar un pitillo al lado del vaso debería asegurarse de que su producto cumple con todas las normas de higiene exigidas por las autoridades.

Sin embargo, muchos tipos de bebidas en las cuales se utilizan los pitillos son totalmente innecesarios, sin que el consumidor incluso lo llegue a pedir, tal es el caso, que se estima que un restaurante desecha aproximadamente 45.000 pitillos al año. Siendo estos los lugares en los que mas se mueve el mercado de pitillos.

Su impacto ambiental no justifica su uso, en el Pacífico norte el parche de basura más grande del mundo mide 1’400.000 km2 (un poco más que el área de Colombia). Los pitillos ocupan un espacio equivalente a los departamentos del Cauca y Valle del cauca.

Tenemos que usar nuestro poder de decisión al momento de consumir un producto, si se acaba la demanda se acaba la oferta… así de sencillo.

Seamos los que cambiemos el mundo no los que contribuyeron a acabarlo.

Jhonny Júnior Franco González

Estudio Medicina en la Universidad del Magdalena, me apasiona la lectura pero sobretodo compartirla, veo el camino de la enseñanza como la solución para acabar con la desigualdad por eso disfruto de difundir mis conocimientos y encontré en Al Poniente la ventana a ese sueño.