Salud mental e hiperproductividad

otras ciencias de la salud mental también han perdido su rumbo, el positivismo les ha arrebatado la capacidad de analizar críticamente y, con la tutela del capitalismo, se han centrado en culpar al individuo por todo lo que vive y siente, dejando de lado todo el constructo social global y las nuevas dinámicas de la sociedad que, al final, son las que están motivando este aumento indiscriminado de trastornos mentales e individuos que, bajo la mirada normalizada de la ciudadanía, caen de las azoteas y se arrojan a las vías del tren


La búsqueda de la satisfacción de necesidades humanas, por las cuales los sistemas productivos se especializaron y mejoraron incansablemente en las últimas décadas, ha tomado un rumbo completamente diferente, el ideal narrado por Adam Smith ha volcado incluso sus anhelos más ambiciosos y se ha convertido a la sociedad en un entorno imparable que no encuentra su progreso diario en un fin, sino que se es a sí misma un fin, una utopía de progreso sin punto de llegada, una aceleración constante de toda su maquinaria para no llegar a ningún lado.

Podríamos peguntar a algunos de los individuos más acaudalados del mundo cuál es el límite que han establecido para la acumulación de capital y poder, resaltando que bajo nuestra dinámica actual, el capital es en su mismo valor, el poder absoluto, y no obtendríamos respuestas que encuentren sus bases en alguna lógica, algunos desean solo un poco más de poder, otros, algunos lujos más, otros quizás el hecho de sentir que la existencia presenta algún sentido en la acumulación y la obtención de capital, por ello no dudan en regalar partes enormes de sus fortunas para luego recuperarlas de nuevo, esta tendencia de riqueza y poder incomprensible, ha sumido al mundo entero en un frenesí de hiperconsumo que no parece tener mucho sentido y que, se ha valido de todas las herramientas para que todo individuo se vea involucrado en ello.

Agotar la finitud de nuestros recursos naturales para extraer más minerales y crear en algún garaje chino cien millones de paraguas más, que se romperán a la semana, es sin duda el mayor peligro que enfrentamos en una sociedad hiperproductiva, sin embargo, no es para nada nuestro único riesgo como especie bajo la lógica de vida que hemos establecido como especie, la salud mental ha sido uno de los elementos más afectados dentro de nuestra aceleración consumista, la mezcla de ocio, insatisfacción y la constante presión que se ejerce para que cada uno de nosotros sigamos los patrones maquinales que se presentan como ejemplo a seguir, está haciendo que las capacidades cognitivas decrezcan, acompañados de un constante trastorno ambivalente entre la ansiedad y la depresión.

Tal como ocurre con la pobreza estructural, poca atención se le ha prestado a este fenómeno y pareciese más que, esa teoría de la conspiración que afirma que el deterioro de la salud mental es el real virus para reducir la población mundial, no estuviese tan alejada de la realidad, el aumento de los trastornos mentales es evidente y bajo la lógica del sistema, se ha recurrido a hacer aquello que es más conveniente en una estructura social sumamente competitiva e individualista, se ha culpada a cada uno de nosotros por padecer alguna enfermedad y no a la estructura que nos sostiene y que además nos impone estilos de vida que son altamente nocivos para la salud mental.

El Burnout ante las altas cargas laborales se puede interpretar como un chiste ante el daño directo que genera en la salud mental el ofrecer a los individuos herramientas de ocio que han sido diseñadas para crear adicción y socavar información, los dispositivos digitales rompen nuestros sistemas de recompensa, nos ponen al otro como un elemento a vencer y se imponen cánones estéticos y económicos que son inalcanzables para la mayoría de seres humanos, así, reafirman el impulso de cada individuo a la producción, mientras estos corren una carrera que jamás podrán ganar.

Vivimos en una sociedad empresarial que estampa el logotipo del “si puedes hacerlo” en la mente de todos, mientras le obliga a usar su tiempo de vida para comprar y recomprar cosas que no necesita, solo para que su instinto básico de inclusión social se vea satisfecho por algunos momentos, mientras tanto, el si puedes va ampliando su horizonte y la sociedad va distanciando más lo que si puedes con lo que te dice que si puedes pero que claramente nunca podrás, creando frustración, ansiedad, depresión, pérdida de sentido, muerte.

Nuestro sentido final de la existencia se ha convertido en un objeto adquirible con capital, pero que dista de ser conseguido pues el capital se limita a unos cuantos, aun así, la imposición del “si puedes” nos lleva a correr tras de ello, hasta caer muertos del agotamiento, los sistemas de salud mental se han transformado para servir a la sociedad hiperproductiva, la psicología positiva no es más que un acoplamiento de un buen intento de ciencia en favor del sonreír, avanzar, lograr tus sueños y hacerte saber que, aunque lo estes dudando y veas que claramente no, tu “si puedes”, otras ciencias de la salud mental también han perdido su rumbo, el positivismo les ha arrebatado la capacidad de analizar críticamente y, con la tutela del capitalismo, se han centrado en culpar al individuo por todo lo que vive y siente, dejando de lado todo el constructo social global y las nuevas dinámicas de la sociedad que, al final, son las que están motivando este aumento indiscriminado de trastornos mentales e individuos que, bajo la mirada normalizada de la ciudadanía, caen de las azoteas y se arrojan a las vías del tren.

Se ha creado una desesperanza colectiva, el distanciamiento entre lo que puedes lograr y lo que te dicen que puedes lograr es cada vez más amplio y la frustración no se ha hecho esperar, mientras movemos infinitos videos cortos de alguna red social y perdemos nuestra capacidad de sentir satisfacción, nos sumimos en un sistema económico día a día.

más inviable, con la mente llena de “necesidades innecesarias” corremos agitados, estresados, ansiosos por alcanzar lo inalcanzable y mientras la salud va en picada, los suicidios en alza y el mundo en caos, seguimos allí, mirando la pantalla, sin saber qué hacer o a donde ir, como si nadie se diera cuenta que paso a paso, más rápido de lo que esperamos, construimos nuestro propio fin.


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Imagen: Dall-e2 

Filanderson Castro Bedoya

Psicólogo de la Universidad de Antioquia con énfasis en educación, formación empresarial y salud mental, educador National Geographic, escritor aficionado con interés en la historia, la política y la filosofía, amante de la música y la fotografía.

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