Rastreando en la red el origen de la frase muy utilizada para el adorno de discursos veintejulieros “el poder para qué…” coinciden todos los blogueros en que Darío Echandía, Presidente interino entre 1943 y 1944 la tiró al aire después del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en 1948. Ninguno de los artículos da cuenta del contexto en el que la lanzó, y es entendible pues uno de los pésimos aportes de la internet a la humanidad, es que la gente copia y pega sin fundamento, ni escrúpulo, y sin una dosis mínima de curiosidad como para profundizar los textos, y tengo la impresión de que los encargados de controlar la calidad académica de sus educandos poco o nada hacen por exigir más. Es probable que algún día Alfonso Gómez Méndez, hoy vigente columnista y apasionado por la historia, y además chaparraluno como Echandía, nos eche una manito sobre el asunto.
Por ahora divago un poco, y asumo que para esa época de violencia bipartidista entre liberales y conservadores, Echandía que había ocupado altos cargos, hasta ser Presidente en reemplazo de Alfonso López Pumarejo estaba hastiado del poder, y a lo mejor ya entendía que tenerlo, se justificaba sí y solo sí, el propósito era Servir. “¿El poder para qué…?”, diría él, si el derramamiento de sangre en esa época era el costo para conquistarlo.
Me remito a esa frase, y de obligación a aquella época y sus protagonistas porque puede ser el abrebocas de una reflexión que le quisiera proponer a quienes dentro de su proyecto de vida contemplan hacerse al Poder, o que de alguna manera ya creen estar en el túnel que los puede llevar al mismo. Nadie niega que el ser humano, político por naturaleza como lo es en cualquier escala, anhela tenerlo, pero valdría la pena enunciar para qué podría servirle a quien lo busca con ese afán:
- El Poder puede servir para darle gusto al ego, ese animal maldito que todos llevamos dentro, pero que si nos proponemos podemos dominarlo, y el mismo que tiembla ante la presencia de un minúsculo alfiler.
- Puede servir para destruir ilusiones de seres tan divinos y humanos como cualquiera, y sin necesidad de reparar daños morales.
- Puede, quien lo tenga, oír y desoír, responder o no hacerlo, puede darse la razón por encima de mayoría populares…puede incluir y excluir.
- Puede proporcionar elementos, escenarios e insumos para que la justicia prevalezca y la verdad brille.
- Puede construir, puede concertar, puede unir, puede reflexionar, puede revertir decisiones equivocadas, puede pedir perdón, puede convocar,…puede SERVIR. Puede quien lo tenga hacerse querer…y también repudiar.
Escoja amable lector que le apasiona amasar Poder…lo anterior y más, mucho más puede hacer, eso sí, tenga presente que el universo, sabio y sensato juez le sabrá premiar o castigar el uso que del efímero y transitorio privilegio haga. ¡Ah…!: retire de su parlamento la frase chueca y sacada de la alcantarilla de los insensatos, inseguros y llenos de nada: “el poder es pa´ poder”
Desde Guanteros, y como dice Suso el Paspi: el que la entendió, la entendió. Chao.