Rionegro ya no tiene agua, y ahora quiere la nuestra

Érase una vez un municipio próspero, atravesado por quebradas limpias y donde el agua era abundante. A ese lugar lo llamaban Rionegro. Tenía historia, riqueza natural y un nombre que hacía honor a su tesoro hídrico.

Pero llegó la fiebre del cemento. Los gobiernos de turno cambiaron las fuentes por urbanizaciones, los nacimientos por licencias y el cuidado por negocio. Hoy, Rionegro ya no tiene cómo sostener el crecimiento que ellos mismos provocaron. El resultado: problemas de abastecimiento, presión baja en edificios nuevos y una creciente preocupación ciudadana.

Y lo más grave: ellos lo sabían.

Según el propio Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado de Rionegro (PMAA), elaborado por EPM, ya en 2021 había sobrecarga del sistema. Las quebradas La Pereira y La Cimarrona, que abastecen el acueducto, estaban al límite. Hoy lo confirman los datos: durante las temporadas secas los caudales bajan, hay presión débil en los barrios altos y muchas construcciones nuevas deben instalar tanques por precaución. Aun así, el municipio otorgó más de 70 licencias para planes parciales y megaproyectos habitacionales. Es decir, sabían lo que venía, y no les importó.

Como si eso no bastara, Rionegro vendió su empresa de agua a EPM. Lo hizo cuando Andrés Julián Rendón era alcalde. Le entregaron el manejo de uno de los bienes más estratégicos del municipio a una empresa que hoy impulsa, junto a esa misma clase política, el proyecto del Área Metropolitana del Oriente Antioqueño.

Este proyecto, que ha sido cuestionado por comunidades, académicos y líderes sociales, busca integrar varios municipios… pero bajo el liderazgo de un Rionegro colapsado. Y no se trata solo de transporte o planificación. El fondo del asunto es el agua.

EPM ya adelanta estudios para construir un embalse en el río Piedras, en La Ceja, con un túnel de 20 kilómetros que llevaría agua hasta el embalse La Fe, y desde allí, abastecer el Valle de San Nicolás. ¿A quién beneficiaría? A Rionegro. ¿Quién pone el territorio y el agua? Los otros municipios.

Este embalse no es una idea lejana. Está en los planes de abastecimiento de EPM, y se proyecta para 2040. Pero el problema no es dentro de 15 años. Es hoy. Según los documentos técnicos, Rionegro podría enfrentar un déficit crítico de agua hacia 2030 si sigue urbanizando sin control.

Entonces, ¿qué hacen? En vez de corregir el rumbo, reconocer el error y cuidar las fuentes, quieren legalizar el saqueo disfrazándolo de integración regional. No es cooperación. Es la estrategia perfecta para acceder a recursos ajenos y seguir construyendo como si nada.

Aquí es donde aparecen los protagonistas de esta historia.

De un lado, los villanos: los que vendieron la empresa de aguas; los que ignoraron las advertencias técnicas; los que, con lobby y silencio, impulsan un modelo que no piensa en región, sino en cemento y plusvalía. Gobernantes como Rendón, urbanizadores voraces y congresistas silenciosos.

Del otro lado, los héroes: la ciudadanía del Oriente que alzó la voz cuando intentaron saltarse el Congreso para imponer el Área Metropolitana. Los campesinos que protegen los nacimientos de agua. Los jóvenes que saben que sin agua no hay futuro. La gente común que no se traga el cuento de la “región” cuando en el fondo solo hay negocio.

Porque esto no es una pelea entre municipios, ni una disputa entre vecinos. Es una defensa del territorio. Y hay que decirlo claro: Rionegro ya colapsó su capacidad hídrica. No puede, ni debe, compensar los impactos desastrosos de su modelo de desarrollo a costa de los ecosistemas y las fuentes hídricas de los demás.

En el Oriente no tragamos entero. Sabemos que el agua es vida, territorio y soberanía. Y también sabemos cuándo nos quieren vender un “proyecto regional” que en realidad es un caballo de Troya para seguir urbanizando sin control.

Rionegro ha sufrido décadas de líderes que abandonaron la idea de que la sostenibilidad es clave para el bienestar de su gente y del Oriente en general. Estando en una de las subregiones más biodiversas de Antioquia, lo mínimo que se esperaba era coherencia ambiental. Pero no. Cambiaron el cuidado por negocio.

¿Un Área Metropolitana es la solución?
Yo no estoy tan convencido.

Miguel Gutiérrez

Soy Miguel Gutiérrez, un ambientalista apasionado. Mi compromiso con la conservación se traduce en políticas sostenibles para un futuro más verde. Disfruto del debate político constructivo y tiro charco en San Rafa. También soy un ciclista explorando la ciudad y la naturaleza. Busco construir un mundo más justo y libre.

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