“Creo en las segundas y nuevas oportunidades, porque nos dan la posibilidad de reivindicarnos; sin embargo, cuando cometemos errores, se deben asumir incluyendo las graves consecuencias”.
El nombramiento de Armando Benedetti como jefe de gabinete del gobierno de Gustavo Petro fue el detonante de una nueva crisis ministerial. Petro, desde campaña, enarboló las banderas del feminismo y la lucha contra la corrupción. Ni Benedetti, ni Olmedo López, ni Sneyder Pinilla, ni Carlos Ramón González, ni Sandra Ortiz, quienes han participado del gobierno de Petro y que se han tenido que hacer a un lado por las investigaciones en su contra (a excepción de Benedetti), no representan esas banderas con las que este gobierno llegó. Que Benedetti continúe en el gobierno nacional motivó el reproche de varios ministros y directores del alto gobierno al presidente de la República y que todo el país tuvo la oportunidad de ver en ese famoso consejo de ministros transmitido en vivo hace dos semanas.
El primer defensor de Benedetti es el propio presidente Petro, y no sabemos por qué. Lo ha mantenido contra costa y marea en diversos cargos: embajador en Venezuela, embajador ante la FAO y ahora jefe de gabinete. Es el poder detrás del poder. Benedetti tiene control frente a Petro. El presidente cede a sus pretensiones a pesar de sus escándalos.
Se lo dejó claro a sus ministros y les dijo que Benedetti merecía una segunda oportunidad, que nadie era perfecto y que como todo ser humano tiene sus cosas buenas; sin embargo, Benedetti ha tenido más de una segunda oportunidad en este mismo gobierno. Siendo embajador en Venezuela tuvo el bochornoso escándalo con Laura Sarabia, la otra escudera de Petro a quien amenazó (y con ello a Petro) de contar todas las irregularidades que hubo en la campaña presidencial; estando en la FAO, fue denunciado por su esposa por maltrato intrafamiliar; el excanciller Leyva lo acusó de ser adicto a las drogas y al alcohol.
Ese comportamiento no se lo perdonan varios de los alfiles políticos de Petro: Francia Márquez, Gustavo Bolívar, Susana Muhamad y menos entienden la postura del presidente de la República de mantenerlo en el gobierno y ponerlo como su jefe a pesar de que es la antítesis de lo que este gobierno prometió.
Por supuesto que podemos equivocarnos, de hecho, cometer errores es una condición natural del ser humano, y eso hace que siempre seamos merecedores de nuevas oportunidades; pero cuando nos equivocamos debemos ser conscientes de los errores cometidos para no volver a caer y así trabajar en nuestra mejor versión; de lo contrario nos quedamos en un círculo vicioso y no avanzamos.
Sin embargo, hay personajes como Benedetti que se quedan en el mismo círculo y reinciden en sus mismas equivocaciones. En el fondo no les interesa cambiar, son felices como son, así afecten a terceros. Les interesa es su propio bienestar a costillas de los demás y esa es la frustración de varios de los escuderos del presidente de la República.
Creo en las segundas y nuevas oportunidades, porque nos dan la posibilidad de reivindicarnos; sin embargo, cuando cometemos errores, se deben asumir incluyendo las graves consecuencias que estas puedan traer, como la que sufrió recientemente la influenciadora digital Epa Colombia de ir a la cárcel por dañar bienes públicos como el Transmilenio; no pagar las consecuencias mandaría un mal mensaje de impunidad en el país.
Si nos dan una nueva oportunidad y seguimos los mismos patrones de equivocación, será una oportunidad perdida y quién sabe, si, como Benedetti, tendremos más.
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