Sin inversión privada no hay alternativa para crecer y generar empleo suficiente y tampoco ayudan como soluciones los “mensajes filosóficos” de cambiar regla fiscal, modificar las funciones del banco central o “controlar” la alta volatilidad del dólar.
No fueron buenas las noticias económicas de las últimas semanas. Arrancamos con un crecimiento económico del tercer trimestre del año peor que todas las previsiones que se tenían y que nos deja al borde una recesión económica, en un escenario no controlado de inflación. Lo más problemático del dato es que muestra sectores claves en estado crítico. Ver la construcción cayendo al -8% y la industria al -6,2% sumado a caídas parecidas en comercio, alojamiento, servicios y un magro resultado del agro, es muy preocupante para el empleo y el futuro recaudo fiscal. Pero el signo más preocupante es que la inversión hace rato está en “recesión” al acumular no dos, sino tres trimestres seguidos negativos y con deterioro creciente (-8,9% en primer trimestre, -24,6% en el segundo trimestre y -33,5% en el tercer trimestre).
Este último dato pone el dedo en la llaga sobre el “almendrón” del problema económico. Sin inversión privada no hay alternativa para crecer y generar empleo suficiente y tampoco ayudan como soluciones los “mensajes filosóficos” de cambiar regla fiscal, de modificar las funciones del banco central, de “controlar” la alta volatilidad del dólar, entre otras.
En plan propositivo, lo primero es evitar enviar mensajes equivocados pequeños que se vuelven problemas grandes. Algunos ejemplos son no subir los peajes y afectar las APPs, subsidiar el SOAT, descalificar o dividir al sector privado entre amigos y otros, no tener capacidad ágil de ejecución publica, modificar la forma de asignación de subsidios VIS, desmontar beneficios tributarios al sector hotelero, o exacerbar la carga tributaria a socios e inversionistas. En el otro lado, vale la pena revisar mensajes equivocados grandes que tienen efectos peores. Es el caso de una transición energética que no es clara, no firmar nuevos contratos de exploración de gas y petróleo, reformas en el congreso que destruyen sector privado, el ahorro de largo plazo de país, la generación de empleo formal, la sosteniblidad fiscal; o el manejo de una “paz total” que viene deteriorando la seguridad interna entre otros impactos.
Lo que sí se debe hacer, es construir certezas al sector empresarial, animar un genuino interés de un acuerdo nacional, como parcialmente arrancó esta semana, donde se ceda alrededor de propósitos nacionales de crecimiento, equidad, pero respeto a nuestras instituciones y valores fundamentales económicos como la libertad económica, el valor del sector productivo y la defensa a la propiedad privada. Un segundo paso es un sector defensa comprometido con la seguridad y un proceso de paz que se corrija de fondo para lograr verdad, justicia, reparación, no repetición y donde haya exigencia a la contraparte de real voluntad y gestos de paz para avanzar. Y finalmente un escenario donde controlando los riesgos de inflación y respetando la decisión del banco central, podamos de manera sostenible ir disminuyendo la tasa de interés.
Y al cerrar la semana llega otra noticia difícil pero previsible y advertida, La caída acumulada de casi 30% de las fuentes de ingreso de la última reforma tributaria en la corte. Un desafío fiscal anticipado que se podría enfrentar con estas mismas ideas y una buena dosis de congelamiento de excesos de gastos e inversiones incluidas en el presupuesto nacional.
*Rector Universidad EIA
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