Para alcanzar el auténtico liderazgo hay que emprender un camino que no todos, o realmente muy pocos, están dispuestos a enfrentar.
A veces pareciera que se ha puesto de moda ser líder. Los encontramos en los gobiernos, las empresas, los barrios, los colegios y en las redes sociales. Tienen el carisma para hacerse seguir y las habilidades para generar discursos creíbles. Sin embargo, el auténtico liderazgo solo es posible alcanzarlo tras emprender un camino de luces y sombras que no todos, o realmente muy pocos, están dispuestos a enfrentar. Por eso, en medio de tantos políticos populares, empresarios exitosos e influenciadores de grandes masas, el líder es único por su espíritu consciente, crítico y transformador, aunque no siempre tenga puesto sobre sí los reflectores… ni le interese tenerlos.
Un líder se transforma y transforma su entorno…
Se transforma transitando hacia creencias, emociones y comportamientos más conscientes, pacíficos, justos, libres y democráticos; y transforma, generando posibilidades para que otros también lo hagan, desarrollen sus capacidades y tengan calidad de vida en armonía con los demás y con la naturaleza. Un líder no puede dar lo que no tiene, por eso su filosofía es “de adentro hacia fuera”.
El propio proceso de transformación personal (espiritual, mental, emocional y físico) genera las condiciones para las transformaciones sociales que debe promover y llevar a cabo.
No existen recetas ni fórmulas mágicas para ser un líder..
Si así fuera, cualquiera podría serlo en la medida que las aprenda y las adapte mecánicamente a sus discursos y hábitos de vida. De hecho, muchos pseudolíderes lo han hecho así, sin pasar el más mínimo concepto o principio por la propia reflexión para incorporarlos de manera consciente a su forma de pensar, sentir y comportarse.
Para ser líder no basta solo con quererlo o con decirlo, ¡hay que decidirlo! Es un proceso de acciones constantes, muchas de ellas silenciosas, hacia el crecimiento integral como seres humanos y ciudadanos democráticos. No basta con desear o predicar ser líder, mucho menos si existe una búsqueda de reconocimiento que parta de intereses particulares como la satisfacción del ego, los privilegios o el incremento del poder por sí mismo.
Un líder es un aprendiz…
Quien aspire a ser un líder, debe primero reconocer las condiciones que lo limitan y lo hacen vulnerable. Pero no para victimizarse o resignarse, sino para asumir la responsabilidad de transformarse día a día, entre las luces y las sombras que implica conocerse a sí mismo, desnudar la propia esencia y estar inmerso en el océano de la vida. Hacerlo con paciencia, prudencia y conciencia, es clave para no desistir, convertir los aprendizajes en transformaciones personales y las transformaciones personales en el carácter o la filosofía que guíe todas sus acciones.
Pero adicional a la transformación personal, el líder debe mantener una disciplina en su preparación intelectual que le permita conocer y entender el mundo en el que vive; pero además, fortalecer sus capacidades socioemocionales para saber relacionarse; sus capacidades comunicativas para escuchar, expresar y comunicar con asertividad; y sus capacidades de gestión para saber encontrar oportunidades de bienestar colectivo. Esta preparación integral es fundamental para el líder, pues jamás podrá exudarse en sus limitaciones humanas o en las circunstancias del medio para tomar decisiones cuando haya que hacerlo, siendo el último en buscar alabanzas por los resultados positivos y el primero en responder por las consecuencias adversas.
Las tres factores claves de un líder: consciencia, criticidad y transformación
Líder consciente: sabe quién es (o busca saberlo), a qué aspira en la vida y con qué fortalezas y debilidades cuenta para la administración de sí mismo, que es la más compleja pero la más importante de todas. Todo su ser es guiado por unos sueños, metas y objetivos que son coherentes con un propósito universal al que están aportando todos los seres humanos con un nivel de conciencia avanzado: el propósito de la paz, el amor, el servicio, la justicia y la transformación.
Pero ser un líder consciente no es una condición del liderazgo que se obtiene automáticamente o de forma igual para todos. Es el resultado de un proceso único, personal e irrepetible de cada ser humano que parte de una insatisfacción hacia las banalidades de la vida, la resistencia al statu quo o a “las cosas como siempre han funcionado”, al piloto automático, a una vida sin sentido y a la búsqueda de respuestas frente a preguntas como quién soy, qué quiero y para qué estoy en el mundo. Un líder consciente, en lugar de omitirlas o esconderlas bajo una vida superficial y no analítica, abraza la crisis, el caos y las dificultades porque reconoce en las circunstancias difíciles la posibilidad de salir de su zona de confort, expandir su conciencia y empezar a pensar, sentir y actuar de manera diferente. El líder consciente entiende que todo en el universo está interconectado y que su palabra, su energía y su comportamiento influye de alguna manera en las realidades propias, de los demás y del entorno. Por eso no lo hace de cualquier forma.
¿Qué hacer para ser más consciente? Experimentar, auto observarse, escribir, meditar, reflexionar, respirar, agradecer, visualizar, trascender.
Líder crítico: reconoce el lugar que habita y las realidades culturales que lo han determinado, identificando lo que es susceptible de conservarse, de cambiarse o de transformarse de acuerdo al propósito universal de avanzar hacia sociedades que garanticen los derechos, desarrollen las capacidades de todos sus integrantes y sean más justas.
El líder crítico responde de manera distinta a los desafíos de la vida, a las dificultades cotidianas y a las circunstancias del entorno. Como cualquier persona, no está exento de los problemas, pero integra con una confianza sin vanidad sus pensamientos, emociones y comportamientos para entenderlos, sobrellevarlos y trascenderlos. No responde con violencia, frustración o engaño porque reconoce su vínculo interior con la paz, la resiliencia y la verdad.
¿Qué hacer para ser más crítico? Leer, formarse, analizar noticias, documentales, series o películas que aporten al conocimiento informado sobre el mundo, generen conciencia sobre los problemas y competencias para ayudar a resolverlos.
Líder transformador: integra su conciencia, su conocimiento y sus capacidades en acciones afirmativas que aporten a una sociedad más democrática, justa y pacífica. Sabe lo que se debe conservar, pero lo cuida por sí mismo promoviendo a que otros también lo hagan; sabe que es lo que se debe cambiar, pero emprende acciones concretas que transformen realidades y mejoren la vida de personas, equipos y comunidades. Entre el saber y el querer, el líder transformador, hace.
¿Qué hacer para ser transformador? Crear o participar de una red, movimiento o grupo que aporte a la solución de alguna problemática actual. Eso permitirá trabajar en equipo y conjugar las propias capacidades con las de otros para contribuir a un propósito común de transformación.
En este trayecto se gesta y evoluciona permanentemente el auténtico líder, pues su rol no es dado por un título o certificado, sino por la búsqueda constante de transformación y por una manera de habitar el mundo que se diferencia del común denominador de la gente que está viviendo en piloto automático.
En la medida en que hayan líderes conscientes, críticos y transformadores -líderes auténticos- ocupando escenarios de deliberación, participación y toma de decisiones, estaremos más de cerca de los cambios que necesita el mundo para convertirse en un lugar mejor para vivir.
Recomendados para ser un líder más consciente
Cinco libros:
El ego es el enemigo – Ryan Holiday
Los cuatro acuerdos – Miguel Ruiz
Las 10 reglas de oro del liderazgo – M.A Soupios, Panos Mourdoukoutas
Juan Salvador Gaviota – Richard Bach
Focus– Daniel Goleman
Cinco películas:
Sueño de fuga – Frank Darabont
McFarland – Niki Caro
El triunfo del espíritu – Stephen Hopkins
Gran Torino – Clint Eastwood, Jr.
Guasón – Todd Phillips
Una serie:
Merlí – Eduard Corté
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