Aunque el concepto no es nuevo, no ha sido lo suficientemente promovido ni se ha adoptado desde la práctica, como sería deseable. Está plasmado en el Informe de Desarrollo Humano de 1994 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y pretende darles respuesta a las necesidades de seguridad que van más allá de la amenaza militar. En el eje de la propuesta está la protección de las personas más que de los territorios, en un mundo que se entiende más conectado, globalizado, en el que las amenazas son variopintas y no necesariamente pueden enfrentarse con una estrategia única.
La Seguridad Humana, como concepto, nos recuerda que en el centro de toda acción oficial deben estar las personas. Que lo que debe mover el ejercicio de lo público es el bienestar de las comunidades. Por eso va más allá de la idea de Seguridad como la hemos conocido, supera el afán de protección del territorio y del Estado, para proponer un concepto más integral, que atiende nuevas amenazas e incluye otras que, aunque existían, no siempre se identificaban o se valoraban de esa manera.
Adoptar el concepto de Seguridad Humana es reiterar nuestra convicción de que se necesita una mirada más holística para hacerle frente a los desafíos de la época y atender las necesidades de nuestra gente. Es ser consecuentes con la lectura de una amenaza de Sindemia a la que solo se puede responder con una acción coordinada, desde distintos frentes y con una estrategia que supera la idea de que la presencia del Estado en el territorio se refleja en aumento de pie de fuerza. Sin duda, ese es un elemento de contención del delito y de preservación del orden, pero no es el único, ni es eficiente si no está acompañado de otros actores y otras estrategias.
Garantizar la Seguridad Humana implica articular esfuerzos de áreas que se deben volver complementarias, aunque antes no lo tenían tan claro. Demanda, por ejemplo, atender las amenazas de desastres derivadas de la acción del hombre sobre el planeta, la crisis alimentaria, el alto de número de desplazados y refugiados, la trata de personas, la falta de agua potable, garantizar la atención en salud de todas las personas. Es decir, se concentra en proteger a las personas, pero también en brindarles oportunidades para que puedan desarrollarse. Que puedan vivir “libres de necesidad” y “libres de temor”. Dicho de otro modo, se trata de mejorar y ampliar las capacidades y al mismo tiempo las libertades de las personas.
Si algo nos ha enseñado hasta la saciedad esta época de pandemia es que el mundo no es un lugar seguro y que no hay enemigos pequeños. Hoy, cuando un virus microscópico ha logrado encerrar a las personas en todo el planeta y desacelerar la frenética búsqueda de bienes y riqueza, se nos ha hecho más evidente lo vulnerables que somos, igual a las guerras entre estados que a los conflictos armados internos, a la inestabilidad económica o financiera, a la degradación del planeta, al hambre, a la erosión costera, a la delincuencia común, a una epidemia como ésta. La única manera de enfrentar esas y otras amenazas reales, presentes, es mediante la acción coordinada e integrada de distintas áreas y disciplinas con un propósito común: la protección de la vida digna.
El mencionado informe de PNUD de 1994, estableció también el IDH, índice de desarrollo humano, que introdujo el argumento de que la mejor manera de luchar contra la inseguridad global es garantizar las libertades, la ausencia de necesidad y de miedo: “libertad del deseo” y “libertad del miedo”. Por eso, es un concepto integrador que supera la idea defensiva militar de la seguridad, e incorpora otra visión de profundo calado, el de la escala humana. Más allá de la seguridad nacional o la integridad del territorio, son las personas; sus derechos y sus libertades, que necesitan de oportunidades para desarrollarse. Si se quiere, es ampliar el horizonte para ver mejor lo más cercano.
Naciones Unidas propone siete categorías para garantizar la Seguridad Humana: seguridad económica, seguridad alimentaria, seguridad en salud, seguridad ambiental, seguridad personal, seguridad comunitaria y seguridad política. Son áreas gruesas que pueden desglosarse de acuerdo con las necesidades o las visiones políticas, pero, sobre todo, que deben entenderse para establecer los medios y las estrategias que permitan su materialización. Como dijimos, no es un concepto nuevo, pero tampoco es una idea generalizada, más allá de los ámbitos académicos, a pesar de que varios países la han incorporado en sus declaraciones políticas. Hoy, la realidad muestra que estamos lejos de ese ideal y que debemos empeñarnos más en el desarrollo y en la promoción de condiciones de todo tipo, económicas, políticas, sociales, que granicen mayores niveles de bienestar a las personas.
Y la Seguridad Humana implica también entender que, en un mundo globalizado, lo que amenaza a un grupo nos pone en riesgo a todos. Es un concepto denominado “vulnerabilidad mutua” que implica que la fortaleza o solidez del conjunto dependen de los eslabones más débiles. Mientras los sectores más marginales estén expuestos a la inseguridad, en cualquiera de sus dimensiones, todas las partes serán vulnerables. De allí que la meta de la Seguridad Humana es la reducción del riesgo colectivo.
Un concepto como éste, gravita sobre la necesidad de entender las causas y las manifestaciones de la inseguridad, para poder enfrentarlas. De modo que la prevención tiene un papel esencial en la implementación de la Seguridad Humana. Prevención que tiene que ver con la vida cotidiana de las personas y de las instituciones, para contrarrestar las amenazas, en un mundo en el que el crimen organizado y la violencia viven en constante aumento y se alimentan de elementos como las desigualdades y la debilidad institucional.
Un gobierno como el que dirige Aníbal Gaviria Correa en Antioquia, centrado en la defensa y la protección de la vida, cuyos pilares son la unidad, la equidad, la justicia y la transparencia, no puede más que apropiar el concepto de Seguridad Humana para atacar las múltiples amenazas y vulnerabilidades, para buscar respuestas integrales a los problemas estructurales. La inclusión del concepto de seguridad humana en la línea 4 del Plan de desarrollo, Nuestra vida fue el primer paso para abordar de manera integral los grandes retos del departamento. La creación de la Secretaría Regional y Sectorial de Seguridad Humana con la expedición del decreto que define la modernización de la estructura de la gobernación, es un paso firme en la dirección de consolidar este abordaje en las políticas, programas y proyectos que contribuirán a mejorar el bienestar de la población del departamento.
Ese es nuestro sueño, nuestro compromiso.
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