“Los teatreros vivimos de la esperanza, del aire, a veces de la solidaridad de nosotros mismos”. Un poco de maquillaje, 2 o 3 pinzas para sostener su peinado, un vestido blanco con flores rosas, unos tacones que la hacen ver atractiva y un vaso de agua antes del espectáculo. Teatro está lista para su obra. La función de esta noche no es del todo ficción. Cada momento de su vida retratado en una escena, los obstáculos que se han cruzado, los que han hecho parte de ella, los que la han ayudado y los que no. No se rinde, el amor que se tiene a sí misma es el impulso para salir al escenario. Muchos dicen que está agonizando. Pero que sea ella misma quien responda.
ESCENA 1: Comienzos del teatro en Medellín
TEATRO: Llevo años en la ciudad. Cuando llegué fui la novedad para todos, añoraban ir a verme en cada una de las salas de Medellín, mis obras lo ameritaban, me fui convirtiendo en tradición.
Recuerdo que hacia el año 1831 se reunieron un grupo de prestigiosas personas para solicitar al gobernador la construcción de un teatro en lo que hoy en día es el Claustro de San Ignacio, entre ellos Miguel Uribe Restrepo, Rafael Navarro, Mariano Ospina Rodríguez, Pedro Moreno, entre otros. La solicitud fue concedida. Para ese entonces, ni siquiera estaba claro la idea de la representación teatral, así que se basaron en la tragedia.
Eladio Gónima dice que “el decorado era primitivo: una sábana colorada de telón y sábanas blancas con más o menos manchas que figuraban ‘Sala’, ‘Jardín’ y ‘Cárcel’”. Las luces se basaban en cazuelitas de barro con sebo y una mecha de lienzo. Los músicos eran dos clarinetes, una corneta, un bombo y un redoblante. La primera obra fue “Jara” de Voltaire.
Así empezaron a pasar los años y a llegar actores e interesados en este arte. La técnica y el género fue mejorando y, junto con ello, llegó una serie de instrumentos y espacios para la preparación y presentación de las obras.
ESCENA 2: La felicidad no es para siempre
Muchos años después, lo que en un inicio fue una novedad, pasó a una etapa de decadencia con sus públicos. Los grandes teatreros de la ciudad empezaron a ingeniarse maneras de innovar en los contenidos y también de sostenerse económicamente. El apoyo recibido por las entidades públicas era poco y no alcanzaba a solventar todo lo que implicaba realizar una buena obra.
Apareció Gilberto Martínez, uno de los teóricos de teatro más importantes de la ciudad y del país, quien fundó la Corporación Casa del Teatro de Medellín, un ícono de nuestra cultura que todavía sobrevive.
Martínez escribió una carta abierta en la que expresa una preocupación frente a lo que el teatro en algún momento de la historia comenzó a vivir. “… nosotros, con lo que sabemos hacer queremos construir un teatro de comunicación… Nos referimos a un teatro hecho, en términos estructurales, no a partir de la libre concurrencia, tomándolo por mercancía, por un simple objeto productivo. EL ARTE NO ES ESO… Cabe, desde luego que, en pintura, como en teatro, hay quien no persiga otra finalidad que la de obtener beneficio económico… Un teatro que no puede estar sometido a la ley de la oferta y la demanda.
Solidarizándonos con los planteamientos mencionados somos conscientes de que este tipo de actividad no es posible sin la colaboración y participación de todos aquellos que están en una u otra forma construyendo la identidad cultural de nuestro país…”
De algún modo, el Estado tiene el compromiso de crear identidad colombiana, sin embargo, el poco apoyo brindado para este sector ha ocasionado que muchos grupos y salas hayan ido desapareciendo y, a la par, que el teatro no tenga el apogeo inicial.
ESCENA 3: Los teatreros de la ciudad se empiezan a preocupar
Hace 19 años se publicó un artículo en el periódico El Mundo, en él se expresaba lo siguiente, “El teatro en Medellín empieza a recular, empiezan los equipos de producción a mostrar grandes debilidades. Si se quiere sobrevivir como grupo y entidad, el teatro debe ayudarse con programación de cine, talleres, exhibición de pinturas, programación musical, vídeos; terminaremos todos los teatros de Medellín convertidos en Casas de la Cultura: arte francés, decoración, floristería, peluquería, acuñadas con venta de materas, aguacates y haciendo hojales y zig-zag (pasamos trabajos a máquina, fotocopias, se aplican inyecciones, si hay obleas, venta de cremas, reparamos sombrillas)”.
Son múltiples factores los que llevan a deducir este tipo de hipótesis: la falta de recursos, de espacios, de públicos y hasta la calidad de los contenidos que se están ofreciendo. Lo preocupante es que no es un problema nuevo, sino que se viene alertando desde hace mucho y aún no se logra dar una solución.
ESCENA 4: En vez de aumentar, disminuyen los apoyos
Aparece de nuevo la Alcaldía de Medellín con sus programas que no duran nada. El Festival de Teatro Juvenil de Envigado fue clausurado. El evento era un espacio para que los estudiantes de los colegios cada año exhibieran las obras de su propia autoría y con excelentes montajes. Era considerado por la ciudadanía como uno de los mejores eventos para la recreación, la enseñanza y la creación de todo Antioquia. Sin embargo, la administración consideró que no era importante y lo acabó.
Carlos Álvarez, director del Circo Medellín expresó que, “Somos más felices haciendo teatro que teniendo mucho dinero. Vivimos de una manera precaria, pero estamos resistiendo, siempre con la esperanza viva de que va a venir la gente, que estamos haciendo una labor que es necesaria. Vivimos de la esperanza, del aire, a veces de la solidaridad de nosotros mismos”.
El presupuesto es poco para la gran cantidad de grupos teatrales que hay en la ciudad.
De los programas de apoyo que existen están las Becas de Creación, donde artistas de artes escénicas como títeres, teatro, circo, teatro callejero y magia se presenta con unas propuestas de creación de obras y son sometidos a un jurado; para ello hay unos premios establecidos. El Ministerio de Cultura también oferta ese programa, pero, según varios teatreros, parece ser que tiene más presupuesto la Alcaldía de Medellín que el propio Ministerio.
ESCENA 5: ¿Qué dice la Alcaldía de Medellín?
Según Carolina Arroyave, coordinadora del programa Ciudad de Artistas, las instituciones de teatro dependen mucho del recurso público. Si la Alcaldía no les da un apoyo, ellos mueren. Algunos se han gestionado con entidades privadas, son innovadores, no se quedan en lo mismo, remodelan sus salas.
Durante el 2017 se destinaron $3.256.335.447 en teatro. Se presentaron 380 propuestas y se apoyaron 174.
El programa bandera es Salas Abiertas, recurso que se les da a 30 salas de teatro para que los últimos miércoles de cada mes la entrada sea libre. En 2017 se destinaron $1.666.187.445 para 25 de las 27 propuestas presentadas.
Otro programa es Medellín Ciudad de Artistas, en este el público es el turista. Algunos de los teatros que hace parte son El Teatrico, La Pascasia, Casa Teatro El Poblado, Matacandelas, entre otros. En este se apoya a las salas para que se consoliden con una buena obra.
Convocatorias Públicas es la forma más democrática de que todos accedan al recurso público. Este año son 14.000 millones de pesos, pero que no son solo para teatro, sino para todo el sector artístico.
Finalmente, está el Presupuesto para Infraestructura con el Ministerio de Cultura que se basa en la Ley de Espectáculos Públicos, que es cuando se hace eventos grandes, por cada boleta, cierto porcentaje se va para una bolsa del MinCultura y ellos se encargan de entregarlo para silletería, iluminación, infraestructura. Durante el 2014 se destinaron $3.101.133.023 ($1.551.554.596 en dotación y $1.549.587.427 en construcción, mejoramiento y adecuación). Y en 2016 se destinaron $1.676.935.885 ($1.182.000.000 en dotación y $494.935.885 en mejoramiento y adecuación).
Sin embargo, la Secretaría de Cultura dice que los teatreros no tienen otras estrategias, otras alternativas o simplemente no se presentan a las convocatorias. A veces se presentan una vez y si no ganan, no se vuelven a presentar.
ESCENA 6: Lo que responden los teatreros
El programa Salas Abiertas entrega cada año entre cincuenta y setenta millones de pesos, no obstante, las condiciones establecidas ponen en jaque a más de un teatro.
Justo cuando el grupo de teatro La Exfanfarria, después de 40 años de fundado, cerraba sus puertas para siempre, el 2 de diciembre de 2016; Beatriz Hernández decía, “Las exigencias estatales; o sea, la manera como está concebido el negocio teatral nos convierte a nosotros los actores en gerentes de industrias culturales (…) Nosotros no somos administradores y no nos podemos dar el lujo de contratar uno. En esencia, somos creadores y dramaturgos”.
Y es que además para aplicar a la convocatoria se deben de presentar una serie de documentos que no todas las salas tienen, como por ejemplo el certificado de la Cámara de Comercio en el que se compruebe el número de años que tiene el teatro, esto les dará una calificación entre 5 y 10 puntos. También, los artistas se dieron cuenta que se pedía mencionar en el mismo documento que la sala estaba abierta y que contaba con programación permanente, sabiendo que el certificado no especificaba la programación de las salas.
Asimismo, se les solicitaba, como requisito de calificación, la presencia, en algún momento, de invitados nacionales e internacionales, frente a lo que Catalina Murillo expresó, “Si bien todos hemos tenido algún invitado nacional o internacional, no queremos que esa sea una exigencia del programa como tal porque nosotros no contamos con el presupuesto para traer a un equipo y mantenerlo acá. Ya es bastante complicado tener la casa funcionando como para decir que vamos a traer a un grupo”.
Como si fuera poco, deben presentar un certificado vigente de seguridad que es expedido por el Cuerpo de Bomberos de Medellín, frente a eso, Iván Zapata expresa que, “Cada año tenemos que pagar entre trescientos cincuenta y cuatrocientos mil pesos para que Bomberos nos dé un paz y salvo. Y no es solamente eso (…) Bomberos nos dice que tenemos que reformar, lo que se convierten en ochocientos, un millón y hasta un millón y medio de pesos, que, a principio de año, para entidades como nosotros, sin ánimo de lucro y tan débiles financieramente, se nos vuelve todo un problema conseguir”.
El otro problema es que cada teatro solo puede ganar máximo tres convocatorias al año y si una de ellas es Salas Abiertas, no pueden acceder al presupuesto de creación.
Una encuesta de 50 personas arrojó que el 91,3% considera que los teatreros no reciben el apoyo suficiente para sostenerse y solo el 8,7% cree que sí.
Según la Encuesta de Percepción Ciudadana Medellín Cómo Vamos 2016, “En el caso de Hora 25, una sala íntima con menos de cien butacas, el aporte de Salas Abiertas (durante los ocho meses del programa) representa aproximadamente el 18 por ciento de los gastos generales de la sala. Para Pequeño Teatro, una de las salas más grandes, que participa del proyecto con un aforo total de quinientos asientos, el estímulo sólo representa el 7% de los ingresos del año”.
A cambio de ese presupuesto, las salas deben:
- Realizar ocho funciones de entrada libre.
- Mantener siempre visible en la sala el pendón publicitario de Salas Abiertas.
- Incluir el logo de la Alcaldía en todas las piezas gráficas y publicitarias.
- Tener una programación permanente durante todo el año.
- Invertir en el mejoramiento de la sala.
- Traer invitados nacionales e internacionales.
Al preguntarle a Carlos Álvarez sobre la corrupción que pudiera existir en los programas del Estado, dice que no hay tanta corrupción, lo que hay es falta de interés del Estado, de empezar los contratos a principio del año, a veces hacen las convocatorias al final del año, hacen las cosas por hacerlas, los presupuestos a veces los devuelven. No tanto corrupción, más bien como desidia de los funcionarios.
ESCENA 7 FINAL: ¿EL TEATRO ESTÁ EN CRISIS?
“El teatro siempre está en una búsqueda, experimentando, está en una lucha permanente de salir adelante, de llevar los mensajes, de ser destacable. Es que hay mucha competencia, por ejemplo, con el fútbol, con otras formas de entretenimiento. Es muy difícil dedicarse a este trabajo”, expresa Álvarez.
Cristóbal Peláez González, en su escrito “El teatro solo morirá con el último espectador”, dice, “El teatro en Medellín, en este medio hostil, aldeano, agoniza entre el pánico y la crisis: unos trabajan a contraviento, los otros zozobran, unos tantos esperan la calma chicha y otros más conservan su nombre y hacen la mímica de que trabajan. Y de las escuelas salen graduados y diplomados a tratar de reubicarse en peluquerías, fábricas y oficinas. No nace nada nuevo, no hay nuevos proyectos, y muchos son actores porque alcanzan a realizar dos presentaciones al año, una en Medellín y otra, si esta de suerte, en la Ceja o en Titiribí. Tal vez el teatro no ha desaparecido del todo por el alto porcentaje de desempleo”.
Definitivamente las nuevas modalidades de entretenimiento son competencia directa para el teatro, entre ellos la televisión, el cine, Netflix, internet, los conciertos o salir de rumba. Es que la boletería de una sola obra puede costar ente 10.000, 15.000 o 20.000, sin mencionar que el montaje se puede llevar entre dos y tres millones de pesos. De 50 personas encuestadas, el 65,2% prefiere ir a cine y solo el 34,8% a teatro.
Pero se ha puesto usted a pensar, ¿qué sería de Medellín sin teatro? Una ciudad sin ese espacio donde reír, pensar y soñar y que no pase como en el Teatro Carlos Vieco que se lo está comiendo la maleza o que haya que hacer otra “abrazatón” para pedir apoyo estatal.
Un teatro sin público no es posible. El público y la escena solo lo separan un telón. Es todo un esfuerzo para dar la fusión de la realidad.
“Yo creo que hoy en día va un poquitico más de gente, cada vez vamos conquistando un poquitico más, pero es muy lenta. La gente no ha dejado de ir, apenas está comenzando a ir”, concluye Carlos.
En definitiva, el teatro no ha muerto, pero está propenso a ello si no se buscan maneras y alternativas de atraer públicos y sostenerse económicamente. La Administración sí ofrece unos recursos, pero no son suficientes o son muy complejos de ganar por los requisitos que impone la Alcaldía. Los ciudadanos no conocen toda la oferta y salas de teatro de la ciudad, por lo que el público se reduce, falta publicidad para sus públicos. El teatro debe repensarse en este momento que tiene tanta competencia, de lo contrario, podría cerrarse el telón para siempre.
TEATRO: No me rendiré, seguiré mi camino arrastrada, con las piernas raspadas para llegar. Nadie me dijo que sería fácil. Pero si se ama lo que se hace, no importa lo que pase. Ha pasado el tiempo y no he muerto. Pero no sé cuánto más vaya a aguantar.