Simplificación y enemigo único


Se suele confundir la propaganda con los anuncios televisivos o radiales a los que estamos expuestos frecuentemente, pero en realidad esos son comerciales; la propaganda, en cambio, es algo muy diferente, ya que es un conjunto de técnicas que tienen el objetivo de influir en el ánimo, pensamiento y las emociones de la opinión pública, y dirigirlas hacia una ideología o dogma. Estamos, en efecto, hablando de persuasión/manipulación masiva.

Existe tanto la propaganda política y cultural como la religiosa, y su fin es siempre el mismo: crear, mantener o cambiar el esquema de valores y concepciones de las personas a través de diversas herramientas y estrategias de comunicación. Para uno de los principales teóricos de la propaganda, Jean-Marie Domenach, se trata de influir y dirigir la opinión, comportamientos y actitudes de los grupos sociales.

Domenach redactó las seis reglas de la propaganda, pero en el presente artículo solo examinaremos las dos primeras, ya que resultan grotescamente evidentes en el escenario nacional, y con esto, ustedes podrán tener más herramientas para dilucidar si los están manipulando o no.

La primera regla es la Simplificación, que consiste en condensar un mensaje de la manera más breve y concisa posible, ya que entre más sencillo y menos permita pensar, más se afianzará en el subconsciente, convirtiéndose en un mensaje puramente emocional. Esta es la razón por la cual los políticos rara vez se salen de un solo tema para venderse, y para la muestra un botón: Petro con el “Cambio”, Santos con la “Paz” y Uribe con la “Seguridad”.

No es raro encontrar entrevistas en las que, sin importar la pregunta, los políticos llegan al mismo punto; todo obedece a la regla de simplificación.

La segunda regla es la del Enemigo Único, y esto aplica tanto a personas como a grupos de personas o conceptos.

Siguiendo la lógica de la Simplificación, aquí lo que se busca es culpar y atacar siempre al mismo sujeto, ya que esto incrustará en la población la idea de que ese enemigo es el culpable de absolutamente todo lo humano y lo divino. Para Hitler, su enemigo fueron los judíos; para Santos, Petro y Quintero, el uribismo; para Uribe, las Farc; para Rodolfo Hernández la corrupción; para Chávez y Maduro, la oligarquía y el imperialismo yanki… y así sucesivamente.

Lo malo del uso y abuso de esta estrategia es que a veces los enemigos cambian, o sino que lo diga Petro, que ya no sabe a quién más culpar de sus propios desastres… Y ojo con el gobernador de Antioquia, porque si el petrismo no llega al poder en 2026, se quedará sin su principal caballito de batalla discursivo.

Aunque estas dos reglas son sumamente efectivas a la hora de conseguir votos o cambiar la ideología o sentimientos de un grupo de personas frente a un hecho, lo cierto es que le hacen honor a sus conceptos, pues son simplistas y no profundizan sobre lo compleja que puede llegar a ser la realidad.

La conclusión de este artículo puede ser que, así como no todo lo que brilla es oro, o de eso tan bueno no dan tanto, lo que es demasiado sencillo no es tan creíble.

Duden de la simpleza, y más cuando se trate de la realidad política y social de Colombia, ya que tiene más entuertos y desviaciones que un relato de García Márquez.

César Augusto Betancourt Restrepo

Soy profesional en Comunicación y Relaciones Corporativas, Máster en Comunicación Política y Empresarial. Defensor del sentido común, activista político y ciclista amateur enamorado de Medellín.

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