“El decaimiento de la Iglesia Católica no es en vano. Está justificado en buena medida por la incoherencia en la que han caído varios de sus representantes desde distintos ámbitos”.
A finales del 2015, el periodista italiano Gianluigi Nuzzi publicó el libro Vía crucis que denuncia hechos de corrupción que se viven dentro del Vaticano y la compleja situación que le tocó enfrentar al recién nombrado papa Francisco para implementar unas verdaderas reformas que contribuyeran a su promesa de que la Iglesia sea verdaderamente caritativa con misiones que ayuden a los más pobres. El Papa da ejemplo consigo mismo: vive en la residencia de Santa Marta (Vaticano) que es menos espaciosa y lujosa que el Palacio Apostólico donde históricamente viven los papas y convocó a los purpurados y sacerdotes de todo el mundo para que vivan con humildad: “los curas y las monjas tenemos que ser coherentes con la pobreza. Cuando vemos que el primer interés de una institución parroquial o educativa es el dinero, esto es una gran incoherencia”.
Nuzzi denuncia que, por años, cardenales han vivido como reyes en el Vaticano: apartamentos de más de 150 metros cuadrados, pagando arriendos mensuales de más de 3 millones de pesos, que, así y todo, son más baratos que otros de la zona, sin explicación aparente. Independiente del estilo de vida lujosa de buena parte de los cardenales y sacerdotes que contradicen su voto de pobreza, lo que está mal en estos casos es que el costeo de sus lujosas vidas es financiado por el Óbolo de San Pedro sin que el mismo Papa estuviera enterado. El Óbolo de San Pedro son las donaciones que los católicos del mundo le envían al Papa con el fin de ayudar a hacer obras en beneficio de los más necesitados; sin embargo, la mayoría de esas donaciones no van a ese propósito sino para financiar la vida y los refinados gustos de los altos prelados.
Dice Nuzzi que los principales enemigos del papa Francisco están dentro del Vaticano porque empezó a escudriñar a través de un equipo de su entera confianza denominado fuerza de tarea para entender la razón de los cuestionados manejos contables y financieros de la Santa Sede y que iban a dejar a más de un sacerdote en evidencia. Algunos, incluso, fueron arrestados y otros destituidos.
Una de las razones que justifican la elección de Jorge Mario Bergoglio como Papa es que además de ser coherente con su vocación, es de Suramérica, uno de los continentes con más fieles católicos en el mundo, contrario a Europa que cada vez tiene menos católicos y más protestantes o no practicantes. Era estratégico nombrar a un Papa que fuera cercano al mayor número de creyentes para fortalecer el vínculo y el número de fieles.
El decaimiento de la Iglesia Católica no es en vano. Está justificado en buena medida por la incoherencia en la que han caído varios de sus representantes desde distintos ámbitos y que se han denunciado desde distintas maneras: abusos sexuales, condenar injustificadamente en nombre de la fe, llevar vidas ostentosas con el dinero de los fieles sin realmente apostarle a obras de beneficio social. El mismo Papa ha invitado a redefinir el uso de inmuebles de la Iglesia como los seminarios -en los que hay pocos interesados en seguir con la vocación- para que tengan un uso de mayor impacto social.
La reputación se construye con coherencia, como lo ha tratado de hacer Francisco, no sólo basta parecer sino también ser. Es como una porcelana, que después de que se quiebra, así se trate de reconstruir, siempre va a quedar con la fractura. No volverá a ser igual.
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