“Este virus no sólo desnudó la incapacidad del Estado para garantizar el servicio de salud, sino también, lo que por muchos años se ha evidenciado y es no apostar por una educación de calidad”
La virtualidad en la educación se ha convertido en el reto más importante para Colombia y, lastimosamente, llegó en el momento en que nadie se imaginaba que la conectividad iba a ser tan necesaria en todo el territorio nacional. Sufre hoy la educación de una crisis que tiene varias aristas, un fenómeno que mezcla deserción en todos los niveles educativos, poca infraestructura tecnológica, la carencia de innovación y ciencia, la falta de atención integral desde la primera infancia hasta el bachillerato; y una cantidad innumerable de problemas que nos está dejando el COVID-19, sin dejar atrás algo que mencionaba en mi columna de opinión llamada “El virus en los Planes de Desarrollo” sobre la disminución de los recursos en los municipios que afectará a la inversión en educación.
Este virus no sólo desnudó la incapacidad del Estado para garantizar el servicio de salud, sino también, lo que por muchos años se ha evidenciado y es no apostar por una educación de calidad. Ahí se entrevé que nuestros territorios comprenden unos lineamientos nacionales los cuales no soportan los cambios bruscos de la historia, que no permiten avanzar en la generación de conocimiento y que no brindan bases para enfrentar el futuro. Observar municipios donde la mayoría de estudiantes se encuentran en la ruralidad sin condiciones dignas, ni siquiera para el educador, muestra sencillamente que somos un país que no tiene interés alguno por potenciar la inteligencia y el liderazgo de nuestros estudiantes.
Hoy valoro inmensamente a maestras y maestros que están dando lo mejor de sí, y hasta esfuerzos adicionales que les cuestan tiempo, dinero y sacrificios personales para garantizar que sus estudiantes puedan obtener las herramientas básicas que les permita, no solo enfrentarse a esta pandemia, sino también, construir sobre los cimientos de un pueblo que busca un cambio notable en su manera de ver y vivir la educación.
Hablar de contagiados ya se volvió parte del paisaje (increíblemente), mencionar que la crisis de salud viene creciendo, como que ya no importa mucho; pero visibilizar lo que está pasando con nuestros estudiantes no es algo que llene una página de un periódico. Solo son noticia cuando los estudiantes salen a marchar para exigir sus derechos y los catalogan como vándalos o cuando son asesinados, ahí si se vuelven perceptibles como estudiantes. Pero la academia está quedando de lado y siento que no se está haciendo lo necesario por mejorar las condiciones de la educación. ¿Sabían ustedes que todavía hay escuelas (si es que así se les podría llamar) sin techo, sin piso, sin pupitres o sillas para nuestra niñez rural?, que siguen caminando largo tiempo para cumplir su sueño de entregar una tarea para sacar buenas notas; hay una Colombia que sigue siendo invisible para muchos de nosotros.
La educación tiene un saldo en rojo, una deuda histórica que nos sigue dejando como uno de los países con el mayor nivel de ignorancia, pero entonces, ¿estamos a tiempo para mejorar? Claro, siempre hay tiempo, lo que nos falta es voluntad política, un foco claro que le apueste a la ciencia, a la tecnología y a la innovación, ajustado a un cambio en el sistema educativo que permita desarrollar los liderazgos, los talentos y las capacidades de estudiantes y que privilegie con todas las garantías la labor de los docentes.
¿Conoce usted la realidad actual de los jardines infantiles, los centros de atención a la niñez, las escuelas, colegios, instituciones de educación superior? ¿sabe cuántos estudiantes han dejado la educación en todos sus niveles por esta crisis, y, quizá, cuántos la dejen durante el 2020? ¿conoce si en todo el territorio nacional es posible llevar a cabo clases virtuales? ¿tiene conocimiento si las necesidades primarias de nuestra niñez rural están satisfechas, al menos, para tener su vitalidad y su salud para hacer los talleres que los educadores les dejan?
Interrogantes sin resolver hoy en día, pero que tampoco han tenido respuesta en una situación sin pandemia porque, adicional, no hemos sido una Nación que le apueste a la educación integral de nuestros ciudadanos, donde no se dignifica a la persona por lo que es, sino por lo que tiene, que impone condiciones de acuerdo al sitio donde se nace y que define qué tipo de oportunidades y privilegios se tienen.
Esta es la oportunidad más importante que nos pone la naturaleza, que no sólo pone a prueba la máquina perfecta de nuestro cuerpo, sino las decisiones institucionales para enfrentar esta situación. Debemos empezar por la educación: así como debes aprender a utilizar bien un tapabocas o desinfectar tus manos; empecemos por nuestra primera infancia para que entiendan el valor del conocimiento, para que nuestros jóvenes sean la esperanza de una transformación social que cuide el medio ambiente y valore la tecnología como herramienta de aprendizaje, que sean los genios que mejoren la calidad de vida de la humanidad.
Que la deuda con la educación no quede en el olvido, que sea una de las banderas para salir de esta crisis.
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