Resumen Ejecutivo
La última semana de mayo estuvo marcada por movimientos dispares en los mercados internacionales, crecientes señales de desaceleración global y un escenario fiscal complejo en América Latina. En Estados Unidos, el gasto en consumo personal (PCE) mostró una moderación que refuerza las expectativas de recortes de tasas hacia el último trimestre del año, aunque persisten las presiones estructurales sobre el mercado laboral. En Europa, se consolidó el escenario de una inminente reducción de tasas por parte del BCE, en medio de una inflación cercana al objetivo pero con divergencias importantes entre economías del bloque. Asia, por su parte, cerró el mes con datos mixtos: mientras China muestra fragilidad industrial, Japón enfrenta una caída en la demanda de deuda soberana que alerta sobre riesgos sistémicos.
En México, el primer trimestre arrojó la mayor pérdida neta de empleos desde 2023, acompañada por un repunte de la informalidad en el sur del país. A pesar de una baja en la tasa de desocupación, el PIB creció apenas 0.2% trimestral, mientras la inflación repuntó a 4.22%, fuera del rango objetivo del Banco de México. Las decisiones recientes del Banxico —con tres recortes acumulados de tasas en lo que va del año— reflejan un sesgo más pro-crecimiento que antiinflacionario, en un entorno donde resurgen las tensiones comerciales globales.
En Colombia, el debate sobre la sostenibilidad fiscal se reactivó tras la reglamentación del Decreto 0572 y el avance de la reforma laboral. La reducción en la tasa de desempleo fue recibida positivamente por los mercados, aunque no logró contrarrestar el ruido generado por las investigaciones en Ecopetrol ni el deterioro en las cuentas fiscales. En los mercados financieros, la renta variable global cerró mayo con una nota positiva, liderada por el Nasdaq (+9.6%) y el S&P 500 (+6.2%), mientras los TES tasa fija mostraron valorizaciones parciales, afectadas por la incertidumbre institucional local. En divisas, el dólar se apreció ligeramente (DXY +0.3%), y el peso colombiano cerró el mes con una ganancia acumulada de +1.7% a pesar de la caída del petróleo.
En el mercado de commodities, el petróleo retrocedió más de 1% ante la expectativa de un posible aumento de producción por parte de la OPEP+, mientras el oro y el cobre también corrigieron ante la combinación de menor demanda, tensiones arancelarias y ajustes en las proyecciones de crecimiento industrial.
La columna de esta semana, titulada “¿Estamos entrando en una nueva era de sobreoferta global?”, plantea una reflexión crítica sobre la posible transición estructural de los mercados hacia un entorno de capacidad productiva excedente, presión sobre márgenes y rentabilidad decreciente, no solo en materias primas sino también en sectores estratégicos industriales. En un mundo marcado por desacoplamientos comerciales, duplicación de cadenas de suministro y exceso de liquidez mal dirigida, el riesgo no será solo la escasez, sino la rentabilidad de la abundancia. Un cierre analítico para una semana que deja más preguntas que certezas.
Estados Unidos — Reforma fiscal, tensiones comerciales y señales de incertidumbre jurídica agitan los mercados
La semana cerró con una fuerte reconfiguración del entorno económico en Estados Unidos, donde las tensiones arancelarias, los cambios fiscales propuestos y una creciente inseguridad jurídica sobre las competencias del Ejecutivo han elevado los niveles de volatilidad e incertidumbre global. Aunque el reciente acuerdo entre la Casa Blanca y la Comisión Europea postergó hasta el 9 de julio la entrada en vigor del arancel generalizado del 50% anunciado por Trump —inicialmente previsto para el 1 de junio—, el alivio en los mercados fue transitorio. El acuerdo no resolvió de fondo el diferendo, sino que amplió un compás de espera que podría convertirse en punto de quiebre si no se logran avances reales en las negociaciones.
Paralelamente, un fallo del Tribunal de Comercio Internacional anuló con efecto inmediato todas las órdenes arancelarias emitidas por el presidente Trump desde enero bajo la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA). El argumento central del tribunal no fue de conveniencia económica, sino de competencia constitucional: la regulación del comercio exterior, según la Carta Magna, corresponde al Congreso. De haberse implementado este fallo, la tasa arancelaria efectiva de Estados Unidos habría descendido al 6% —una mejora frente al 15% posterior a las negociaciones con China, pero aún muy por encima del 3% registrado al final del primer mandato de Trump. Sin embargo, la Corte Federal de Apelaciones suspendió provisionalmente la decisión, y se espera una respuesta del Ejecutivo antes del 9 de junio.
Mientras tanto, Trump endureció su retórica contra China, acusándola de incumplir el acuerdo alcanzado en mayo que suspendía aranceles por 90 días. Desde Pekín, las autoridades respondieron denunciando restricciones discriminatorias por parte de Estados Unidos, especialmente en el sector de semiconductores, donde empresas como Huawei y Nvidia han sido directamente afectadas. Nvidia, en particular, alertó sobre pérdidas millonarias tras la prohibición de exportar su chip H20, en medio de una escalada que supera lo comercial y se adentra en lo tecnológico y geopolítico.
El miércoles 28, el mismo Tribunal de Comercio reforzó su posición al declarar inválidas también las medidas contra México y Canadá, así como el esquema de aranceles “recíprocos” anunciados en abril. Según estimaciones técnicas, estas órdenes ejecutivas representan 9 puntos porcentuales del arancel promedio efectivo actual —hoy cercano al 14%— sin incluir restricciones previas sobre acero, aluminio y autos.
En este entorno tenso, las actas de la reunión de política monetaria de la Reserva Federal (6 y 7 de mayo) confirmaron un tono de cautela con sesgo restrictivo. Los miembros del FOMC manifestaron preocupación por los efectos de segunda ronda derivados de los aranceles, anticipando que muchas empresas trasladarán los sobrecostos al consumidor. Esta dinámica podría desanclar las expectativas de inflación, lo que obliga a la Fed a mantener una postura vigilante. Pese a ello, los mercados siguen descontando dos recortes de tasas en 2025, el primero en septiembre, lo cual contrasta con el enfoque de prudencia que reflejan las actas y las declaraciones públicas de Jerome Powell y su equipo.
En materia fiscal, la administración Trump reveló un componente poco discutido pero altamente disruptivo del megaproyecto tributario que tramita el Congreso. Se trata de la Sección 899, una disposición que faculta al presidente para imponer impuestos adicionales a inversiones provenientes de países que —según Estados Unidos— aplican “prácticas fiscales punitivas”. Este impuesto afectaría dividendos, intereses y otros ingresos pasivos obtenidos por no residentes, y podría aplicarse incluso sin necesidad de nuevas validaciones legislativas. Países como España, Francia y Alemania podrían ser objeto de esta medida únicamente por su estructura de IVA o por la tributación digital sobre plataformas tecnológicas, lo cual amplía peligrosamente el margen de discrecionalidad fiscal de la Casa Blanca.
Analistas de Deutsche Bank calificaron esta cláusula como el inicio de una “militarización de los mercados de capitales”, al convertir la tributación en un instrumento de presión geopolítica. Desde Axa y ABN Amro se advirtió que la medida podría elevar los tipos reales a largo plazo, reducir la demanda de dólares y erosionar el atractivo de los activos estadounidenses en el exterior. Según datos de Barclays, el 33% de los bonos del Tesoro y el 30% del crédito corporativo están hoy en manos extranjeras, así como el 20% del mercado accionario, lo que amplifica el impacto potencial de cualquier norma que desincentive la inversión foránea. En total, están en riesgo activos por más de 19 billones de dólares.
Mientras tanto, los datos de inflación ofrecieron un alivio parcial. El índice PCE se redujo a 2,1% anual en abril —por debajo del 2,2% esperado—, y el PCE subyacente descendió a 2,5% desde el 2,7% de marzo, lo cual confirma una desaceleración moderada. No obstante, el panorama sigue marcado por la desconfianza institucional y la ambigüedad en el rumbo de la política comercial y tributaria. A esto se suma la incertidumbre jurídica sobre la validez de las facultades presidenciales en materia arancelaria, cuyo desenlace —posiblemente en la Corte Suprema— podría redefinir el alcance del poder económico del Ejecutivo.
El mercado laboral se convierte así en el próximo gran termómetro de esta coyuntura. La publicación de los indicadores de empleo de mayo, prevista para la próxima semana, será determinante para medir el impacto real de este entorno hostil en el consumo, la inversión y la confianza empresarial. El sistema económico estadounidense no solo enfrenta una disputa externa —sino una pugna interna por el control del timón fiscal, comercial y monetario— que podría redibujar su arquitectura institucional.
Europa — El BCE prepara nuevo recorte ante debilidad económica, inflación contenida y alta incertidumbre geoeconómica
La economía de la eurozona continúa mostrando señales de mejora moderada, pero sin consolidar una recuperación sostenida. En este contexto, los mercados financieros descuentan con una probabilidad superior al 95% que el Banco Central Europeo recortará las tasas de interés en 25 puntos básicos en su reunión del 5 de junio, ubicando el tipo depo en 2,00%, el refi en 2,15% y la MLF en 2,40%. Este sería el cuarto recorte en lo que va del año, en respuesta a una combinación compleja: una actividad económica débil pero resiliente, una inflación general que se ubica en 2,2%, y un entorno internacional plagado de tensiones arancelarias, choques de confianza y riesgo regulatorio.
A pesar de que el PIB de la eurozona creció 0,3% en el primer trimestre, el dinamismo sigue por debajo de lo proyectado. Las mejoras se concentran en Alemania —que pasó de una contracción del 0,2% a un crecimiento del 0,2%— y en España, que mantiene un ritmo sólido de expansión (+0,6% intertrimestral). Francia e Italia también avanzaron, pero a menor velocidad (+0,1% y +0,3%, respectivamente). No obstante, el índice PMI compuesto se mantuvo en zona de estancamiento en abril (49,5 puntos), reflejando la fragilidad del impulso económico. Mientras tanto, el desempleo en 6,2% representa el menor nivel histórico de la serie, aunque los indicadores prospectivos de contratación comienzan a moderarse y la confianza del consumidor permanece en terreno negativo.
Desde el frente monetario, la expectativa de reducción de tasas encuentra fundamento en la trayectoria de los precios. La inflación núcleo repuntó levemente en abril (2,7%), pero esto se atribuye a efectos transitorios como la Semana Santa. Los datos de mayo, que se conocerán el 3 de junio, serán determinantes para confirmar si la desinflación estructural se consolida. Los salarios negociados crecieron apenas 2,4% anual en el primer trimestre, frente al promedio de 4,5% en 2024, y la mejora de la productividad laboral, junto a la compresión de márgenes, ha contribuido a moderar las presiones inflacionarias.
En el plano financiero, las condiciones se han distendido. Las tasas de interés sobre préstamos a hogares y empresas han descendido entre 60 y 130 puntos básicos respecto a los picos de 2023, el euríbor a 12 meses ronda el 2,1%, y se proyecta que se estabilice entre 1,9% y 2,0% en lo que resta del año. La demanda de crédito muestra señales de recuperación, con crecimientos interanuales de 1,7% para hogares y 2,3% para empresas, y los mercados bursátiles reflejan optimismo: el Stoxx Europe 600 acumula una ganancia de 10% en el año, superando al S&P 500. El euro ha retomado fuerza y se mantiene alrededor de 1,12–1,13 dólares, mientras que los precios energéticos han caído cerca de 20% desde abril, lo que proporciona espacio adicional para la acción monetaria.
Sin embargo, el contexto global es cada vez más desafiante. La escalada arancelaria entre EE. UU. y China —y las nuevas medidas proteccionistas hacia Europa— generan múltiples vías de transmisión que aún no se reflejan plenamente en las proyecciones macroeconómicas. Los cambios en el tipo de cambio, la incertidumbre regulatoria y la redirección de flujos comerciales añaden volatilidad. Mientras que el euro se fortaleció tras el anuncio de los aranceles estadounidenses, el escenario sigue abierto a múltiples interpretaciones. La aparente mejora del euro podría revertirse si se materializan choques adversos sobre las exportaciones o si se reconfiguran los precios relativos por la vía tributaria.
En cuanto a los mensajes del BCE, se mantiene una postura de prudencia. Philip Lane, economista jefe, ha señalado que “nadie habla de recortes dramáticos”, mientras que Isabel Schnabel advierte sobre los riesgos inflacionarios de mediano plazo derivados de la disrupción en las cadenas de suministro. Esta división interna refleja el dilema que enfrenta el banco central: cómo actuar con flexibilidad sin perder credibilidad en un entorno donde los escenarios de baja inflación conviven con riesgos estructurales al alza en los precios.
A mediano plazo, se espera que el BCE realice un recorte adicional en 2025, con lo que el tipo depo se ubicaría en 1,75% hacia el cierre del año. A partir de 2026, se anticipa una estabilización en torno al 2,00%, considerado como el nivel neutral. Paralelamente, el BCE continuará reduciendo su balance mediante el fin de reinversiones del APP y del PEPP, siguiendo una estrategia de salida gradual y sin sorpresas.
En el plano estructural, la fragilidad del crecimiento europeo ha reabierto el debate sobre el modelo regulatorio bancario. Según un estudio de PwC, el marco actual —diseñado tras la crisis de 2008— se ha vuelto obsoleto frente a los nuevos riesgos financieros. La sobrerregulación, la multiplicidad de autoridades y la falta de enfoque en riesgos no tradicionales (cibernéticos, medioambientales, de liquidez y operativos) estarían afectando la competitividad de la banca europea, especialmente frente a Estados Unidos, que avanza en procesos de desregulación. El informe recomienda suspender la escalada de requerimientos de capital, priorizar medidas cualitativas y ampliar los objetivos de supervisión para incluir competitividad y crecimiento. En palabras de Álvaro Benzo, socio de PwC, “la complejidad normativa restringe la capacidad del sector financiero para dinamizar la inversión y responder a los desafíos de una economía expuesta a tensiones globales”.
Con un crecimiento heterogéneo entre países —impulsado por la demanda interna en Alemania e Italia, y debilitado por el consumo privado en Francia—, una inflación contenida y un entorno regulatorio en revisión, el BCE enfrenta un momento clave. El recorte de tasas que se anticipa para la próxima semana no será solo una decisión técnica, sino una señal de adaptación estratégica frente a un entorno geoeconómico cambiante, que exige a la eurozona mayor flexibilidad, mejor coordinación y una agenda de competitividad que trascienda la política monetaria.
Asia — Competencia espacial, desaceleración estructural en China y señales de tensión en Japón redibujan el mapa económico regional
El pulso estratégico entre China y Estados Unidos ha escalado hacia una nueva dimensión: el espacio exterior. Esta semana, fuentes del gobierno estadounidense confirmaron que China ha desarrollado una tecnología avanzada capaz de detectar, rastrear e interferir con los satélites Starlink, operados por la empresa SpaceX de Elon Musk. Aunque no hay evidencia de intentos de interferencia directa, las capacidades técnicas del sistema chino han encendido las alarmas en Washington por su potencial para bloquear o secuestrar flujos de información crítica. En paralelo, Pekín continúa el despliegue de su propia constelación orbital —una red de más de 2.000 satélites con inteligencia artificial— con el objetivo de construir la primera superred de computación espacial del mundo. Los primeros doce satélites ya fueron lanzados como parte de esta estrategia que, más allá de lo tecnológico, tiene claras implicaciones geoeconómicas y militares.
Desde tierra firme, sin embargo, las señales no son tan expansivas. Una encuesta reciente de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China reveló que la confianza empresarial se encuentra en su nivel más bajo en años, en medio de una prolongada crisis inmobiliaria, sobreoferta industrial y presión internacional por el auge de las exportaciones chinas. De hecho, la sobrecapacidad en sectores como el de vehículos eléctricos —alimentada por subsidios estatales— ha generado guerras de precios, pérdida de márgenes y una salida masiva hacia mercados extranjeros. La reacción de Europa ha sido contundente: imposición de aranceles a los autos eléctricos chinos y el anuncio de nuevas tarifas logísticas de hasta 2 euros por paquete a productos provenientes de plataformas como Temu y Shein. Esta medida —propuesta por la Comisión Europea— busca nivelar la competencia con los minoristas locales, financiar controles aduaneros y contener la entrada de bienes no conformes.
La encuesta empresarial citada refleja que más del 50% de las firmas europeas han recortado inversiones o replanteado su presencia en China, y que la presión sobre las ganancias continúa al alza. El presidente de la Cámara, Jens Eskelund, advirtió que “los beneficios de la relación comercial bilateral no se están distribuyendo equitativamente” y que el entorno operativo se ha vuelto cada vez más complejo. Si bien Pekín ha intentado impulsar el gasto de los consumidores, los resultados siguen siendo limitados ante una demanda interna debilitada, riesgos estructurales y creciente desconfianza externa.
En Japón, las señales de fragilidad también emergen, aunque desde otro ángulo. Por primera vez en 33 años, el país perdió su estatus como principal acreedor mundial, desplazado por Alemania, según datos del Ministerio de Finanzas. Los activos externos netos de Japón alcanzaron los 533 billones de yenes (unos 3,7 billones de dólares) al cierre de 2024, un nuevo récord en términos nominales, pero insuficiente frente al crecimiento más acelerado de los activos alemanes, impulsados por el superávit comercial. La depreciación del yen, que cerró el año pasado en 157,89 por dólar, elevó significativamente el valor en yenes de las deudas externas, afectando el balance patrimonial neto del país.
A nivel doméstico, la atención se concentró en el mercado hipotecario. Cinco de los principales bancos japoneses anunciaron un aumento en las tasas fijas a 10 años para préstamos hipotecarios, como respuesta al repunte de los tipos de interés a largo plazo tras la incertidumbre económica inducida por los aranceles de EE. UU. En contraste, las tasas variables se mantendrán sin cambios. Esta decisión ha obligado a muchos propietarios a reevaluar sus contratos crediticios —especialmente aquellos con saldos superiores a 10 millones de yenes y plazos residuales de más de una década— para evitar mayores costos en el futuro. La decisión refleja también la necesidad de fortalecer márgenes bancarios ante la persistente debilidad inflacionaria que ha caracterizado a Japón durante más de dos décadas.
Así, Asia transita una etapa de reconfiguración silenciosa pero profunda. China busca extender su hegemonía no solo en los mercados tradicionales, sino en los espacios no regulados como el ciberespacio y el espacio exterior. Sin embargo, su modelo económico basado en subsidios y exportaciones masivas enfrenta crecientes resistencias tanto internas como externas. Japón, por su parte, evidencia una pérdida relativa de peso global, tanto financiera como geoestratégica, mientras enfrenta los dilemas de una política monetaria aún laxa y un sistema bancario en transformación. En conjunto, estos factores configuran un entorno regional tenso, tecnológicamente competitivo y cada vez más determinante en los equilibrios de poder a escala global.
México — Deterioro laboral, rebrote inflacionario y política monetaria dividida marcan el rumbo económico
Los primeros meses de 2025 confirman un panorama económico complejo para México, marcado por una combinación de desaceleración productiva, pérdida de empleos, recomposición del mercado laboral y una inflación que vuelve a superar el rango objetivo del Banco de México. Según datos del INEGI, durante el primer trimestre del año se eliminaron 486.537 empleos, cifra que representa la mayor pérdida de puestos de trabajo para un inicio de año desde 2023. El dato incluye tanto plazas del sector formal como informal, lo que refleja una contracción transversal en la capacidad de generación de empleo.
Paradójicamente, la tasa de desocupación se redujo del 2,57% al 2,46%, debido no a una mejora en la creación de empleo, sino a una salida neta de 564.000 personas del mercado laboral. Esta contracción de la fuerza laboral activa distorsiona parcialmente las cifras y enmascara la magnitud real del deterioro. En el sector formal se perdieron 138.000 empleos, mientras que la informalidad se redujo en 348.000 puestos, aunque sigue representando el 54,3% de la ocupación total, con picos superiores al 76% en entidades del sur como Guerrero, Oaxaca y Chiapas.
Por sectores, la caída se concentró en servicios (–240.000 empleos), industria manufacturera (–142.000) y servicios sociales (–132.000), mientras que los mayores aumentos se dieron en servicios profesionales y financieros (+66.000), transporte y comunicaciones (+46.000), y construcción (+43.000). Esta recomposición refleja una economía que pierde dinamismo estructural y cuya capacidad de absorción laboral depende cada vez más de sectores con menor peso relativo en el PIB.
En paralelo, la inflación volvió a posicionarse como una amenaza central. En la primera quincena de mayo, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) registró una variación anual de 4,22%, por encima del objetivo del 3% ± 1% establecido por el Banco de México. Con este dato se interrumpe la racha descendente iniciada en diciembre de 2024 y se encienden alertas sobre un posible cambio de tendencia. Las presiones inflacionarias responden tanto a factores internos —como la rigidez en el mercado laboral, el alza de precios en servicios y alimentos, y la incidencia del cambio climático sobre la producción agrícola— como a un entorno externo más volátil, marcado por el resurgimiento de medidas proteccionistas globales.
La respuesta del Banco de México ha sido objeto de debate. En lo que va de 2025, el banco central ha realizado tres recortes consecutivos de 50 puntos básicos, reduciendo la tasa de política monetaria de 11,50% a 8,50%, y se anticipa una nueva baja hacia 8,00%. Esta estrategia ha priorizado la necesidad de estimular una economía que muestra señales de estancamiento —el PIB creció apenas 0,2% trimestral en el primer trimestre, evitando por poco una recesión técnica—, pero genera dudas sobre su eficacia frente a un contexto inflacionario que se complica.
En sus comunicados recientes, Banxico ha reconocido los riesgos inflacionarios, pero ha dado mayor peso a la debilidad económica. Esta inclinación hacia una postura más expansiva ha llevado a algunos analistas a advertir sobre un desdibujamiento del mandato primario del banco central, que es la estabilidad de precios, no el crecimiento. El riesgo es que, en el intento por apuntalar la actividad económica, se relaje el ancla nominal que ha sostenido la credibilidad monetaria mexicana en las últimas décadas.
La discusión trasciende lo técnico y toca aspectos institucionales. Como han señalado diversos expertos, el Banco de México no está llamado a suplir el papel de otras entidades públicas —como la Secretaría de Economía, Hacienda o los bancos de desarrollo— en la promoción del crecimiento. Su foco debe seguir siendo el control de la inflación, especialmente cuando las condiciones externas se tornan adversas y la política comercial global entra en una fase de fragmentación que podría derivar en nuevos cuellos de botella, alzas de precios y menor previsibilidad para las cadenas de suministro.
En suma, México enfrenta un entorno de bajo crecimiento, fragilidad laboral e inflación persistente, donde las decisiones de política económica —particularmente monetaria— deben navegar con cautela entre el imperativo de sostener la actividad y el deber de preservar la estabilidad. La respuesta institucional en los próximos trimestres será clave para evitar que un estancamiento temporal derive en un desbalance estructural más profundo.
Colombia — Empleo mejora, pero se agravan los desequilibrios fiscales, regulatorios y energéticos
Colombia cerró el mes de abril con una noticia alentadora: la tasa de desempleo nacional se ubicó en 8,8%, la más baja para un mes de abril desde que existen registros comparables, según el DANE. Esta cifra representa una caída de 1,8 puntos porcentuales frente al mismo mes de 2024, cuando fue de 10,6%. En las 13 principales ciudades, el desempleo fue de 8,7%, también por debajo del 10,3% de un año atrás. El número de personas ocupadas aumentó en 711.000, destacándose los sectores de administración pública, salud, educación, comercio y manufacturas. Aunque el empleo informal sigue siendo elevado —55% a nivel nacional y 40,7% en zonas urbanas—, se registraron reducciones de casi un punto porcentual en ambas métricas. No obstante, persisten retos estructurales: la brecha de género se mantiene alta (desempleo de 11,2% en mujeres vs. 7% en hombres) y el desempleo juvenil alcanzó el 16%, con cifras críticas en regiones como Quibdó, Sincelejo y Riohacha.
Mientras el mercado laboral da señales de recuperación, el frente fiscal se deteriora. La expedición del Decreto 0572 del 28 de mayo de 2025 por parte del Ministerio de Hacienda ha encendido las alertas del sector productivo, las calificadoras de riesgo y la academia. La norma modifica el esquema de retención en la fuente para anticipar el recaudo del año gravable 2026, elevando tarifas, reduciendo umbrales y ampliando el universo de agentes retenedores —todo sin trámite legislativo previo. La medida ha sido catalogada como una “reforma tributaria encubierta”, con efectos inmediatos en la liquidez empresarial, el cumplimiento tributario y la seguridad jurídica. Organizaciones como la ANDI, Fedelonjas y la ACM han manifestado su preocupación, al igual que varios actores políticos que ya han interpuesto demandas de nulidad ante el Consejo de Estado por presunta inconstitucionalidad y violación del principio de legalidad tributaria.
El impacto sobre el sector inmobiliario ha sido especialmente sensible. La tarifa de autorretención para actividades inmobiliarias aumentó del 1,1% al 3,5%, y se redujo el umbral exento en ventas de vivienda, afectando operaciones en segmentos medios y altos (NO VIS). La Federación Colombiana de Lonjas de Propiedad Raíz (Fedelonjas) advierte que esta medida podría ralentizar las ventas, agravar los trámites fiscales y desincentivar la formalización del sector. La respuesta institucional no se ha hecho esperar: desde el Congreso, partidos de oposición han solicitado la suspensión inmediata del decreto, mientras que expertos financieros advierten sobre el efecto dominó que esta anticipación de ingresos puede tener en 2026.
El trasfondo de esta decisión es la urgencia fiscal. La Dirección de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá proyecta un déficit fiscal del 7,8% del PIB en 2025, equivalente a $138,8 billones, en un escenario de ingresos $27 billones por debajo de lo previsto por el Gobierno y un gasto $21 billones por encima. Otras estimaciones, como la de ANIF, ubican el desbalance en 7,1% del PIB, con un rezago presupuestal de $52 billones acumulado desde 2024. En todos los casos, el consenso apunta a la necesidad urgente de recortes estructurales del gasto, mayor rigor presupuestal y una revisión realista del Marco Fiscal de Mediano Plazo, cuya actualización se conocerá el 13 de junio. De no corregirse, el país podría enfrentar una nueva rebaja de calificación crediticia, dado que la deuda neta del Gobierno Central superaría el 63% del PIB, nivel solo observado durante la pandemia.
En paralelo, el Gobierno Nacional expidió el Decreto 583, que modifica los criterios de admisibilidad en los créditos de vivienda No VIS, ampliando del 30% al 40% el porcentaje de ingreso familiar que puede destinarse a la primera cuota. Esta medida busca dinamizar un segmento que venía desacelerándose, y permitir que más hogares accedan a montos de crédito superiores con ingresos estables. Entidades como Habicredit destacan el potencial de la medida para impulsar la compra de vivienda usada y fomentar el acceso a la financiación formal. Sin embargo, el éxito dependerá de la respuesta del sistema financiero, que deberá traducir el cambio normativo en productos hipotecarios más flexibles y accesibles.
En el plano empresarial, la Contraloría General de la República solicitó a Ecopetrol S. A. información detallada sobre contratos, inversiones y decisiones estratégicas, incluyendo una auditoría reputacional en torno al presidente de la compañía, Ricardo Roa. La petición incluye el análisis de procesos de importación de gas, adquisición de activos renovables, y el retraso del proyecto eólico Windpeshi, en un contexto de creciente presión reputacional e institucional sobre la principal empresa del Estado.
Finalmente, el informe anual de la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas (ACP) presentó una evaluación crítica del estado del sector energético. La inversión en exploración caería 18% en 2025, al nivel más bajo en cuatro años, mientras que la producción de gas seguiría cayendo —de 958 MPCD en 2024 a 905 MPCD en 2025— y la de petróleo se mantendría apenas estable en torno a 770 kbpd. La autosuficiencia energética está en riesgo, no solo por el agotamiento natural de los campos y la falta de nuevos descubrimientos, sino también por la conflictividad social, los bloqueos operativos —que aumentaron 151% en 2024— y una regulación que no se adapta a la velocidad de los desafíos del sector. La ACP ha planteado un paquete de medidas que van desde la reducción de la autorretención para el gas, hasta incentivos al recobro mejorado, desarrollo offshore y reactivación de los yacimientos no convencionales.
En conjunto, Colombia enfrenta una paradoja estructural: mientras el mercado laboral muestra avances estadísticos, los fundamentos fiscales, energéticos e institucionales dan señales de alerta. Las decisiones del Gobierno en materia tributaria y sectorial deberán encontrar equilibrio entre urgencias de caja y sostenibilidad estructural. De lo contrario, el país corre el riesgo de comprometer su credibilidad macroeconómica, su seguridad energética y su cohesión social en el mediano plazo.
Renta variable — Wall Street lidera un cierre histórico en mayo pese a tensiones comerciales; en Colombia, persiste la fragilidad bursátil
Los mercados bursátiles globales cerraron la última semana de mayo con un desempeño marcadamente positivo en Estados Unidos y Europa, mientras que Asia presentó salidas significativas de capital ante una combinación de incertidumbre comercial y señales de desaceleración. El S&P 500 avanzó 1,9%, el Dow Jones 1,6% y el Nasdaq 2%, consolidando uno de los mejores cierres mensuales de mayo en décadas —impulsados por datos de inflación más benignos de lo esperado y un alivio parcial en la guerra comercial tras la pausa en algunos aranceles por parte de EE. UU.
No obstante, el optimismo se vio matizado por nuevos riesgos. El presidente Donald Trump reiteró su intención de imponer aranceles del 50% a productos de la Unión Europea y a iPhones fabricados en el extranjero, lo que generó volatilidad e incertidumbre entre los inversionistas globales. En este entorno, los fondos de acciones asiáticas registraron salidas netas por más de USD 6.000 millones, mientras que Europa logró atraer USD 3.640 millones en entradas, reflejo de una reconfiguración táctica de portafolios hacia mercados menos expuestos a tensiones geopolíticas inmediatas.
En el ámbito corporativo, Nvidia y Tesla continuaron siendo protagonistas de alta volatilidad, pese a sus avances tecnológicos, en tanto que Alphabet (Google) enfrenta un proceso judicial antimonopolio en EE. UU. El fallo del juez Amit Mehta —que busca frenar el dominio de Google en búsquedas y publicidad digital— podría tener implicaciones estructurales para el ecosistema de inteligencia artificial y big data en el mediano plazo. Google ha anunciado su intención de apelar la decisión, calificándola de excesiva e imprecisa.
A contracorriente del aforismo bursátil “sell in May and go away”, este mes entregó retornos sobresalientes. Wall Street se anotó su mejor mayo desde 1997, con el Nasdaq subiendo 9,6% y el S&P 500 un 6,2%. En Europa, el Ibex 35 avanzó 6,5% —su mejor mayo desde 2007— y el EuroStoxx 50 ganó cerca de 4%. Estos movimientos reflejan un entorno de elevada liquidez, recompras corporativas sostenidas y expectativa de estímulos económicos desde Alemania y China. Según Generali Investments y CBNK Gestión de Activos, la combinación de flujos de caja saludables, escasas emisiones primarias y fundamentos sólidos justifica un sesgo positivo en la renta variable a mediano plazo, especialmente en sectores con fuerte visibilidad de utilidades.
En contraste, el mercado colombiano volvió a evidenciar su vulnerabilidad estructural. El índice MSCI Colcap cayó 1,69%, cerrando en 1.609 puntos, con un comportamiento mayoritariamente bajista. Celsia y Ecopetrol lideraron las pérdidas semanales. En el caso de la petrolera estatal, la presión se intensificó por las investigaciones en EE. UU. sobre la contratación del bufete Covington & Burling LLP y los procesos abiertos contra su presidente, Ricardo Roa, lo cual ha deteriorado la percepción de gobierno corporativo en uno de los activos más relevantes del país. El bajo volumen negociado y la ausencia de catalizadores internos mantuvieron el apetito de riesgo en niveles mínimos.
Los inversionistas globales ahora concentran su atención en el informe de empleo de EE. UU. correspondiente a mayo, el cual será determinante para anticipar los próximos movimientos de la Reserva Federal. Con una inflación que aún se resiste a converger al objetivo del 2% y una economía que muestra señales de fatiga, el mercado espera una postura más matizada de la Fed —ni claramente dovish ni estrictamente restrictiva— lo que podría marcar la pauta para la segunda mitad del año.
Renta fija — TES mixtos en medio de tensiones fiscales; Treasuries ganan tracción tras señales dovish de la Fed
El mercado de deuda soberana presentó una semana de contrastes tanto en Colombia como a nivel internacional. En el ámbito local, la curva de TES tasa fija mostró un comportamiento mixto, con valorizaciones destacadas en las referencias junio 2032 (-17,1 pbs), agosto 2026 (-16,5 pbs) y marzo 2031 (-12,7 pbs). Este repunte fue impulsado por un dato de desempleo más favorable en abril, que moderó las expectativas de recortes agresivos por parte del Banco de la República. Sin embargo, el nodo noviembre 2025 se desvalorizó (+14,5 pbs), reflejando el creciente ruido fiscal derivado de la reglamentación de la reforma pensional y el deterioro reputacional de Ecopetrol, factores que intensificaron la percepción de riesgo soberano.
En el segmento indexado a la UVR, también se registraron movimientos divergentes. Las referencias mayo 2055 (-9,1 pbs) y marzo 2027 (-9,6 pbs) ganaron valor, mientras que el febrero 2037 (+9,4 pbs) se desvalorizó en medio de crecientes incertidumbres sobre el comportamiento inflacionario de mediano plazo. En conjunto, el mercado está ajustando sus expectativas en un entorno donde los datos macroeconómicos no logran disipar las dudas sobre la sostenibilidad fiscal y la capacidad del Gobierno para consolidar sus finanzas públicas sin deteriorar la estabilidad macro.
En cuanto a emisiones primarias, al corte del 28 de mayo, el Ministerio de Hacienda ha colocado COP $25,7 billones en TES, lo que representa un cumplimiento del 55,2% de la meta anual. Solo en mayo se emitieron COP $6,07 billones, de los cuales COP $4,12 billones correspondieron a títulos tasa fija y COP $1,95 billones a papeles UVR. Este ritmo de adjudicación supera el promedio de años anteriores, lo que evidencia una estrategia más dinámica de gestión de liquidez y financiamiento en medio del complejo panorama fiscal.
En Estados Unidos, los Treasuries registraron una semana de fuerte valorización. Los rendimientos cayeron de forma generalizada —bono a 2 años (-9,4 pbs), a 10 años (-11,1 pbs) y a 30 años (-10,7 pbs)— tras conocerse que el PCE subyacente se ubicó en 2,1%, por debajo de las expectativas, acompañado de una revisión a la baja del PIB y unas minutas del FOMC que reflejaron un tono más cauto frente a futuros incrementos de tasas. Adicionalmente, la débil demanda en las subastas del Tesoro y el debate legislativo sobre el nuevo paquete fiscal reforzaron los flujos hacia activos de refugio. Se observó una pendiente más pronunciada en los tramos cortos de la curva (twist steepening), con ampliaciones en los spreads 2s10s y 5s30s, mientras que en el mercado de opciones se intensificaron las apuestas por más recortes de tasas hacia fin de año.
En Europa, los bonos alemanes mostraron estabilidad relativa. El rendimiento a 10 años se mantuvo en 2,51%, mientras que el de 2 años subió marginalmente (+1 pb) tras la publicación de una inflación de mayo ligeramente superior al consenso (2,1% vs 2,0% esperado), aunque inferior al dato de abril. Aun así, el mercado sigue descontando con alta probabilidad un recorte de 25 pbs por parte del BCE en su próxima reunión, aunque ajustó levemente las expectativas acumuladas de reducción para 2025 —de 57 a 55 pbs— ante señales de mayor prudencia monetaria.
En Japón, la curva se mantuvo relativamente estable con una ligera compresión de tasas en los tramos medios y largos, reflejando una rotación táctica hacia duraciones largas tras la publicación del nuevo balance de activos externos netos y los recientes anuncios de ajustes hipotecarios por parte de los principales bancos del país.
Divisas — Reacomodo monetario global limita el avance del dólar; monedas emergentes presionadas por tensiones comerciales
Durante la última semana de mayo, el mercado cambiario global estuvo dominado por la volatilidad asociada a las tensiones comerciales, la publicación de indicadores clave en economías desarrolladas y la creciente reconfiguración de expectativas monetarias en ambos hemisferios. El índice DXY, que mide la fortaleza del dólar frente a una canasta de seis divisas principales, subió 0,3% y cerró la semana respaldado por señales mixtas en EE. UU., donde un PCE subyacente más débil (2,1%) moderó las expectativas inflacionarias pero no debilitó de manera significativa a la moneda estadounidense.
A pesar del repunte moderado del viernes, el dólar continúa condicionado por la incertidumbre en torno a los nuevos aranceles impulsados por el presidente Trump, lo que genera dudas sobre su impacto estructural en crecimiento e inflación. Este entorno ha limitado el potencial alcista del billete verde, que ahora encuentra resistencia técnica en torno a los 105,10 puntos DXY, en medio de flujos defensivos moderados.
El euro, por su parte, retrocedió 0,1% semanal, presionado por datos mixtos en la Eurozona y la expectativa de que el Banco Central Europeo mantenga una postura cautelosa, especialmente ante una inflación que se mantiene por encima del objetivo del 2%. Con una cotización cercana a 1,13 USD/EUR, la moneda común cerró su primer mes en rojo desde diciembre de 2024, reflejando la divergencia de políticas entre el BCE y la Fed. En la misma línea, la libra esterlina cayó 0,6%, mientras que el franco suizo (-0,2%) y el yen japonés (-1,1%) no lograron sostener el impulso defensivo, incluso tras conocerse que la inflación en Tokio podría abrir la puerta a un ajuste monetario del BoJ en julio.
En mercados emergentes, las monedas latinoamericanas se vieron afectadas por la creciente aversión al riesgo, producto del deterioro del entorno comercial global. El peso chileno lideró las pérdidas con un retroceso del 1%, presionado por la caída en el precio del cobre y una rebaja de calificación por parte de JPMorgan a acciones locales, aunque cerró mayo con su quinto mes consecutivo de ganancias. El real brasileño cayó 1,4%, pese al ingreso de flujos hacia su deuda soberana, mientras que el peso mexicano perdió 1,0% ante temores de desaceleración económica y presiones inflacionarias internas.
En Colombia, el peso colombiano (COP) presentó una semana de leve retroceso (-0,1%) por la combinación de caída en los precios del petróleo y un mayor apetito global por dólares. No obstante, cerró mayo con una apreciación acumulada del 1,7%, respaldado por anuncios de nuevas inversiones en el sector petrolero y una percepción de relativa estabilidad macroeconómica frente a otras monedas regionales. El dólar culminó la semana en $4.157,11, mostrando contención en su tendencia alcista gracias a la disciplina del Banco de la República y flujos de portafolio externos hacia TES.
En Asia, el yuan chino retrocedió 0,5%, aunque logró cierta estabilización tras anuncios del gobierno encaminados a atraer inversión extranjera, medida que busca contener la presión bajista y reforzar el anclaje del tipo de cambio en torno a los niveles objetivo del Banco Popular de China.
El balance general de la semana en divisas deja claro que los ajustes en las expectativas de tasas de interés —tanto en economías avanzadas como emergentes— siguen siendo el principal motor de los movimientos cambiarios, limitando el atractivo de estrategias de carry trade sobre el dólar y generando episodios de reversión en los flujos de capital hacia mercados emergentes más vulnerables a shocks externos.
Commodities — El petróleo cae ante expectativas de mayor oferta; presión bajista también en metales
El mercado de materias primas cerró la última semana de mayo con un tono decididamente bajista, arrastrado por temores de sobreoferta en petróleo, debilidad industrial en Asia y señales mixtas en los metales preciosos. El precio del petróleo Brent retrocedió 1,4% hasta los USD 63,90 por barril, mientras que el WTI cayó 1,2% y cerró en USD 60,80, presionado por la incertidumbre en torno a la próxima reunión de la OPEP+ que se celebrará este sábado. En dicha reunión se discutirá la posible habilitación de 411 mil barriles diarios adicionales desde julio, lo que podría marcar el inicio de una reversión parcial de los recortes de producción vigentes desde 2023.
Aunque el descenso fue moderado por un inesperado retroceso en los inventarios de crudo, gasolinas y destilados en EE. UU. —reportado por la EIA y atribuido al incremento de la demanda interna previo al feriado de Memorial Day—, el mercado continúa mostrando alta sensibilidad a los anuncios geopolíticos y a cualquier ajuste en los niveles de producción global. Las preocupaciones se intensificaron tras un informe de Reuters según el cual algunos miembros del cartel estarían considerando aumentar la producción más allá del rango previamente acordado, en medio de una evaluación técnica que muestra ampliación del superávit global de crudo, como advirtió JPMorgan.
Adicionalmente, un nuevo mensaje del presidente Donald Trump en Truth Social, sugiriendo modificaciones adicionales en los aranceles a las importaciones chinas, introdujo más presión bajista sobre los precios del petróleo, en medio de crecientes tensiones comerciales que podrían afectar la demanda energética global en el segundo semestre del año.
En los metales preciosos, el mercado tampoco encontró refugio. El oro retrocedió 2,0% hasta los USD 3.289 por onza, a pesar de que la moderación del PCE en EE. UU. elevó las expectativas de recortes de tasas por parte de la Fed. El metal amarillo se vio afectado por tomas de utilidades y una menor demanda de cobertura frente al dólar. La plata también acompañó con una pérdida semanal de 1,5%, manteniéndose bajo presión por la debilidad de la demanda industrial.
El cobre, por su parte, fue el más afectado de la canasta, con una caída del 2,9% hasta los USD 469,4 por tonelada, afectado por la expectativa de un nuevo mes de contracción del PMI manufacturero en China, principal consumidor mundial del metal. Aunque la mina de Cobre Panamá sigue cerrada, limitando la oferta en el corto plazo, el mercado prioriza las señales de desaceleración industrial y la incertidumbre sobre los estímulos económicos del gigante asiático, lo que continúa pesando sobre las cotizaciones.
Con este cierre de mes, el complejo de commodities refleja un panorama frágil, donde la geopolítica, la política comercial y la ralentización industrial convergen para moldear un entorno con mayor volatilidad, menor tracción en los precios y crecientes ajustes de posicionamiento por parte de los inversionistas institucionales.
¿Estamos entrando en una nueva era de sobreoferta global?
Por Enrique Ariza
Los recientes retrocesos en los precios del petróleo, el cobre y otros commodities podrían interpretarse como ajustes cíclicos ante la volatilidad de los mercados. Sin embargo, detrás de estos movimientos comienza a emerger una hipótesis más estructural: la economía global podría estar ingresando en una etapa prolongada de sobreoferta sistémica, caracterizada por capacidad productiva excedente, débil demanda estructural y estrategias industriales divergentes que desarticulan los equilibrios tradicionales.
La posible habilitación de 411 mil barriles diarios por parte de la OPEP+ a partir de julio —en medio de un crecimiento mundial debilitado— sugiere que los incentivos por recuperar participación de mercado están superando la disciplina de precios, incluso a costa de presionar los márgenes. Esta lógica excede el ámbito petrolero. La caída del cobre, a pesar del cierre de grandes minas como Cobre Panamá, es otro reflejo de una oferta persistente que se enfrenta a una demanda industrial rezagada, particularmente en Asia, donde el PMI manufacturero de China continúa contrayéndose.
El fenómeno se amplifica con la reorganización geopolítica global. El desacoplamiento comercial entre Estados Unidos y China —y su réplica en otras regiones— está promoviendo la duplicación de cadenas productivas en nombre de la resiliencia estratégica. Esto implica que distintos bloques están invirtiendo simultáneamente en infraestructura, manufactura y energía, generando una expansión paralela de capacidad, sin una demanda global coordinada que absorba ese exceso.
En este entorno, la liquidez acumulada tras años de tasas ultra bajas sigue financiando proyectos con retornos inciertos, lo que refuerza la paradoja de una abundancia inversora en un contexto de crecimiento moderado, presión fiscal y tensiones comerciales. El resultado es una economía mundial con más capacidad instalada de la que el mercado efectivamente necesita o puede rentabilizar en el corto plazo.
¿Estamos, entonces, ante un superciclo inverso? Uno donde el problema ya no es la escasez, sino la rentabilidad de la abundancia. De confirmarse esta tendencia, los desafíos para las economías emergentes —en particular las exportadoras de materias primas— serán significativos. La volatilidad de precios se volverá más estructural, los márgenes fiscales se reducirán, y se hará urgente diversificar la base productiva para evitar choques recurrentes por términos de intercambio adversos.
Para los inversionistas, el entorno requerirá una reevaluación de expectativas: la sobreoferta global puede frenar repuntes de precios, incluso si las condiciones geopolíticas o monetarias son favorables. Y para los hacedores de política económica, el mensaje es claro: ya no basta con gestionar la demanda; ahora será necesario anticipar y contener los excesos de oferta que, si no se manejan con inteligencia, podrían profundizar desequilibrios globales.
Nota del Autor
La información contenida en este Resumen Económico Semanal se fundamenta en fuentes públicas consideradas confiables y tiene como único propósito ofrecer un análisis general de coyuntura para los lectores. Este documento no constituye una oferta, invitación, recomendación ni asesoría personalizada para la compra, venta o mantenimiento de instrumentos financieros, conforme a lo establecido en el artículo 2.40.1.1.2 del Decreto 2555 de 2010.
Las fuentes utilizadas incluyen informes oficiales, publicaciones de entidades nacionales e internacionales, y bases de datos de mercado de acceso público. Este material no reproduce ni distribuye contenido protegido sin la debida autorización o cita correspondiente, y se acoge a los principios de uso legítimo de la información con fines analíticos y educativos.
Las opiniones, proyecciones y análisis aquí presentados son exclusivamente del autor y no reflejan necesariamente las posturas de entidades públicas o privadas con las que mantenga vínculo profesional o académico. Tales opiniones están sujetas a cambios sin notificación previa, de acuerdo con la evolución de los hechos económicos y financieros.
La inversión en mercados financieros conlleva riesgos inherentes, incluidos posibles pérdidas parciales o totales de capital invertido. En consecuencia, se recomienda a los lectores realizar su propio análisis independiente y, de ser necesario, acudir a asesores financieros idóneos y debidamente certificados antes de tomar decisiones con impacto económico.
El autor no garantiza la exactitud, suficiencia o idoneidad de la información contenida en este resumen, ni asume responsabilidad por errores, omisiones o interpretaciones derivadas de su uso, ni por pérdidas o daños, directos o indirectos, que resulten de decisiones tomadas con base en este contenido.
Comentar