Se abre el telón

“La facilidad de escribir cartas debe haber traído al mundo una terrible perturbación de las almas” Kafka.


 

Máquinas animosas en búsqueda de placer, el espectáculo ha comenzado, se abre el telón y el contenido parece ser interminable. La contienda por el saber esta nublada y opaca, quienes la persiguen en este espacio, no son sino frágiles almas en búsqueda de explicaciones, se alejan de ese inmenso teatro, la razón los guía hacia la salida, la voluntad los sostiene.

En este lugar, la intimidad es el centro de atención de la gran mayoría, la privacidad no es más que un pasado que se dedicaba a contar secretos entre unos cuantos, o ha mostrarse cartas con fines de distribuir el dialogo de manera exclusiva; el entretenimiento de vidas anodinas, carentes de pretensiones, se desvisten ante la pantalla observada por millones de ojos que lo único que desean, es alimentar el vacío de sus mentes.

El prototipo es el mismo, aún cuando se muestran en diferentes formas y presentaciones. Figuras humanas siendo guiadas por la vanidad y el ego. Aquí el protagonista recibe elogios en símbolos de corazón, cree cambiar el mundo con su idiotez, imita a otros con la sensación de que se siente único e irrepetible. A propósito, Guy Debord expresaba que: “Nuestro tiempo prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la presentación a la realidad, la apariencia al ser”.

Lo aurático se percibe a leguas, pero solo logran verlo quienes reconocen allí la falsedad de esa miasma maquillada de sonrisas vacuas, cuerpos en búsqueda de perfección, lujos desenfrenados dignos de ser envidiados, reflexiones de sujetos que creen acercarse a lo ignoto cuando no son más que lo mismo de siempre, es decir, no hay nada.

La ignorancia siempre ha existido, y más cuando se paga por ella, peor aún se le designa un valor que esclaviza a 48 cuotas mensuales, de modo que se pueda acceder ante tanta farándula repleta de capitalismo con cara de serotonina.

Luego de ser esclavizado y trabajar para ese objeto, con solo un movimiento de dedos se observa “todo”, se abren ventanas digitales para que el sujeto vea los reflejos de narcisos, y estos llegan en forma de emoticones y comentarios. Allí se actúa como si el ocio carente de información útil, fuese lo único que importara.

El progreso solo se manifiesta en términos monetarios y materiales, no percibe la tristeza, parece que toda vida es digna de admiración, esa gran mayoría de usuarios anhelan acudir al show de la fama, mostrarle a los demás la vida que tienen. Quien no esta allí, parece no existir, más allá que pueda hablarles, acompañarlos y respirarles en el cuello, lo que existe debe ser registrado, para luego ser publicado.

El telón se ha levantado, recibe millones de idiotas las 24 horas del día los cuales consumen mierda con sabor a espectáculo.

Sebastián Restrepo Moncada

Licenciado en educación física y deportes, especialista en pedagogía y didáctica. Magister en educación. Docente.

Centro mi atención especialmente en las ciencias humanas y la reflexión que gira en torno a las problemáticas del uso de las redes sociales. Además, curioso de la filosofía, la educación, el deporte, la literatura y todo lo que permite generar diálogo y reflexión.

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