Resumen Económico de la Semana del 17 al 21 de Noviembre de 2025

Resumen Ejecutivo

La semana del 17 al 21 de noviembre de 2025 estuvo marcada por un aumento de la volatilidad global, en un contexto donde los datos macroeconómicos y las tensiones geopolíticas influyeron más que los movimientos de mercado. En Estados Unidos, las cifras laborales mantuvieron la lectura de un mercado aún firme, reduciendo la probabilidad de recorte de tasas en diciembre y reforzando la postura prudente de la Reserva Federal. En Europa, la desaceleración industrial convivió con revisiones moderadas al alza en las proyecciones de crecimiento para 2025, mientras el panorama político continúa condicionando las expectativas fiscales. En Asia, los indicadores de China mostraron una inversión extranjera aún débil y un entorno de menor dinamismo, y Japón enfrentó una combinación de contracción trimestral del PIB, un paquete fiscal de gran escala y la depreciación persistente del yen, con tensiones geopolíticas bilaterales en ascenso con China en torno al conflicto de Taiwán.

En América Latina, México confirmó un retroceso de 0,3% en el PIB del tercer trimestre y Banamex redujo su estimación de crecimiento para 2025 a 0,2%, reflejando la debilidad industrial. En Brasil, la reducción parcial de aranceles por parte de Estados Unidos dio un impulso táctico al sentimiento económico y al real, pese a la persistencia de tensiones diplomáticas.

Para Colombia, el PIB del tercer trimestre creció 3,6%, apoyado en consumo y gasto público, mientras la inversión, la construcción y la minería continúan rezagadas. El frente fiscal sigue siendo el principal foco de riesgo, con un déficit primario elevado y un gasto rígido que limita el ajuste.

En los mercados financieros, los TES registraron desvalorizaciones amplias en los tramos medio y largo de la curva, reflejando el deterioro fiscal percibido y la expectativa de mayor oferta de deuda. El dólar cerró en COP 3.805, ante un DXY fortalecido y una menor disponibilidad de flujos locales. En commodities, el petróleo profundizó su corrección por expectativas de sobreoferta hasta 2026 y los metales retrocedieron ante un dólar más fuerte y señales de demanda moderada en Asia.

 

Estados Unidos

La narrativa económica en Estados Unidos continúa dominada por la combinación de un banco central que prefiere ganar tiempo y un flujo de información estadística incompleto tras el cierre parcial del gobierno federal. Las declaraciones recientes de John Williams, presidente de la Reserva Federal de Nueva York, devolvieron algo de alivio a los mercados al recordar que la institución mantiene abierta la puerta a nuevos ajustes de tasas en el corto plazo, pero las actas de la última reunión dejaron claro que el Comité está dividido y con un sesgo todavía restrictivo. Buena parte de los miembros considera razonable mantener el nivel actual de tipos en diciembre, precisamente porque la inflación se mantiene por encima de la meta y la lectura sobre el mercado laboral es menos nítida de lo habitual debido a la ausencia de cifras completas de empleo e inflación para octubre.

El cierre del gobierno dejó un vacío estadístico incómodo. La oficina de estadísticas laborales no publicará el informe de empleo de octubre ni el índice de precios al consumidor de ese mes y solo podrá incorporar parcialmente información rezagada en los datos de noviembre. Algo similar ocurre con otras series clave que produce la oficina de análisis económico. Esto obliga a la Reserva Federal y a los analistas a apoyarse más de lo normal en indicadores alternativos de alta frecuencia, solicitudes semanales de desempleo y encuestas privadas para calibrar el estado real de la economía, en un contexto donde los mercados ajustan continuamente las probabilidades implícitas de recorte de tasas en la reunión de diciembre.

Aun con ese ruido estadístico, el cuadro que se observa no es el de una economía en recesión inminente, sino el de una desaceleración gradual con fuertes diferencias sectoriales. En el frente real, los indicadores adelantados muestran una manufactura débil, pero lejos de una contracción abrupta, y un sector de servicios que sigue actuando como ancla de crecimiento. El PMI manufacturero preliminar de noviembre cedió ligeramente frente al mes anterior y la mayor parte de los índices regionales continúa en terreno modesto, mientras que el PMI de servicios avanzó apoyado en nuevos pedidos y actividad, elevando el PMI compuesto a su nivel más alto desde mitad de año. A nivel regional, el índice de producción manufacturera de la Reserva Federal de Kansas City subió a su mejor registro desde 2022, pero este repunte luce más como un alivio táctico que como un cambio estructural del ciclo industrial.

En el frente de la demanda interna, la señal es más matizada. La encuesta de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan arrojó una caída del índice general en noviembre, reflejando la incomodidad de los hogares con el efecto acumulado de la inflación y la pérdida de poder adquisitivo, aunque las expectativas de inflación a cinco años corrigieron ligeramente a la baja. Es una combinación que sugiere que la política monetaria ha logrado moderar las presiones de precios sin destruir por completo la confianza, pero también que la sensibilidad de los consumidores a nuevas sorpresas inflacionarias o laborales es cada vez mayor.

El mercado de trabajo sigue siendo el punto central para la Fed. El informe de septiembre mostró un aumento de alrededor de 119.000 empleos no agrícolas, por encima de lo esperado, aun después de revisiones a la baja en los meses previos. El empleo se concentró en salud, educación privada, ocio y hospitalidad, mientras que sectores como manufactura, minería, transporte y algunos servicios empresariales registraron caídas. La tasa de desempleo subió a 4,4% en un contexto de aumento de la participación laboral, lo que relativiza el deterioro, pero el incremento de los desempleados permanentes apunta a un desgaste más estructural en ciertos segmentos del mercado. Al mismo tiempo, el crecimiento salarial cercano al 0,3% mensual y al 3,8% anual se ha alineado con un escenario compatible con una inflación que converge lentamente al objetivo, lo que reduce el riesgo de una espiral salarios–precios, pero no elimina las dudas sobre la capacidad de la economía para absorber nuevos choques.

El sector vivienda sigue siendo un termómetro privilegiado de estas tensiones. Las ventas de viviendas usadas han mostrado un avance moderado, suficiente para que las comisiones de los agentes inmobiliarios aporten positivamente al componente residencial del producto interno, pero no lo bastante como para hablar de un nuevo ciclo expansivo. Las tasas hipotecarias más bajas que hace unos meses ayudan a destrabar algo de demanda, aunque la asequibilidad continúa siendo un obstáculo serio para los hogares jóvenes. La peculiaridad reciente es que los precios de la vivienda existente se han colocado por encima de los de la vivienda nueva, algo poco habitual históricamente, reflejo de una oferta muy limitada en el mercado de reventa y de la decisión de los constructores de ajustar metrajes, ubicaciones y precios para no acumular inventarios. Las discusiones sobre instrumentos como hipotecas de plazos mucho más largos buscan aliviar la carga de las cuotas, pero no resuelven el problema de fondo, que está del lado de la oferta, la regulación del suelo y la disponibilidad de proyectos viables.

Al mismo tiempo, el frente externo y la política comercial introducen elementos adicionales de ruido, aunque de impacto macroeconómico acotado en el corto plazo. La corrección de algunos aranceles y acuerdos puntuales con socios específicos reduce marginalmente el arancel efectivo promedio, mientras que los índices de estrés en las cadenas de suministro muestran una normalización paulatina gracias a menores costos logísticos y al ajuste de inventarios. Sin embargo, el largo periodo de tasas altas ha encarecido la financiación de proyectos de inversión y ha elevado el listón para nuevas decisiones de gasto de capital, aun en sectores que se benefician del ciclo de inteligencia artificial y relocalización productiva.

En el plano geopolítico, la relación entre Washington y Kiev añade una capa adicional de incertidumbre al liderazgo estadounidense en el orden internacional. La presión de la administración Trump para que Ucrania acepte un plan de paz percibido en Kiev como favorable a Moscú ha reabierto el debate sobre la sostenibilidad del apoyo militar y financiero de Estados Unidos al conflicto. Para los mercados, el punto central no es solo el desenlace de la guerra, sino el mensaje que envía sobre la disposición de Washington a sostener en el tiempo alianzas estratégicas bajo escenarios de costos crecientes. La respuesta de las capitales europeas y la capacidad de articular una posición común frente a Rusia serán determinantes para saber si el peso de la disuasión recae menos en Estados Unidos y más en Europa, con implicaciones sobre primas de riesgo, gasto en defensa y la configuración de los flujos energéticos hacia 2026 y más adelante.

 

Europa

La fotografía de Europa combina una recuperación apoyada en los servicios, una industria que no termina de salir de la zona de contracción y un frente geopolítico que vuelve a colocar al continente en el centro de la discusión sobre Ucrania y la arquitectura de seguridad occidental. En la eurozona, el PMI compuesto se mantiene por encima del umbral de 50 puntos, pero lo hace por un margen muy estrecho, con los servicios consolidando un crecimiento moderado y el sector manufacturero de nuevo por debajo de 50, en niveles compatibles con estancamiento e incluso ligeros retrocesos de producción. El mensaje es el de una economía que evita la recesión, aunque sin lograr un impulso sólido y con un patrón de crecimiento que descansa cada vez más en actividades de servicios avanzados, mientras la industria sigue ajustándose a costos financieros más altos, nueva regulación climática y un entorno comercial menos benigno.

El informe de otoño de la Comisión Europea refuerza ese diagnóstico: la institución destaca la resiliencia del área del euro en un contexto exigente, apoyada en un mercado laboral robusto, la solidez de los balances de hogares y empresas y el despliegue gradual de los fondos europeos de nueva generación. La Comisión asume que la inflación se aproximará de forma estable al objetivo del Banco Central Europeo en los próximos años, lo que permite proyectar tasas de interés en un rango más neutral y condiciones financieras algo más favorables que las del bienio inflacionario reciente. Con este telón de fondo, aumenta en unas décimas el crecimiento previsto para 2025, hacia tasas cercanas a 1,3% para la eurozona, aunque recorta ligeramente el escenario para 2026, reflejando que buena parte del ajuste ya se ha hecho, pero la economía no tiene motores internos suficientes para volver a ritmos cercanos al promedio histórico sin reformas adicionales.

Detrás de ese promedio hay trayectorias nacionales muy distintas. Alemania sigue siendo el caso más complejo: su industria está particularmente expuesta a los aranceles estadounidenses y a la competencia de manufacturas asiáticas, mientras el estímulo fiscal empuja el déficit hacia niveles cercanos a 4% del producto en los próximos años, sin garantizar una recuperación del crecimiento por encima de la media europea. La última lectura del PMI manufacturero alemán se sitúa claramente en terreno contractivo, en mínimos de varios meses, con caídas de nuevos pedidos, sobre todo de exportación, pese a que los servicios todavía consiguen mostrar expansiones moderadas.

Francia combina un crecimiento limitado con un problema fiscal más visible. Los déficits por encima de 5% del producto y la necesidad de mejorar la productividad tensionan la agenda de reformas. En los indicadores adelantados se observa el mismo patrón de dualidad: la manufactura sigue en zona de contracción, mientras que los servicios han logrado por primera vez en más de un año entrar en expansión, lo que ha permitido que el PMI compuesto se acerque al umbral de 50 desde los niveles claramente recesivos de meses previos. Italia transita un escenario de crecimiento modesto, apoyado de forma relevante en la inversión asociada a los fondos comunitarios y con un compromiso de disciplina fiscal que busca llevar el déficit hacia el entorno de 2,5% del producto a mediano plazo.

En contraste, España vuelve a destacar como una de las economías grandes con mejores perspectivas relativas dentro de la región. El nuevo cuadro macro del Gobierno proyecta un crecimiento cercano a 2,9% en 2025 y algo más de 2% en 2026, en un contexto de reducción gradual del déficit a niveles compatibles con las reglas fiscales europeas. La deuda pública sobre PIB se corrige lentamente frente al máximo alcanzado durante la pandemia, aunque sigue en niveles elevados por encima del 100%. Los diversos organismos fiscales y el propio Banco de España coinciden en una senda de descenso suave, condicionada, entre otros factores, por la forma como se contabilizan los desembolsos de préstamos europeos y por la capacidad de convertir los fondos de nueva generación en inversión productiva real.

En sus intervenciones recientes, el vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, ha subrayado que las perspectivas de inflación en la zona euro son ahora menos preocupantes que hace un año, aunque pone el acento en los servicios, donde las presiones sobre precios siguen siendo más persistentes. La convergencia de la inflación hacia el entorno de 2% ha permitido que el BCE reduzca su tipo de referencia desde el 4% al 2%, nivel que la institución considera compatible con una postura prudente pero no abiertamente contractiva. El mensaje de fondo es que no hay prisa por seguir recortando tipos y que el margen que deja la moderación inflacionaria debe utilizarse para reforzar la estabilidad financiera y ganar tiempo en la ejecución de reformas que aumenten el crecimiento potencial.

España aparece en ese discurso como ejemplo de una economía que ha ganado competitividad desde la reforma laboral de 2013, con mejoras en exportaciones, balanza de pagos y capacidad de absorción de inversión extranjera. Sin embargo, la propia autoridad monetaria europea señala que buena parte del crecimiento reciente responde a un fuerte aumento de la población y a la inmigración, lo que traslada las tensiones al mercado de la vivienda. El problema ya no es tanto el crédito hipotecario, que se mantiene en parámetros prudentes, sino la oferta insuficiente de vivienda en alquiler. La combinación de un incremento rápido en la formación de hogares y una regulación que restringe la oferta de alquiler se traduce en subidas de precios que afectan directamente la cohesión social y la competitividad de los centros urbanos. La experiencia de la Sareb se reinterpreta a la luz de este dilema entre utilizar la valorización de los activos para repagar deuda pública o reconvertir ese stock en vivienda social a costa de asumir pérdidas fiscales.

Al otro lado del canal, el Reino Unido enfrenta su propio equilibrio inestable entre desinflación y debilidad del consumo. La inflación anual se ha moderado hacia niveles en torno a 3,6%, por debajo del registro previo y ligeramente mejor que lo que anticipaba el consenso, pero todavía claramente por encima del objetivo del Banco de Inglaterra. Los salarios empiezan a crecer a un ritmo algo menor y las ventas minoristas se han situado por debajo de las expectativas, lo que revela el deterioro del poder adquisitivo de los hogares. El último PMI compuesto apenas se mantiene por encima de 50 puntos, reflejando una economía privada que desacelera, mientras que el PMI manufacturero ha regresado muy tímidamente a terreno de expansión después de más de un año en contracción. En paralelo, el endeudamiento público sigue en niveles elevados y el Gobierno trabaja en un presupuesto que intenta cuadrar un triángulo difícil: combatir la inflación, apuntalar el crecimiento y avanzar en consolidación fiscal, sin margen para grandes errores.

En el plano geopolítico, Europa vuelve a colocarse en el centro de la discusión sobre la guerra en Ucrania y el equilibrio de poder dentro de la alianza occidental. La propuesta de paz en veintiocho puntos impulsada por Washington y respaldada por la administración Trump ha sido recibida con evidente cautela por los gobiernos europeos y por las propias instituciones de la Unión. El borrador es visto en muchas capitales como excesivamente alineado con los intereses de Moscú, porque exige concesiones territoriales en el este de Ucrania y plantea una reducción sustancial del tamaño de las fuerzas armadas ucranianas, a cambio de garantías de seguridad que se perciben como vagas.

La respuesta europea ha sido intentar articular una contrapropuesta junto con Kiev, reafirmando la máxima de que nada debe decidirse sobre Ucrania sin la participación directa de Ucrania y de sus socios europeos. Líderes de las principales economías de la zona euro y del Reino Unido han reiterado que cualquier acuerdo debe respetar la integridad territorial ucraniana y no puede dejar al país en una situación de vulnerabilidad estructural frente a un Estado que ha recurrido tres veces a la fuerza militar en menos de una década. El secretario general de Naciones Unidas y la alta representación diplomática de la Unión han insistido en que cualquier solución de paz debe ser compatible con la Carta de la ONU y con las resoluciones que exigen el respeto de las fronteras reconocidas internacionalmente.

Para Europa, el debate no es solo moral o jurídico. La forma como se resuelva el plan de paz tendrá implicaciones directas sobre su seguridad energética, su presupuesto de defensa y su posición dentro de la arquitectura de la OTAN. Una paz percibida como capitulación debilitaría la credibilidad de la disuasión frente a Rusia y podría obligar a los países europeos a aumentar todavía más su gasto en defensa para compensar un eventual repliegue relativo de Estados Unidos.

 

Asia

La región asiática transita un cierre de año marcado por tres vectores: la desaceleración estructural de China y la persistente salida de capital extranjero, un Japón que combina dinamismo interno con tensiones cambiarias y costos de importación crecientes, y un sur asiático que sigue expandiéndose, aunque con señales de fricción por la política comercial de Estados Unidos.

En China, la inversión extranjera directa acumulada hasta octubre registró una caída de 10,3%, hasta 621,93 mil millones de CNY, prolongando un ciclo de contracción que ya supera dos años y medio. Aun así, la magnitud de la caída es la menor desde diciembre de 2023, lo que sugiere que el ajuste podría estar cerca de su punto de estabilización. La distribución sectorial muestra que 161,91 mil millones de CNY se dirigieron a manufactura, 445,82 mil millones de CNY a servicios y 192,52 mil millones de CNY a industrias tecnológicas. Un elemento llamativo es que los Emiratos Árabes Unidos se consolidaron como la mayor fuente de entrada de capital, representando cerca de la mitad de los flujos, mientras que Reino Unido y Suiza también tuvieron participaciones relevantes. Esta composición refleja un cambio en el origen geográfico de la IED hacia economías que buscan diversificación estratégica y que no están plenamente alineadas con los bloques tradicionales de inversión en China.

Japón enfrenta un panorama más complejo en el corto plazo, pese a que la economía mantiene signos de dinamismo. El PIB del 3T cayó 0,4% trimestral, golpeado por una contribución negativa del sector externo y un desplome de 9,4% en la inversión residencial por efectos regulatorios que afectaron el inicio de nuevas obras. Aun así, el crecimiento interanual fue de 1,1%, apoyado en una demanda interna que sigue mostrando resistencia: el consumo privado avanzó 0,1% trimestral y la inversión no residencial creció 1,0%. Las encuestas empresariales y los datos de inflación continúan señalando una economía activa, donde los precios al consumidor repuntaron 0,7% mensual en octubre y situaron la inflación general en 3,0% interanual, con la subyacente en 3,1%.

En respuesta, el Gobierno aprobó un paquete de estímulo de 21,3 billones de JPY, equivalente a cerca de 3,5% del PIB, que incluye subsidios a hogares para compensar el aumento de tarifas energéticas, transferencias a familias con hijos y un incremento del gasto en defensa. El impacto fiscal reavivó la presión sobre el yen, que volvió a niveles cercanos a 157 JPY por dólar y alrededor de 181 JPY por euro, mientras la rentabilidad del bono soberano a 10 años alcanzó valores superiores a 1,80%, máximos desde 2008. La ministra de Finanzas, Satsuki Katayama, advirtió que la intervención en mercados de divisas es una “posibilidad natural” si la depreciación se acelera, una declaración que elevó la volatilidad intradía y puso de relieve el dilema entre estabilizar la moneda y sostener el estímulo fiscal.

El Banco de Japón, por su parte, ha moderado las expectativas de subidas de tasas, que prácticamente han desaparecido para la reunión del 19 de diciembre, en un contexto en el que la institución intenta gestionar simultáneamente un repunte inflacionario que ya supera 3% y un entorno de actividad que, aunque sólido en encuestas, mostró una contracción trimestral que refleja la fragilidad del ciclo externo. La combinación de yen débil, inflación importada y deuda pública elevada condiciona la capacidad de la autoridad monetaria para avanzar en un proceso de normalización rápida.

En India, los indicadores adelantados muestran una ligera pérdida de impulso, aunque a niveles todavía muy elevados. El PMI manufacturero de noviembre retrocedió hasta 57,4 puntos desde 59,2, mientras que el PMI de servicios avanzó hasta 59,5. El PMI compuesto quedó en 59,9, frente a 60,4 el mes anterior. Aunque se trata del dato más débil desde febrero, India sigue liderando el crecimiento entre las economías grandes de Asia. Los aranceles de 50% impuestos por Estados Unidos han pesado sobre la industria, especialmente en nuevos pedidos y exportaciones, pero la reciente victoria del bloque Alianza Democrática Nacional en el estado de Bihar refuerza la posición política del Gobierno de Narendra Modi para renegociar esos gravámenes. El cálculo político es evidente: Bihar representa más de 9% de la población india, y una concesión en materia agrícola podría facilitar una reducción de tarifas con Estados Unidos, suavizando las fricciones comerciales.

En el frente geopolítico, la tensión entre China y Japón se ha intensificado después de que la primera ministra Sanae Takaichi afirmara que un eventual ataque chino sobre Taiwán podría interpretarse como una amenaza a la supervivencia de Japón, lo que abriría la puerta al uso de sus Fuerzas de Autodefensa. Pekín exigió la retirada inmediata de esas declaraciones, acusó a Japón de acelerar su rearme y respondió con una serie de medidas económicas y simbólicas: suspensión temporal de importaciones de productos del mar japoneses, congelación de negociaciones sobre carne bovina, cancelación de estrenos culturales y advertencias de viaje a ciudadanos chinos.

Al mismo tiempo, Taiwán levantó restricciones a ciertos alimentos japoneses tras evaluar que el riesgo de radiación adicional era insignificante, un gesto que contrasta con las restricciones económicas impuestas por China y subraya la sensibilidad regional alrededor de Fukushima y del debate sobre seguridad alimentaria. La disputa entre Tokio y Pekín se produce en un entorno en el que ambos países reconocen una relación “estratégica y mutuamente beneficiosa” desde 1972, pero donde las fricciones comerciales, tecnológicas y militares han escalado.

 

México y Brasil

En México, los indicadores recientes confirman una fase de desaceleración más marcada de lo que se anticipaba a comienzos de año. Para octubre se proyecta un crecimiento mensual prácticamente nulo, arrastrado por la debilidad industrial, con una contracción anual cercana a 2,1% en el sector manufacturero y de la construcción. Los datos del PIB del tercer trimestre mostraron una caída de 0,3% trimestral y dejan un avance acumulado de solo 0,4% en los primeros nueve meses, por debajo del 1,0% previsto por la Secretaría de Hacienda para el mismo periodo y en línea con el menor desempeño observado desde 2020. El Indicador Global de la Actividad Económica en septiembre reforzó esa señal al retroceder alrededor de 0,6% mensual.

Ante este cuadro, Banamex ajustó a la baja su estimación de crecimiento del PIB para 2025. Su nueva proyección apunta a un avance de 0,2% para el año, tras recortar 0,2 puntos porcentuales frente a su escenario previo. La mitad del ajuste obedece a revisiones estadísticas y la otra mitad a la inercia negativa del desempeño del tercer trimestre, incluso asumiendo una recuperación moderada en el cuarto. En términos desestacionalizados, el crecimiento anualizado quedaría en torno a 0,4%, claramente por debajo del 1,1% registrado en 2024. El diagnóstico del banco es que la economía arrastra una desaceleración importante desde finales de 2023 y que la mejora observada en el primer semestre de 2025 no fue suficiente para compensar la debilidad industrial, en particular en construcción y manufacturas.

Banamex prevé una recuperación gradual apoyada en varios frentes: exportaciones que seguirían siendo motor, aunque con menor contribución en 2026 si se moderan las manufacturas de Estados Unidos; un gasto público con menos subejecución en el cuarto trimestre y una postura fiscal algo menos restrictiva en 2026; una actividad petrolera más estable que dejaría de restar al crecimiento; un entorno de menor incertidumbre que pueda reactivar inversión privada, empleo y salarios reales; y una política monetaria que transite de claramente restrictiva a un tono más neutral, facilitando la mejora del consumo y la inversión. Bajo ese supuesto, el banco estima un crecimiento cercano a 0,3% para el cuarto trimestre y mantiene sin cambios su proyección de expansión para 2026.

En el frente monetario, el mensaje de Banco de México se ve tensionado por un debate explícito sobre su credibilidad. El subgobernador Jonathan Heath ha señalado que el mercado no comparte la proyección oficial de que la inflación convergerá a la meta de 3,0% en la segunda mitad de 2026. Las expectativas privadas se encuentran más bien ancladas en torno a 3,6% para la inflación general, mientras la inflación subyacente se sitúa alrededor de 4,3%. Heath reconoce que, desde 2003, el banco no ha logrado sostener la inflación en 3,0% de forma estable y plantea que la recuperación de credibilidad pasa por resultados efectivos, no solo por trayectorias proyectadas. En este contexto, considera muy probable que en diciembre se apruebe un nuevo recorte de 25 puntos básicos en la tasa de referencia, desde 7,25% a 7,00%, con una decisión tomada otra vez por mayoría y no en forma unánime. Una pausa en el ciclo de recortes se vería más adelante, ya en 2026, siempre condicionada a que la inflación efectivamente se acerque a la meta.

Brasil, por su parte, se mueve en un entorno donde la agenda comercial y la agenda climática se entrecruzan. En el plano bilateral con Estados Unidos, el Gobierno recibió con alivio la retirada parcial de los aranceles adicionales de 50% que se habían impuesto a una amplia canasta de bienes en 2024. Washington suspendió un recargo de 40% para 238 productos, entre ellos café, carne bovina, cacao, mango, coco, piña y açaí. Según las estimaciones oficiales, la proporción de exportaciones brasileñas todavía sometidas al arancel máximo se reduce de 36% a 22%, lo que mejora de manera significativa las condiciones de acceso para el sector agroexportador y parte de la industria de alimentos y bebidas.

El vicepresidente y ministro de Industria y Comercio, Geraldo Alckmin, calificó la decisión como el mayor avance reciente en la relación comercial con Estados Unidos y subrayó que, aunque se recupera parte del papel de Brasil como proveedor relevante del mercado estadounidense, todavía queda cerca de una cuarta parte de los productos expuestos al recargo de 50%. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva, a su vez, celebró la rebaja como un paso en la dirección correcta, pero dejó claro que el objetivo del Gobierno es avanzar hacia una eliminación total de las medidas punitivas y revertir también las sanciones personales impuestas a autoridades judiciales y funcionarios brasileños en el contexto del proceso contra el expresidente Jair Bolsonaro.

En el frente interno, la industria y las asociaciones sectoriales han recibido la noticia con una mezcla de optimismo y cautela. La Confederación Nacional de la Industria destaca que la ampliación de las excepciones arancelarias ayuda a restaurar parte de la posición histórica de Brasil como proveedor agrícola y alimentario de Estados Unidos y reduce el riesgo de desvíos de comercio hacia competidores de la región. Las patronales cárnicas y cafeteras esperan que la nueva ronda de diálogo permita consolidar contratos de mediano plazo en un entorno menos incierto, aunque siguen pendientes los aranceles que aún pesan sobre bienes de capital, equipamientos industriales, motores y calzado.

En paralelo, Brasil asume un rol central como país anfitrión de la COP30 en Belém, donde el borrador de decisión final ha generado controversia al omitir una referencia explícita al abandono progresivo de los combustibles fósiles. Una treintena de países, entre ellos Chile, Colombia, España y México, suscribió la llamada Declaración de Belém para impulsar una transición justa y ordenada que incluya una hoja de ruta clara para reducir el uso de petróleo, carbón y gas. La Unión Europea ha planteado incluso la posibilidad de que la conferencia termine sin acuerdo si no se refuerza la ambición del texto, mientras que el Gobierno brasileño intenta equilibrar su condición de exportador de commodities energéticos con la imagen de liderazgo climático que Lula ha buscado proyectar.

 

Colombia

La economía colombiana tuvo en el tercer trimestre de 2025 su mejor desempeño desde 2022, con un crecimiento anual de 3,6% y una variación trimestral desestacionalizada de 1,2%. En lo corrido del año el PIB acumula una expansión de 2,8%, por encima de los registros de 2023 y 2022, lo que consolida una fase de recuperación cíclica. El impulso provino principalmente del bloque de administración pública, defensa, educación y salud, que creció 8,0% y aportó 1,3 puntos porcentuales al resultado, acompañado por comercio, transporte, alojamiento y servicios de comida, que avanzó 5,6% y contribuyó con 1,2 puntos porcentual, y por la industria manufacturera, que se expandió 4,1% y sumó 0,5 puntos porcentuales. Desde el lado de la demanda, el consumo final aumentó 5,7%, la formación bruta de capital 2,2%, las exportaciones 2,2% y las importaciones 10,0%, configurando un patrón donde la demanda interna se acelera mientras las compras externas crecen con mucha más fuerza que la producción local.

El Indicador de Seguimiento a la Economía refuerza esa lectura de mayor dinamismo hacia el cierre del trimestre. En septiembre el ISE creció 4,0% anual en su serie original y ajustada por calendario, con revisiones al alza para meses previos que elevaron el dato de julio a 4,6% y el de agosto a 2,4%. Todas las ramas de actividad mostraron variaciones positivas en septiembre, salvo explotación de minas y canteras, que registró una caída de 4,1%. El mayor aporte vino nuevamente de la administración pública y defensa, mientras actividades artísticas lideraron la variación con un crecimiento de 9,2%. En contraste, en el agregado trimestral construcción y minería continuaron en números rojos, con caídas de 1,5% y 5,7% respectivamente, lo que confirma que el rebote de la economía no es homogéneo y que la formación de capital físico sigue rezagada frente al dinamismo del gasto corriente.

El sector empresarial ha recibido estas cifras con una mezcla de alivio y preocupación. Para la ANDI, el crecimiento de 3,6% es un dato claramente mejor que el 2,6% del primer trimestre, el 2,1% del segundo y los registros de 1,7% y 0,7% de los años anteriores, pero la composición del avance enciende varias alarmas. El motor dominante es el gasto público, especialmente en salud y en seguridad social, donde se han materializado pagos atrasados y mayores transferencias, así como el consumo privado, que crece por encima de 4% mientras las importaciones aumentan más de 10%. Al mismo tiempo, la industria apenas supera el 2% en varias ramas, la construcción sigue en contracción y la minería continúa ajustándose, lo que limita la capacidad del aparato productivo para convertir este ciclo de gasto en un aumento sostenible de la productividad y del empleo privado de calidad.

En materia fiscal, el país combina un déficit elevado con señales de corrección por el lado de los intereses de la deuda, pero sin un ajuste claro en el gasto primario. El Gobierno proyecta cerrar 2025 con un déficit de 7,1% del PIB, aunque estimaciones recientes sitúan el desequilibrio algo por debajo, apoyadas en un ahorro significativo en el servicio de la deuda gracias a la tasa de cambio más baja frente al Marco Fiscal de Mediano Plazo y a las operaciones de manejo de deuda realizadas por la Dirección de Crédito Público y la Tesorería. La carga de intereses, que el MFMP ubicaba en 4,7% del PIB, podría bajar a un rango entre 3,2% y 3,8%, aliviando parcialmente las cuentas fiscales. Sin embargo, el déficit primario se mantiene en niveles históricamente altos, alrededor de 3,4% del PIB, y se convierte en el principal foco de preocupación, pues refleja que el ajuste se está logrando por la vía de menores intereses y no por una contención estructural del gasto.

Los ingresos tributarios, por su parte, se han quedado cortos frente a las metas oficiales. Para el segundo trimestre los ingresos totales rondaban 8,7% del PIB, con un rezago de más de medio punto porcentual frente a la senda prevista, y los faltantes acumulados en el recaudo de la Dian se estiman entre 8 y 10 billones de pesos para todo el año. La combinación de mayores devoluciones, una economía que recién sale de la desaceleración y la dificultad de aplicar plenamente la última reforma tributaria ha obligado a recurrir a medidas compensatorias, como decretos que elevan autorretenciones o ajustes al tratamiento del IVA en combustibles importados. En paralelo, el gasto se ha acelerado: a octubre las obligaciones de pago sin deuda alcanzaban 66,1% del presupuesto, por encima del 60% de 2024 y cerca de la mediana histórica, con una estructura marcada por la rigidez de los gastos de funcionamiento, que absorben más de 40% de los recursos, frente a un componente de inversión cercano a 24%.

A esta dinámica se suma la advertencia de la Contraloría General sobre un pico inusual de contratación interadministrativa justo antes de la entrada en vigor de la Ley de Garantías, con compromisos por 6,1 billones de pesos en un solo día, equivalentes a casi el 70% de lo contratado en la primera semana de noviembre. Este comportamiento sugiere que parte del impulso de corto plazo al PIB y al empleo público se sostiene en decisiones de gasto que pueden no ser replicables en 2026 y que incrementan la presión sobre un presupuesto ya muy tensionado por compromisos permanentes y obligaciones legales.

En paralelo al debate fiscal, resurgen los signos de fragilidad en el sistema financiero y en el mercado de capitales. La capitalización bursátil se ha reducido desde niveles de 72,7% del PIB en 2010 hasta alrededor de 17,4% del PIB en 2024, y la profundidad del sistema financiero, incluyendo banca y mercado de valores, se ubica cerca de 56,9% del PIB, más de 50 puntos por debajo del promedio de países de ingreso similar. Las tasas de interés activas son entre tres y cuatro veces superiores a las de economías avanzadas, la proporción de adultos con acceso a crédito ronda apenas 35% y el ahorro interno se mantiene cerca de 6,2% del PIB. En este entorno, muchas empresas, especialmente pequeñas y medianas por fuera de las grandes ciudades, enfrentan costos de financiamiento altos y canales limitados para apalancar su expansión, al tiempo que varias de las recomendaciones de la misión de mercado de capitales continúan pendientes de implementación.

En el frente pensional, la carta enviada por Asofondos a la Corte Constitucional introduce un elemento de riesgo adicional sobre la estabilidad financiera y de mercado. El gremio pide modular los efectos de un eventual fallo de inexequibilidad de la reforma pensional, en particular frente a los traslados de afiliados entre regímenes autorizados por el artículo 76 de la Ley 2381 de 2024. Su preocupación central es que una transferencia inmediata de alrededor de 25 billones de pesos desde los fondos privados hacia Colpensiones implique liquidar de forma acelerada posiciones en el fondo conservador, donde aproximadamente 71% de los recursos está invertido en TES. Una venta forzada de más de 17 billones de pesos en deuda pública interna presionaría al alza las tasas de los bonos soberanos, deterioraría el valor de las inversiones de los afiliados y encarecería el financiamiento del propio Gobierno. Asofondos propone que los traslados efectivos de recursos se hagan a medida que los afiliados se vayan pensionando, de modo que se preserve la sostenibilidad de largo plazo del sistema y se evite un choque sobre el mercado de deuda.

Finalmente, el trámite en el Congreso del proyecto de “reactivación económica” muestra que la discusión fiscal se está trasladando del plano técnico al terreno político con mayor intensidad. La iniciativa, aprobada en primer debate en la Comisión Tercera de la Cámara, busca recaudar entre 5 y 6 billones de pesos mediante una mezcla de nuevas figuras tributarias y alivios transitorios. Entre sus componentes se incluyen un impuesto de 6% al uso de plataformas digitales para operaciones realizadas por residentes en Colombia, gravámenes a importaciones de bajo valor compradas en comercios electrónicos, un aumento del impuesto al consumo de tabaco que se extiende a dispositivos electrónicos y vapeadores, y un amplio esquema de normalización de deudas con la Dian y los entes territoriales que contempla una condonación de hasta 90% en sanciones y una reducción de 50% en intereses moratorios durante una ventana acotada. El proyecto incorpora además incentivos sectoriales y facultades para reorientar rentas territoriales hacia infraestructura, en un intento de combinar consolidación fiscal con impulso a la actividad.

El cuadro que emerge es el de una economía que retoma un ritmo de crecimiento cercano a 3,5% anual apoyada en el consumo, el gasto público y la normalización de algunos sectores productivos, pero que lo hace sobre un andamiaje fiscal tensionado, un mercado de capitales poco profundo y un sistema pensional en plena definición jurídica, factores que condicionan el margen de maniobra de la política económica para 2026.

 

Renta variable

Los mercados accionarios globales transitaron una semana de marcada volatilidad, influida por el aumento de las dudas en torno a las valoraciones del sector tecnológico estadounidense y por señales mixtas sobre el rumbo de la política monetaria. En Estados Unidos, el tono general fue negativo y estuvo dominado por la discusión en torno a una posible burbuja asociada a la inteligencia artificial, pese al sólido reporte de Nvidia y a los nuevos récords en ingresos por chips para centros de datos. El S&P 500 cerró en 6.602,99 con una caída semanal de 1,9%, el Dow Jones retrocedió 1,9% hasta 46.245,41 y el Nasdaq Composite perdió 2,7% hasta 22.273,08. El arranque de semana estuvo marcado por ventas generalizadas ante el temor de un enfriamiento del ciclo de recortes de tasas por parte de la Reserva Federal. Incluso los resultados extraordinarios de Nvidia el 19 de noviembre apenas lograron un repunte efímero antes de que el mercado sufriera, un día después, una de las mayores reversiones intradía desde abril.

El componente macro reforzó la tensión. Las estadísticas de desempleo, publicadas con retraso por el cierre parcial de la Administración, confirmaron la solidez del mercado laboral y redujeron la probabilidad de un recorte de tasas en diciembre. Ese choque entre datos robustos y valoraciones exigentes elevó la volatilidad: el índice VIX tocó máximos desde abril y sectores vinculados a apuestas especulativas, incluido el bitcoin, registraron caídas abruptas. Aun con la recuperación parcial observada hacia el final de la semana, los analistas internacionales señalaron que los resultados de Nvidia no bastan para disipar los temores sobre la sostenibilidad del ciclo inversor en inteligencia artificial, particularmente ante un entorno en el que regulaciones como la propuesta de bloquear durante 10 años la compra de maquinaria china por parte de beneficiarios de la Ley CHIPS empiezan a ganar peso político. Las acciones de gran capitalización tuvieron comportamientos dispares: Amazon, Apple y Alphabet lograron rebotes, esta última apoyada en la noticia de una participación de 4.300 millones de dólares adquirida por Berkshire Hathaway.

En Europa la dinámica fue heterogénea. El Stoxx 600 retrocedió en la semana, afectado por ventas en compañías de defensa como Renk, Rheinmetall y Hensoldt, mientras el FTSE 100 y el CAC 40 lograron avances moderados, reflejando un flujo más defensivo hacia sectores tradicionales. Entre los movimientos corporativos destacados sobresalió Roche, cuyo avance de 8,66% se vio impulsado por resultados alentadores en un tratamiento experimental para cáncer de mama en fases tempranas.

Los mercados asiáticos cerraron mayoritariamente a la baja. El Nikkei 225, el Hang Seng y el Nifty 50 retrocedieron en un entorno de fuertes correcciones en el sector tecnológico regional. SoftBank cayó más de 10% junto con nombres clave de semiconductores como Advantest, Tokyo Electron, Lasertec y Renesas Electronics, impactados tanto por la toma de utilidades como por la incertidumbre regulatoria en torno al comercio de equipos avanzados de fabricación de chips.

El mercado colombiano mostró señales contrapuestas a lo largo de la semana. El COLCAP cerró inicialmente en 2.033,99 con un retroceso de 1,8%, influenciado por la recomendación de “underweight” de Morgan Stanley debido a riesgos fiscales y políticos, y por anuncios corporativos como la salida del CEO de Scotiabank Colpatria y los avances en la integración con Davivienda. Aunque hubo un repunte puntual impulsado por la acción preferencial de Cementos Argos, la recuperación no fue suficiente para revertir la tendencia inicial. En las últimas jornadas el MSCI COLCAP avanzó 0,56% hasta 2.040,6 puntos, apoyado en noticias relevantes del ámbito corporativo.

Grupo Argos convocó una nueva asamblea extraordinaria tras la solicitud de accionistas que representan más del 10% del capital, mientras Ecopetrol, la Unión Sindical Obrera y el Gobierno revisaron los números del activo Permian para evaluar su futuro estratégico. El mercado también incorporó el efecto de la oferta pública de adquisición mediante la cual Davivienda Group alcanzó el 95,5% de Banco Davivienda, hecho que llevó a MSCI a reemplazar en su índice local la acción preferencial de Davivienda por la preferida de Davivienda Group desde el 21 de noviembre. Durante la jornada PF Cibest fue el título más negociado con 25.018 millones de pesos, seguido por Ecopetrol con 24.063 millones e ISA con 16.728 millones. Las mayores valorizaciones correspondieron a PF Davivienda Group con 7,07%, Terpel con 2,70% y Cibest con 2,50%, mientras que las caídas más pronunciadas recayeron en Celsia con una variación de -3,69%, Corficolombiana con -2,27% y Ecopetrol con -2,11%.

 

Renta fija

El mercado de deuda en Colombia cerró una semana marcada por un deterioro generalizado en las valoraciones, en un entorno dominado por el incremento de las preocupaciones fiscales internas y por la sensibilidad del mercado frente a las minutas de la Reserva Federal. La curva de TES tasa fija registró un desplazamiento alcista relevante con un claro bear steepening en sus tramos medio y largo. Los movimientos más notorios fueron las alzas de 38,8 puntos básicos en los TES Abril 2028, 36,3 puntos básicos en los TES Septiembre 2030, 35,2 puntos básicos en los TES Noviembre 2027 y 31,5 puntos básicos en los TES Agosto 2029. También se observaron repuntes importantes en los TES Junio 2032 (23,0 puntos básicos), Octubre 2034 (25,1 puntos básicos), Septiembre 2036 (24,4 puntos básicos), Julio 2046 (24,9 puntos básicos) y Marzo 2058 (26,5 puntos básicos). Este ajuste respondió al informe del Comité Autónomo de la Regla Fiscal del 19 de noviembre, que proyectó un déficit fiscal del 6,7% del PIB y advirtió sobre un deterioro estructural de las cuentas públicas, y al anuncio del Ministerio de Hacienda del 17 de noviembre sobre una nueva emisión de bonos en euros, destinada a financiar la recompra de más de 4.000 millones de dólares en títulos globales de cupones altos. Ambos factores reforzaron la percepción de mayor oferta de deuda y de riesgo fiscal de largo plazo.

Los TES indexados a la UVR también evidenciaron un repunte de rendimientos. Aunque el tramo corto permaneció prácticamente estable, como en el caso del UVR Julio 2025, los movimientos a partir del UVR Marzo 2027 registraron alzas significativas. Sobresalieron los incrementos de 60,2 puntos básicos en el UVR Junio 2049, 55,2 puntos básicos en el UVR Abril 2029, 45,5 puntos básicos en el UVR Marzo 2033 y 45,0 puntos básicos en el UVR Abril 2035, lo que indica un aumento en la prima real de largo plazo ante el deterioro fiscal percibido y la necesidad del mercado de incorporar mayor compensación por riesgos inflacionarios futuros.

En el frente internacional, los bonos del Tesoro de Estados Unidos exhibieron un comportamiento opuesto al local, con una caída generalizada en sus rendimientos y un bull steepening en los tramos cortos y medios de la curva. Las tasas retrocedieron 10,0 puntos básicos en el dos años, 11,5 puntos básicos en el cinco años, 8,5 puntos básicos en el diez años y 3,3 puntos básicos en el treinta años. La corrección estuvo impulsada por la fuerte aversión al riesgo del 18 de noviembre, derivada de la caída global en acciones tecnológicas y de IA, lo que fortaleció la demanda por activos refugio. También influyó el dato de solicitudes iniciales de subsidio de desempleo del 20 de noviembre, que se ubicó entre 220.000 y 232.000, consistente con una moderación gradual del mercado laboral. Las minutas de la Fed del 19 de noviembre actuaron en dirección contraria al reducir la probabilidad de un recorte de tasas en diciembre y contemplar un eventual fin anticipado del ajuste cuantitativo, lo que limitó la caída en los tramos largos.

Al cierre de la sesión semanal, los bonos del Tesoro mostraron ganancias moderadas, apoyadas por comentarios de tono más dovish del presidente de la Fed de Nueva York, John Williams, quien señaló espacio para un recorte adicional en el corto plazo si continúa la moderación del mercado laboral. Las tasas entre dos y siete años cayeron entre dos y tres puntos básicos, mientras que el tramo largo permaneció estable, ampliando el diferencial entre cinco y treinta años hacia niveles de 110 puntos básicos. El mercado de OIS asignó una probabilidad cercana al 64% a un recorte en diciembre, lo que estimuló el apetito por duración en los futuros de fed funds.

En Europa, la renta fija acompañó la tendencia de valorización global. Los bonos del Reino Unido lideraron el movimiento con una caída de siete puntos básicos en el tramo largo y un aplanamiento alcista, mientras que los bunds registraron retrocesos de dos a tres puntos básicos en toda la curva y los bonos franceses e italianos mostraron ajustes moderados. En general, se mantuvo un firme interés por duración ante expectativas de políticas monetarias menos restrictivas hacia el cierre del año.

En el mercado colombiano, la curva de TES en pesos cerró la semana con desvalorizaciones generalizadas de entre 0,3 y 12,0 puntos básicos. El TES 2030 fue el nodo con el mayor ajuste, mientras que el TES 2033 mostró el movimiento más moderado. La curva UVR también enfrentó presiones vendedoras con incrementos de hasta 20,1 puntos básicos y nuevos máximos mensuales, aunque el UVR 2031 se desmarcó con una caída de 1,1 puntos básicos. En el ámbito externo, Colombia amplió su curva en euros con una emisión por 2.000 millones de euros en las referencias 2030, 2034 y 2038, con cupones de 4,5%, 5,75% y 6,5%. Los recursos se destinarán principalmente a operaciones de recompra de deuda en dólares con cupones por encima del 7%.

En cuanto a los flujos, los inversionistas extranjeros registraron ventas netas por 417.000 millones de pesos en TES durante los primeros catorce días de noviembre, concentradas en títulos denominados en pesos por un total de 903.000 millones de pesos. En contraste, las referencias indexadas a la UVR registraron compras por 486.000 millones de pesos que compensaron parcialmente el flujo negativo.

A nivel global, las tasas de los principales bonos soberanos reflejaron movimientos moderados. La tasa del bund alemán a diez años descendió dos puntos básicos hasta 2,70% y la del Treasury a diez años retrocedió un punto básico hasta 4,07% en un contexto donde el mercado ajustó su expectativa hacia un recorte de 25 puntos básicos por parte de la Fed para enero en lugar de diciembre.

 

Divisas

El dólar cerró la semana con un movimiento claramente alcista en los mercados globales, impulsado por un retorno a posiciones defensivas y por la revisión de las expectativas de política monetaria en Estados Unidos. El índice DXY avanzó 0,8%, acercándose a máximos de cinco meses en un entorno de mayor aversión al riesgo global. La corrección en los mercados de renta variable y la inquietud sobre una posible burbuja en activos ligados a la inteligencia artificial fortalecieron la demanda por el dólar como activo refugio. Además, los datos laborales de Estados Unidos, que mostraron señales de enfriamiento, redujeron la probabilidad de recortes inmediatos por parte de la Reserva Federal, lo que consolidó el apoyo estructural a la divisa.

Entre las monedas desarrolladas, el euro retrocedió 0,9% a pesar de la revisión al alza del crecimiento por parte de la Comisión Europea para 2025, reflejando la fortaleza del dólar como factor dominante. La libra esterlina cayó 0,5%, afectada por cifras débiles de ventas minoristas y un incremento inesperado en el endeudamiento público del Reino Unido. En contraste, el franco suizo y el yen japonés se apreciaron 1,8% y 1,2%, respectivamente, beneficiándose del reinicio del modo de búsqueda de refugio que caracterizó los mercados durante la semana. El yuan registró una variación marginal de 0,1%, sostenido por el compromiso del Banco Popular de China con una política monetaria expansiva y una gestión activa del tipo de cambio.

En los mercados emergentes, el real brasileño lideró las apreciaciones con un avance de 2,0%, favorecido por su atractivo diferencial de tasas y por expectativas de futuros recortes por parte de la Fed. El peso chileno ganó 1,3%, impulsado además por los resultados de la primera vuelta electoral que fortalecieron la percepción pro-mercado. El peso mexicano se apreció 1,0%, apoyado en fundamentos macroeconómicos robustos y en la continuidad del ciclo de debilidad estructural del dólar.

En Colombia, el peso había mostrado una apreciación acumulada relevante en semanas previas, pero este impulso se revirtió abruptamente. La divisa local finalizó con una de las peores variaciones semanales de la región. El cierre en 3.805 pesos reflejó la combinación de factores externos y domésticos: la percepción de que las monetizaciones del Gobierno están llegando a su fin redujo un soporte clave para la oferta de dólares en el mercado, mientras que la emisión de deuda en euros orientada exclusivamente a recompras —sin generar flujos adicionales de divisas— amplificó la presión alcista.

 

Commodities

Los precios de las materias primas mantuvieron una dinámica bajista durante la semana, reflejando la combinación de un dólar más fuerte, expectativas menos favorables sobre la demanda global y un entorno geopolítico que redujo las primas de riesgo en el sector energético. En el mercado del petróleo, el WTI cerró en USD 57,96 por barril y el Brent en USD 62,46, con caídas semanales de 3,5% y 3,0%, respectivamente. La presión a la baja respondió a las proyecciones actualizadas de Goldman Sachs, que anticipan un exceso de oferta prolongado hasta 2026, impulsado por mayores niveles de producción en Estados Unidos y Brasil, así como por la reversión gradual de los recortes de la OPEP. El banco proyecta precios promedio de USD 56 para el Brent y USD 52 para el WTI en el horizonte de dos años, en un contexto donde la percepción de riesgo geopolítico se ha moderado.

Este menor componente de prima de riesgo estuvo influido adicionalmente por los avances diplomáticos impulsados por Estados Unidos para estructurar un posible acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania. Aunque las nuevas sanciones estadounidenses contra Rosneft y Lukoil entraron en vigor, su efecto sobre la oferta fue ampliamente contrarrestado por la expectativa de un escenario geopolítico menos disruptivo. Como resultado, el sector energético en Europa amplió las pérdidas, con caídas superiores al 2% en el índice Stoxx Oil & Gas, reflejando un deterioro en el tono fundamental de corto plazo.

En metales preciosos, el oro retrocedió 0,5%, ubicándose en USD 4.064 por onza, presionado por un dólar fortalecido y por la reducción de las expectativas de un recorte de tasas de la Reserva Federal en diciembre, tras los datos laborales más robustos de lo previsto. La plata cayó 1,1% hasta USD 50 por onza, aunque se mantiene en niveles históricamente elevados tras alcanzar un récord nominal reciente, impulsada por un déficit persistente en el mercado físico.

El cobre, por su parte, retrocedió 1,1% y cerró en USD 507,8 por libra, afectado por indicadores débiles de actividad económica en China que reavivaron las preocupaciones sobre el ritmo de la demanda global. En Londres, el contrato a tres meses se estabilizó cerca de USD 10.738, lastrado por la fortaleza del dólar y por la falta de señales contundentes de recuperación industrial en Asia. Chile —el principal productor mundial— revisó al alza sus proyecciones de precio para 2025, incorporando la combinación de interrupciones en el suministro y menores tasas de interés globales, pero la tendencia del corto plazo permanece condicionada por la fragilidad del ciclo manufacturero chino.

 

Nota del Autor

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Enrique Ariza

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