Hace algunas décadas, la llegada del mes de septiembre en México representaba el momento idóneo para festejar nuestra mexicaneidad. Cada persona sentía a su manera la alegría de haber nacido en este país; cada 15 de septiembre se recordaba al “Padre de la Patria”, Don Miguel Hidalgo y Costilla, en un verdadero ambiente de verbena que se vivía durante la ceremonia del Grito de Independencia realizado en las plazas de la capital, estados y municipios. Los hogares se decoraban con arreglos alusivos a la bandera y escudo nacional y demás adornos típicos; la gente preparaba festines familiares con comida mexicana y bebida sin reparar en gastos.
Pero el 15 de septiembre de este año será diferente, aún y cuando nuestro Presidente saldrá a pronunciar un discurso donde enaltecerá a los “héroes” que nos dieron la independencia del yugo Español, no logrará crear la efervescencia en el Pueblo de años anteriores, NO a pesar de sus palabras y de la ceremonia que para tal efecto han preparado, NO, porque en esta ocasión el Pueblo -en su mayoría- sabe que solo serán palabras falsas, huecas, sin sentido; palabras que contrastan con la realidad de la sociedad, que buscarán disfrazar la situación social, político y sobre todo, económica de México. No importará que en su discurso mencione a los héroes que ofrendaron su vida durante el movimiento libertador, tampoco que haga énfasis en el esfuerzo y sacrificio de éstos, y de aquellos que a su vez los siguieron y que de manera injusta la historia los ha dejado sin nombre. Esto será así porque el Pueblo ha comenzado a cuestionar el presente precario y desilusionador que nos devora; ha resentido el alza de los precios generalizada, la poca oferta de empleo, la inseguridad, la violencia; aunado al descaro del discurso político que enaltece avances y logros que sólo quienes están en el poder puede constatar, porque aquellos que integran el grueso de la población, los pobres, no conocen el significado de inversión de grandes capitales, de una macroeconomía estable, de “Reformas Estructurales”, NO, ellos solo tienen hambre, quieren salud, educación, seguridad y otras tantas más.
Por ello, lo que en algún momento fue un momento de júbilo y por ser mexicano, hoy se ha convertido en tema de análisis y crítica ácida, dura, real. Nuestro país, como dice el mismo Presidente, “Está en Movimiento”, el problema es que este es regresivo, va en retroceso, y de ninguna manera se percibe que exista una estrategia que tenga como objetivo el fortalecimiento social e institucional a través de mecanismos que aseguren -al menos- las necesidades básicas de los gobernados.
Sin embargo, lo más preocupante es que esta sociedad que hoy está harta, hastiada de vivir durante generaciones sometida a una vida de carencias, miseria, enfermedad, hambre y trabajo esclavizante, abusada y robada por aquellos que han ocupado el poder; esa que hoy abre los ojos y se da cuenta que no está conforme con lo que tiene, la que se preocupa con la amenaza de un futuro con condiciones aún más difíciles en todos los sentidos, es quizá la principal responsable de los males que nos aquejan como país. Ha sido ella quien ha dejado de lado el bienestar general (el bien común) como valor universal, y ahora se predica bajo la frase “mientras no me pase a mí, no es de mi incumbencia”; Mantiene una doble moral con la que sin lugar a dudas clama por justicia pero evita el esfuerzo para encontrarla. Por ello, resulta simple entender que el Gobierno que hoy tenemos, es el reflejo de nuestra propia sociedad, es un “nosotros” pero a escala, una pequeña pero que representa una muestra tomada del laboratorio social; es el resultado de nuestra acción u omisión, de lo permitido, lo tolerado; es en definitiva el Gobierno que nos merecemos. Recuerdo el pensamiento de Octavio Paz, “una multitud enardecida grita por espacio de una hora, quizá para callar mejor el resto del año”.
La sociedad de México debe trabajar en armonía para lograr lo que en distintos países del mundo, muchos de ellos países hermanos de este continente, han logrado a través de la unión, de la lucha inteligente y basada en la razón más allá del conflicto. Claro ejemplo el que nos acaba de brindar a todos, la República de Guatemala.
Existen otras razones para festejar quienes vivimos en este país; ejemplo nuestra cultura, las tradiciones, nuestra gastronomía; somos un país con destinos paradisiacos y un clima privilegiado, contamos con recursos naturales como pocos en el mundo. Pero nada de ello adquiere valor cuando la sociedad olvida sus deberes cívicos, cuando se abandona a la desidia y se conforma con sólo criticar en lugar de trabajar por obtener, día con día, un cambio en beneficio de la propia Sociedad.
Mis agradecimientos para Santiago Jiménez y Al Poniente por permitir a un Servidor un espacio en este diario, pero de manera especial, a aquellos que prestarán algunos minutos de su tiempo para leer a este mexicano que a la distancia, les relatará de viva voz el acontecer desde esta tierra.
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