Han sido diez las reformas tributarias que se han aprobado en Colombia desde comienzos del nuevo milenio, ninguna con efectos reales sobre el constante crecimiento del déficit fiscal, pero ¿Cuál es el problema real y por qué han sido ineficientes?, básico, problemas estructurales en la economía colombiana… esto puede sonar tan cliché, como tan real al tiempo, y es que si nos fijamos las reformas anteriores se han dedicado a satisfacer necesidades temporales de los presidentes de turno, y el recaudo real no se ha visto aumentado en tanto que en el país no se han cimentado pilares fuertes en los que basar el recaudo. Un ejemplo de todo esto puede ser la necesidad constante de depender de los ingresos del petróleo, que han sido siempre la caja menor del gobierno, ingresos que, en las últimas caídas de los precios internacionales, han dejado en más de una vez en jaque al país para subsanar el gasto público y el sostenimiento del estado mismo. De hecho este mismo año de no ser por los excedentes de Ecopetrol y el Banco de la República, Duque se habría encontrado en un panorama peor que en el que está ahora, sin siquiera efectivo para responder a las instituciones estatales (y para rematar, con la brillante solución de vender activos líquidos del gobierno). Entonces, ¿es necesaria una nueva reforma tributaria?, sin pensarlo dos veces, ¡SI!, pero no la que nos quieren meter, que no vuelva a ser la misma situación de años anteriores, el país requiere de una reacomodación completa de los impuestos. No necesitamos que se cree más carga impositiva para generar más ingresos, necesitamos progresividad en los impuestos, que quienes más puedan pagar paguen, y los sectores que mayor participación tengan en el PIB, se les reduzca; ya que son esos los que jalonan la economía.
¿Y la reforma pensional y laboral?, ¡Aún más!, en Colombia el sistema de pensiones está basado en el tradicional régimen solidario de prima media, el cual se basa en el ya conocido «los hijos le pagan la pensión a los padres, y los padres a los abuelos», régimen que venía funcionando bien hasta la década de los 90’s, ¿y por qué dejó de funcionar?, simple, antes el crecimiento de la población mundial era exponencial y constante, lo que aseguraba una solvencia definitiva para las administradoras de fondos de pensionas y cesantías, pero llegamos los Millenials, y los millenials no nos comportamos como el homo economicus, al contrario somos la generación más irracional de la historia en cuanto lo económico se refiere (nótese el sarcasmo), no compramos casa ni carro porque queremos viajar por el mundo, y no tenemos hijos, porque los perros y los gatos tienen más corazón, ¿entonces si no estamos teniendo hijos que coticen su seguridad social en el futuro quien nos va a pagar la pensión?, ¡Exacto!, no hay forma de que el régimen de prima media sea sostenible. Por ende, la siguiente reforma pensional debe contemplar que nos pensionemos con nuestros propios ahorros, y por eso las AFPs deben de velar por el constante rendimiento de los ahorros, para que el dinero no pierda su valor en el tiempo, y así asegurar una pensión digna para todos los colombianos. ¿Y la laboral que?, haber, hay que entender algo, el mundo avanza y con él, el mercado, los esquemas tradicionales de empresas que son los que colocan la plata y a quienes nos legislan, se están encargando de anular el crecimiento de Startups, unircons, fintechs, etc… y hay que entender que estas empresas, Rappi, Uber, Amazon… no nacieron de la nada, llegaron con el avance de las nuevas tecnologías, los smartphones, la inteligencia artificial, y la inminente cuarta revolución industrial. Pero en Colombia estamos convencidos que son el diablo, y hay que sacarlas a toda costa, cuando no nos damos cuentas, que son el futuro y tarde o temprano, ese futuro nos llevará por delante; no las saquemos, hagamos políticas inclusivas, que permitan la integración de todos estos nuevos modelos de negocios en el mercado, ¡pero conservando siempre la integridad y dignidad humana!, si hay que crear un nuevo modelo de pensiones para los rappitenderos y los conductores de Uber, ¡se crea!, el mundo avanza y la política también.