Aunque es indiscutible el triunfo que ha tenido la Oposición frente a la no aprobación de reformas políticas y nuevas leyes de corte progresista iniciativas del Gobierno Nacional y el indiscutible éxito de la octava marcha nacional del pasado 20 de junio, todavía queda mucho trecho para las elecciones regionales de octubre, y para que la centro derecha se consolide como poder político de nuevo en el país, y que regrese en 2026 debe tener como claves la autocrítica, la humildad y el realismo político.
“El único que agradece a la vida lo que la vida le da, es el que no espera todo de la vida”
“Cada generación crítica la anterior, para cometer, en circunstancias análogas, el error inverso”
“Las ideas confusas y los estanques turbios parecen profundos”
Nicolás Gómez Dávila, filósofo y políglota colombiano. Co fundador de la Universidad de los Andes (1913-1994)
El triunfalismo callejero y de redes sociales paralelo al muy poco entusiasmo electoral es un mal endémico entre los dos extremos de la opinión pública política del país en la actualidad. Fuerzas que se han caracterizado no solamente por turnarse el Poder y la Oposición como lo son la izquierda amalgamada en el Petrismo contra otra amalgama mal llamada centro derecha colombiana, donde su estructura intermedia partidaria menos peor es el uribismo.
Ver la arrogancia con la que grandes fundadores del Centro Democrático dicen que ya ganaron unas elecciones que faltan cinco meses para que sucedan por unas marchas, es más preocupante para el bienestar político del país de lo que podría pensarse -en estos casos, los conservadores y gomistas en estos casos es como cuando uno habla con el habitante de calle con problemas de drogas de la cuadra o el borracho de la esquina, mucho cuidado pero poca atención-.
Esa misma soberbia tuvo la extrema izquierda frente a las elecciones de los Consejos Municipales de Juventudes de diciembre de 2021. Según el Censo de 2018, Colombia cuenta con una población de 12 millones de jóvenes -categorizados por la Ley como personas entre los 14 a 28 años- y en dichos comicios votaron menos de dos millones de ciudadanos habilitados para votar en esa oportunidad. ¡Siendo la primera vez en la historia de Colombia en que los menores de la edad reglamentaria para el ejercicio del voto que es los 18 años podían ejercer con sus Tarjetas de Identidad!
Este último hecho no es un suceso jurídico menor, que resignifica totalmente desde la filosofía del Derecho, más allá de lo electoral, el concepto de ciudadanía incluyendo de forma real y no retórica a la juventud, que en la Nueva Ley Estatutaria de 2013 y las modificaciones realizadas en 2018, va muchísimo más allá del escenario partidista. Expresiones religiosas, deportivas, culturales, artísticas y musicales son también instancias de participación ciudadana y de transformación de las realidades desde lo público y la Sociedad Civil.
No obstante, así como el novio pobre disimulado que se toma un tinto y le paga un banquete a su novia en el aniversario con la excusa de que “ya había desayunado muy bien” para ocultar que no tiene un peso, pero no quedar mal con su compañera, así son los jóvenes de las estructuras políticas extremistas de izquierda, que salvo los cálculos que traicionan postulados de Lenín e inclusive de Mao Tse Tung sobre el uso de la democracia libreal “burguesa” para destruir el sistema desde dentro no les importaron. Y así, la centro derecha y en menor grado el centro y la centro izquierda conquistaron los Consejos Municipales de Juventud en todo el país. Salvo los enclaves de Cali, Kennedy, Bosa y Usme en Bogotá; los barrios altos de Soacha y otras zonas “rojas” reconocidas del país, ganó la institucionalidad.
¿Pero será que ese pensamiento obtuso, sectario y lejano a la realidad solamente lo tiene la izquierda colombiana? Con el triunfalismo de las marchas -octava vez que se convocan, después de fechas múltiples fracasadas, guerras internas de egos, toma de los partidos políticos “de oposición” en decadencia, sumando a la falta de argumentos y politización excesiva de dichos escenarios-, las jugadas políticas más el “fuego amigo interno” entre funcionarios técnicos y clientela fanática -peleas evidentes en las pugnas de los primeros meses de Gobierno, sobre todo dentro de los ministerio de Minas o entre los ministerios de Agricultura y Ambiente- están llevando al traste las promesas de campaña y la imagen del Estado, invisibilizado cambios positivos para el país que pueden ser mejorados por otras voces desde la Oposición o la Independencia.
Una cifra final: Por tercera vez hasta el 9 de julio, el Centro Democrático corre la cerca para la inscripción de candidatos para las elecciones regionales. ¿Qué significa? Mucho trino en redes, mucha marcha, poco candidato, poco compromiso con la Patria. “Mucho ruido, pocas nueces”…
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