Si la democracia es imperfecta, es por su naturaleza humana

A raíz del seminario alemán implementado por el doctor Freddy Santamaría, en nuestra clase de teoría política, pudimos evidenciar como actualmente el mundo desea democracia, esa democracia que nos permite convivir con personas que tienen un pensamiento diferente al nuestro sin perder nuestra libertad e individualidad, democracia que sólo por definición ya no se hace alusión al mundo occidente en el que vivimos pues la democracia parece ser ese bastión que occidente mantiene firme como prueba de la libertad que tenemos en la mayor parte de los países que se encuentran en este hemisferio del planeta. Durante los últimos vestigios soviéticos, incluyendo a la Alemania oriental, se ha evidenciado cómo las personas, independientemente de su origen o incluso el sistema político del cual vengan, anhelan la democracia como el sistema predilecto para regir los territorios que habitan. Primeramente, debemos comprender que, como lo explica Bobbio, “cuando hoy se habla de democracia occidental, se hace referencia a regímenes surgidos en los últimos doscientos años, después de las revoluciones norteamericana y francesa” (1986).

Que las personas busquen esta libertad política no es al azar, esto viene de unos pilares comprobables en todos los sistemas que no son democráticos. El estado de pobreza o incluso la miseria es el común entre los habitantes de estos países, el problema no es que exista la pobreza, el problema es que desde que existe una clase media que se ha formado y desde que las masas pueden ser manipulables por los medios de comunicación nos hemos dedicado a ver modelos de opulencia que muestran cómo los privilegiados alrededor del mundo viven. Es por esto por lo que nos incomoda la pobreza, porque la podemos ver día a día. Si bien un sistema democrático no le dará prosperidad a todos es probablemente una luz de esperanza frente a los sistemas contrarios al democrático, los cuales ejercen controles puntillosos y solo aquellos cercanos amigos del poder pueden ver una posibilidad de prosperar, eso sí, no con las condiciones comunes de su país, sino con las condiciones comunes del mundo, me explico; si tomáramos como ejemplo Venezuela aquellas personas cercanas al poder viven una vida de opulencia no al nivel que les permitiría el contexto socio económico venezolano, sino al nivel de las clases altas de países como Estados Unidos o incluso Emiratos Árabes Unidos.

Otro de los pilares que sostiene esta idea es la necesidad de reivindicar el estado de derecho como parte fundamental, lograr que todos nos sintamos a salvo de la corrupción de los funcionarios, desde el nepotismo de los poderosos hasta la arbitrariedad de la policía. Todo ser humano, gracias a la conectividad del mundo actual, busca unos estándares mínimos de libertad, derechos como expresarse sin miedo sobre ideas políticas, tener preferencias religiosas o tener la libertad de elegir un modelo de vida. Esto también va ligado a una libertad de los medios de comunicación sin mencionar que es necesario un pluralismo para poder cubrir la mayor cantidad de puntos de vista posibles. La Independencia de la justicia, tener elecciones libres, una posibilidad real de elegir y plazos para que las personas puedan ejercer el poder son derechos que generalmente solo aquellos que conocen las instituciones democráticas gracias a su formación pueden evidenciar.

La democracia no se impone, se gana

 

Un ejemplo Claro de esto pueden ser las revoluciones árabes, revoluciones donde la población rechazó la democracia cuando ésta le fue impuesta mediante bombardeos y ocupaciones, pero buscó siempre defenderla cuando son ellos mismos quienes luchan la pelea (Todorov, 2012 p.180). La autodeterminación de los pueblos es lo que permite generar un estado de unidad y de conciencia para que las personas aprecien y valoren aquello por lo que tantas personas cercanas a ellas perdieron la vida y sacrificaron sus libertades. Personalmente sostengo que, cuando a un país se le da la democracia sin la necesidad de enfrentarse a la tiranía, su población, al no haber sufrido los vestigios del luchar por una independencia, no valora el sentimiento de libertad que tiene pues la única información que circula acerca de la libertad es como algunos países la ejercen, pero no como lo obtuvieron. Es claro, una Revolución no siempre será exitosa y no siempre tendrá como resultado la democracia. En ocasiones esta misma revolución por libertad puede llevar a una dictadura sustituyendo la que ya ha caído, sin embargo, la democracia es percibida positivamente en el mundo entero por lo que agilizará las relaciones entre estados que comparten un mismo sistema político, prueba de las libertades que se gozan dentro del territorio.

Lo que más atrae de las democracias de occidente, aparte de la prosperidad, es el cómo la libertad individual es garantizada para todos sus habitantes, lleno de instituciones imparciales y dándole una fracción del poder al pueblo teniendo en cuenta que el mismo pueblo podía destituir a sus dirigentes en las próximas elecciones si su trabajo había sido nefasto. Esta cualidad fue reemplazada en todos los demás estados de antaño añadiendo la palabra “popular” para poder suplir con palabras la ausencia de acciones y voluntad de dar poder al pueblo, sin embargo, todos sabían que las verdaderas democracias populares no eran en las que vivían.

Es por esto que los más belicosos partidarios acerca de las intervenciones occidentales en oriente son todos aquellos exiliados provenientes de los países los cuales se busca intervenir, Irak, Afganistán y en su momento Libia, todas víctimas de un régimen represivo qué luchó es de lo profundo de sus entrañas y sus instituciones para erradicar la palabra libertad de su pueblo, pero como en toda historia hay 2 lados, “algunas veces también antiguos privilegiados decepcionados. Les indigna la indolencia de sus interlocutores occidentales y no dudan en interpelarlos: ¿Cómo podéis quedaros de brazos cruzados mientras mi pueblo sufre? ¿Creéis que está formado por infra hombres que todavía no son dignos de vuestro régimen democrático?” (Todorov, 2012 p.182). Es por esto por lo que aquellos anticomunistas más fervorosos son los antiguos comunistas convertidos, aquellos qué, ciegamente, seguían ideas que pudieron evidenciar cómo destruían y colapsaban el estado que habitaban.

Habla de la Habana Vieja, no me hables de hoteles bellos y pasa con cadenas, pa’ que te fotografíen sin cuello. Ese criterio de patria yo que tú me lo guardaría, el Ché era un asesino y Fidel una rana parida, que si libros, que si salud, no hables porquerías, yegua, meses de apagones diarios no soportarías. ¿En dónde es que tu estabas cuando el periodo especial? Comparada con la mía, tu vida era un carnaval, comunista en el capitalismo tu fervor no es real, tienes que vivirlo sin que te interrumpa un comercial”.[1]

Sin embargo, las poblaciones que sufren invasiones cuestionan los valores por los cuales realmente son intervenidos, pues creen firmemente que esto simplemente es una máscara que esconde intereses de origen beligerante y una sed de prestigio, poder y riqueza que solo estas guerras tienen como consecuencia para sus vencedores, pero para todos los demás simplemente se transforma en miseria y rompimiento del tejido social.

La cultura de cancelamiento

La conexión del mundo actual nos ha hecho ser egoístas y mal agradecidos, pues nos hace pensar que “la democracia que no tenemos es necesariamente más admirable que la democracia de la que ya disponemos”. Decir que un régimen democrático simplemente se basa en tener elecciones sería ser un ignorante, pues es necesario reconocer que la articulación y el equilibrio de los principios es lo que demuestra las fuerzas y las debilidades de este sistema dado que ningún principio es necesario unitariamente para garantizar una calidad dentro del estado en el que convivimos.

Muchas personas reclaman que el proceso democrático tiene fallas en aquellas personas que son elegidas popularmente, pero a aquellos es necesario decirles que la democracia nunca ha pretendido ser infalible. Hitler fue elegido popularmente en Alemania, Chávez fue elegido popularmente en Venezuela, todas muestras de democracia que se vieron reflejados en cómo estas personas tomaron el poder, sin embargo, el problema no recae en la democracia sino en las desviaciones de los jefes de estado. Berlusconi pretendía escapar de la justicia en Italia, Orbán intentó quitarle la libertad de prensa al pueblo húngaro, y el hecho de que no lo hayan conseguido es un signo de vitalidad democrática (Todorov, 2012 p.183), por esto es tan notorio cuando una democracia se torna en una dictadura, Hitler logró acabar con la libertad de prensa, Maduro logró robarse unas elecciones enfrente de todo el mundo, signos de cómo otros pilares hacen que la democracia muera poco a poco.

Estamos de acuerdo en que una característica de la democracia es que el poder recaiga en el pueblo pero esto se complica cuando nuestra sociedad se ha vuelto una sociedad mediática y manipulable con facilidad, dándonos un exceso de pasiones populares y cegándonos de los verdaderos problemas que generalmente tenemos en nuestros países, cuando llegamos a este punto la democracia queda sustituida por el populismo pues simplemente busca suplir una necesidad distante a futuro más allá de las satisfacciones inmediatas que realmente se necesitan, por ejemplo, en Argentina resultó más importante gastar dinero de los contribuyentes en marchas LGBTI y en donaciones de lubricantes y preservativos antes de pensar en la miseria o la inflación. Es innegable pensar que si las personas están todo el tiempo consumiendo la misma publicidad del mismo modo no se están uniformizando de alguna forma, haciéndonos más controlables y moldeables por el sistema que nos mantiene atados a multinacionales que no son restringidas y bancos que dictan calificaciones sobre lo que podemos y no podemos adquirir dependiendo de que tan útiles somos considerados para la sociedad.

La sociedad nos ha vuelto intolerantes, nos ha hecho pensar que dentro de nosotros existen grandes diferencias con aquellos llamados “el enemigo” que nos hacen irreconciliables, y como el asociarnos con cualquiera de estas características puede representar el marcarnos en la sociedad como asociales o como el nuevo enemigo, si alguien escuchará cualquier persona decir en voz alta que apoya las políticas de desarrollo de Hitler probablemente será mirado como un bicho raro. Escuchar que alguien célebre como en Gadafi en Libia logró que la educación llegara a casi todos los rincones del país podría ser tachado de mal ejemplo, lo que nos ha llevado a un proceso de deshumanización frente al mal llamado enemigo. Las democracias se enferman de desmesura, la libertad se transforma en tiranía, el pueblo con libertad individual se convierte en masa manipulable y el deseo de defender el progreso se ha convertido en un espíritu de cruzada, arrancándonos así nuestra humanidad pues es inconcebible parecernos al enemigo, lo que nos hace levantar muros cada vez más irrompibles entre aquellos que piensan diferente a nosotros y nosotros mismos. Es por eso por lo que les planteo la siguiente incógnita: tómense el tiempo de escuchar un discurso de Hitler con inteligencia artificial en su idioma o el que logren entender y díganme si encuentran algo con lo que no estén de acuerdo, probablemente se sorprenderán de cómo son más las cosas con las que están de acuerdo que con las que discrepan, y esto no los va a convertir en nazis, esto los convierte en personas críticas y racionales. El reconocerles cosas buenas a los tiranos en el mundo no excusa las atrocidades que cometieron, al César lo que es del César.

Las personas buscamos siempre un embrutecimiento en este mundo ilustrado porque descubrir “al enemigo dentro de nosotros” (Todorov, 2012, p. 189) es muchísimo más inquietante que creer que está lejos y es totalmente diferente a cualquier principio o valor que nosotros tengamos. Esta cultura de cancelamiento con la que vivimos actualmente no nos ha vuelto más libres, nos ha vuelto más intolerantes, no nos ha vuelto más justos, nos ha vuelto más frágiles. Nuestra necesidad de pertenecer a un grupo social nos ha hecho desesperados por ser reconocidos individualmente, por lo que cualquier idea que sea contraria a nuestros ideales nos desmonta la idea de nuestra libertad, sin embargo, las diferencias son una parte fundamental del individuo que se relaciona en sociedad, lo que hace el mundo posible y tan diverso para los diferentes puestos de trabajo, políticos y todos los demás, son las diferencias de nuestra condición social, nuestra formación y todo aquello que realmente nos define por cumplir un rol dentro de la sociedad.

¿Es la democracia la solución?

Hemos evidenciado como la democracia con la que soñamos está lejos de aparecer frente a nosotros sin embargo sabemos cuáles son esas cosas que debemos hacer para mejorar la democracia en su generalidad y es equilibrar todos los grandes principios que van más allá de simplemente unas elecciones populares. Si, estamos de acuerdo, el poder del pueblo es la base de esto, pero también necesitamos que ese pueblo tenga fe en el progreso de su estado, garantizar libertades individuales que vayan más allá de la fragilidad de las personas, pues el vivir en sociedad es sinónimo de vivir en conflicto, ojo, no un conflicto violento, sino un conflicto de ideas que nos deben permitir ser tolerantes para poder ser tolerados, garantizar derechos naturales y entender que más allá de nuestro género, raza, descendencia, procedencia, trabajo, clase social, y cualquier otro rasgo con el que las personas se busquen encasillar, somos seres humanos iguales, moriremos iguales, naceremos iguales y esto, aun así, no tiene por qué hacernos iguales ideológicamente.

Es por esto que la democracia cumple un rol sumamente importante dentro de la sociedad, establecer mecanismos claros de elección popular y rutas para toda la población acceder al derecho de elegir y ser elegidos, son necesarios para mantener la vitalidad de la democracia, Norberto Bobbio ya ha señalado la importancia de cómo deben ser las leyes, mediante los hombres, las que se expresen para señalar la voluntad del pueblo, y no al contrario, Pues es además la ley la encargada de proteger la individualidad de todos los firmantes de este pacto social.

Hobbes, Rousseau y Hegel, cuyas teorías acompañan la formación del Estado moderno; se puede dudar de que puedan ser enlistados entre los partidarios del gobierno de la ley, pero, ciertamente, los tres son favorables al primado de la ley como fuente de Derecho, como principal instrumento de dominio y, en cuanto tal, como máxima prerrogativa del poder soberano.

                                                                                   (Bobbio, 1986, p.125)

Si alguien critica la democracia debe inmediatamente proponer un sistema mejor, los estudiantes de ciencias políticas son encargados de analizar sistemas políticos y su desempeño más no de defender la democracia, porque reconocer que existen otros sistemas también hace parte del análisis político constante del panorama internacional, claro está que todos estos otros modelos también son dirigidos por hombres, Hobbes, homo homini lupus, el hombre es un lobo para el hombre (1651). Pensar que existiera una dictadura funcional que velará por los derechos humanos sería el equivalente de un campesino medieval que quisiera un rey que se preocupara por sus súbditos poniendo por encima el bienestar de la mayoría por encima de la del regente, preferir una dictadura implica un examen de conciencia donde se reconozcan el sacrificio de todas las libertades por encima del bienestar colectivo, suponiendo así un pensamiento altruista extremo que incluso niega los planes individuales de los demás, es allí donde entra la democracia, dándonos la posibilidad de elegir sin perder ese plan social que desarrollamos que al mismo tiempo contribuye a generar un sentimiento de pertenencia para ejercer el derecho al voto, y en un país como Colombia, donde nos han arrancado todo, lo único que nos queda es nuestro derecho al voto.

Bien lo dice Todorov, no podemos imponerle el bien a los demás, ni siquiera en esos momentos cuando tenemos la certeza de que nuestra opinión es la que representa el bien (2012 p.192). Tenemos que reconocer que vivimos en un mundo multipolar donde la negociación y el lograr buscar puntos de interés común dan mejores resultados que simplemente ejercer la opresión y la dominación frente a los demás. Lamentablemente mientras los intereses de los grupos sigan siendo diferentes y sea posible agredirnos entre nosotros seguirá siendo necesario la posibilidad de defendernos. Al fin y al cabo, todos somos habitantes de la Tierra y todos estamos implicados en esta aventura, saldremos adelante o fracasaremos, sin importar cuál sea el resultado nos levantaremos o caeremos juntos pues el futuro no depende de las individualidades del ser humano si no de las voluntades colectivas en su bienestar.

Lamentablemente nuestra sociedad cada día se prepara menos para escuchar opiniones en contrario, cada día se vuelve menos tolerante pues el enemigo es marcado todos los días por medios de comunicación, por las personas a nuestro alrededor, incluso por las personas cercanas a nosotros, esto nos ha hecho pensar que tener ideas diferentes a ellos nos podría hacer herirlos, pues entenderían que simplemente no reconocemos su diferencia al nosotros ser diferentes, pero por encima de ideales políticos, condiciones sociales y cualquier otro factor que se pueda ocurrir que demarquen lo que es una persona, entenderemos que somos seres humanos cargando nuestra piedra y aprendiendo el camino, y ese camino el que tenemos que reconocer para poder respetar las opiniones en contrario, pues al fin y al cabo “si te ofenden mis posturas radicales, estás siendo radical, en eso estamos iguales[2].

La democracia es y será imperfecta, es creada por humanos, dirigida por humanos, implementada por humanos, deteriorada por humanos y atentada por humanos, si la democracia es imperfecta, es por su naturaleza humana.

Bibliografía:

 

Bobbio, N. (1986). EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA. Estudios Políticos, 5(2). https://doi.org/10.22201/fcpys.24484903e.1986.2.60044

Hobbes, T. (1651). El Leviatán. Deusto.

Todorov, T. (2012). Los enemigos íntimos de la democracia (2.a ed.). Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. https://cdn.pdfdrive.to/v1/files/8e133fc6-21b9-48d6-9c30-b06bd01e3b25/download?t=twOr0uOKgTmZBjnzBBo70Jj7i5mslT2W

[1] Hip Hop Con100cia #39 – Al2 El Aldeano

[2] Aguanilé – Alcolirykoz

Juan Pablo Cardona Osorio

Mi nombre es Juan Pablo Cardona y actualmente soy estudiante de la facultad de derecho en la Universidad Pontificia Bolivariana, egresado del Colegio Alemán de Medellín, residente en la ciudad de Medellín y apasionado por escribir, me gusta la forma en la que los pensamientos se alinean para plasmarse en el papel y generar una opinión que varias personas puedan compartir y sentirse, tal vez, identificados.

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