Ser parte

“El original, del que veía solo la copia artificial, había sido bueno y verdadero”.


El autor Konstantín Stanislavski en su obra “Un actor se prepara” distingue entre el arte de representación y el arte de ser parte relacionado a las formas de actuar que puede expresar un actor.

Las presenta como dos técnicas distintas, dos caminos separados que el actor puede optar para interpretar un personaje, su contexto, sus pensamientos y sobre todo sus emociones.

El autor a través del personaje Tortsov expresa: “En nuestro arte debe vivirse la parte en todos los momentos en que se actúa, en todo tiempo y cada vez”, en cambio en la representación “hay que asombrarse del cuidado y el acabado artístico que requieren, y logran en ocasiones, una forma y un método de actuar permanentes, fijos y que por tanto se producen con cierta frialdad interna… yo sentí, en esos momentos de la actuación de Paul, que el original, del que veía solo la copia artificial, había sido bueno y verdadero”.

Quienes practican el arte de la representación: “primero sienten la parte, pero una vez que lo han hecho no vuelven a sentirla más; meramente recuerdan y repiten movimientos externos, entonaciones, expresiones ya elaboradas desde el principio, y esa repetición carece de emotividad… De hecho, generalmente piensan que es poco conveniente sentir, una vez que tienen decidido cuál es el patrón que seguirán.

En cambio, el ser parte el autor lo presenta como vivir realmente lo que uno está expresando, conectar con la parte a tal punto de sentir esas emociones y que las mismas fluyan con naturalidad de acuerdo a quien las representa y a ese preciso momento, no se basen en movimientos, gesticulaciones y demás representaciones que fríamente consideramos como relacionadas a ciertas emociones.

Ahora yo me pregunto, ¿esto solo sucede en la actuación? ¿Acaso no nos pasa día a día en nuestras vidas?, ¿Cuántas veces una situación nos parece que amerita cierta emoción y reproducimos las expresiones, las reacciones y hasta las palabras que vimos a otros realizar pero sin sentir verdaderamente esa emoción?

La distinción de Stanislavski puede, a mi entender, transportarse sin ningún problema a la forma de vivir que muchos tenemos día a día. Nos olvidamos de ser parte de lo que sucede a nuestro alrededor, elegimos no sentir las emociones, sino simplemente representarlas como creemos que haría alguien que verdaderamente las siente. Es por esto que muchas veces desconocemos nuestras actitudes, incluso no las entendemos.

Construimos determinadas creencias en base a experiencias propias o ajenas en las que nos basamos para “vivir” un momento triste, gracioso o conmovedor, y así nos mantenemos en cierta zona de confort comportándonos como creemos que es ajustado al momento. Pero lo cierto es que no existe la manera correcta de expresar las emociones, como un actor que trae fríamente preparado su papel no damos espacio al sentir, no damos espacio a lo verdadero de la vida.

Seamos ese original y verdadero que se encuentra en nuestro interior, dejemos de lado lo que creemos que debe hacerse en cada situación, salgamos del piloto automático, pero no para tomar el mando, sino para soltarlo, digamos que “si” a lo que salga de nuestro interior y así seremos realmente parte en la obra de nuestras vidas.

Rodrigo Pereira

Soy un apasionado de la reflexión y de las ideas de quienes se han detenido, en este mundo que no para, a ver las cosas de una forma distinta. Mi formación en leyes me permitió cuestionarme más aún las reglas que nos impone la sociedad y cómo todo, absolutamente todo, es diferente dependiendo el punto de vista en el que nos situamos. Firme creyente de que el sabio es el que sabe que no sabe, aspiro cada día a estar un poco más seguro de que efectivamente no sé nada.

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