La propuesta del Gobernador Andrés Julián Rendón es absolutamente pertinente y urgente. Sin embargo, preocupa que sea casi un pecado hablar de autonomía regional y andar a la defensiva permanentemente para explicarla.
¿Acaso debatir la autonomía regional es un pecado mortal? ¿o la federalización? ¿o la independencia?
La propuesta de referendo de autonomía regional tiene que salir del acomplejamiento defensivo, el mismo que tienen las mujeres berracas y lindas, que les toca explicar que además son inteligentes como si sus logros no fueran suficientes.
Antioquia tiene sobradas capacidades para avanzar en autonomía. Que se haya quedado sin delegación minera es producto de una falta de perrenque en el avance de las funciones departamentales. Quién debería tener delegado el tema minero es el gobierno nacional no el departamental. De manera accidental y provisional temas como el minero deberían llegar al nivel más lejano a la gente, y solamente de manera accidental y provisional.
Si algo llega al nivel nacional es un mal no un bien. Lo que hace el nivel nacional debe entenderse como el andar en muletas, se usan mientras se mejora, pero alguien ha pensado ponerle muletas a un ciclista de alta montaña cuándo está en lo mejor de su momento deportivo.
Usar muletas para montar cicla es lo que tiene que hacer Antioquia con la minería secuestrada por el nivel nacional, y justo en el momento de alta demanda de los minerales críticos que tiene el departamento. Le pusieron la muleta justo cuándo se había escapado del lote.
Alta velocidad: ¿a Bogotá o a Urabá?
El centralismo antioqueño es duro de cambiar, los más centralistas en Antioquia viven con ese temor mojigato de asum dencia, federalismo o secesión fuera parecido a usar lenguaje soez frente a unas monjas.
¡Dios los ampare de pensar por fuera de la lógica del centralismo! … se sonrojan.
Y está tan asumido el centralismo que incluso personas que piensan en otro clave como el ex-gobernador Anibal Gaviria terminan pagando el peaje intelectual de hacerle reverencia al centro, casi como cuándo un ateo pasa persignándose frente a una iglesia, por si acaso.
No se puede lograr una “Antioquia Corazón Verde de América” sin tener cierta lectura federalista que se salta desde la visión al nivel nacional. Y con todo y eso, Anibal Gaviria como queriendose congraciarse con una autoridad superior cuando lanzó el Banco de Proyectos le dio más importancia al Tren de Alta Velocidad a Bogotá que al desarrollo ferrocarril hacia el Urabá.
La Alta Velocidad férrea se necesita hacia Urabá, incluso es más importante para Colombia ese proyecto que facilitarles el escape a los bogotanos. Si se quiere que Antioquia sea el “Corazón Verde de América” el acelerador se le tiene que poner a la infraestructura hacia el mar. No creando una fase futurista de un metro que no se ha terminado. Si Bogotá necesita un tren de alta velocidad en el próximo siglo, que ponga la plata, o una gran parte de ella. Pero Antioquia y Colombia necesitan la vía férrea al mar, y si eso no se hizo visible, fue por los rezagos de mojigatería centralista del ex-Gobernador.
El futuro de Colombia: La Interdepartamentalidad
Incluso ese tren de Alta Velocidad entre Bogotá y Medellín bien lo pueden financiar tanto Bogotá, como Medellín, e intermedias. Claramente le sirve a todo el Río Magdalena. Tolima, Caldas, Boyacá y Santander también deberían pensar en poner plata para eso.
¿Pero por qué tienen que poner dinero Nariño y Cauca? Es un proyecto lindo, lindo, pero allá tienen otras prioridades. No es necesario convertir todo proyecto interdepartamental en uno nacional.
Es la versión contraria de Humberto de la Calle que habla de la “equidad nacional”. Con mayor autonomía territorial los departamentos pueden encontrar espacios de cooperación y creación de círculos virtuosos lejos de los traficantes de centralismo.
El Río Magdalena sin duda sería uno de los más beneficiados en darle énfasis a lo interdepartamental. Como ejemplo, ahí está Cormagdalena, una solución centralista a un desafío interdepartamental.
La Secesión vs el Totalitarismo
La historia de Romeo y Julieta es el drama de dos enamorados a los cuáles se les niega la soberanía individual. Prima el interés de los Capuleto y los Montesco por encima de los de sus miembros.
Para ser Capuleto no se puede ser Julieta. Para ser Montesco no se puede ser Romeo.
Y ahí es dónde lo general asesina lo particular con un tono arrogante. Lo colectivo asfixia lo individual. El afán de la identificación devora el surgimiento de la identidad. La etiqueta de clase diluye las características del caso.
No es de extrañar que la Constitución de 1886 se diera en medio del momentum bismarckiano con el ascenso de un Estado antiliberal cuya consecuencia final sería el nacional-socialismo.
El poder anhelado para el Kaiser termina madurado para el Führer.
Y en medio de esa propaganda global antiliberal se creó el condicionamiento de renegar de lo federal, de lo genuinamente liberal, de lo individual.
No es casualidad que la Constitución de 1991 que quiso avanzar en la liberación de Colombia del pacto de no competencia del Frente Nacional haya permitido la elección de gobernadores. Como tampoco es coincidencia que se diera después del colapso del totalitarismo soviético.
Corren nuevos tiempos. En el continente colapsa el Socialismo del Siglo XXI, es el tiempo preciso para revisar los supuestos básicos. Anhelar más libertad no es un pecado, al contrario, la otra cara de la libertad es la responsabilidad.
Las reflexiones de secesión que tanto estupor causan en los estatistas crean entusiasmo en los amantes de la soberanía individual, no es por nada que las dos cosas tienen parentesco con otra palabra muy querida: independencia. O dicho en antioqueño actual: autonomía.
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