Resumen Económico de la Semana del 09 al 13 de Junio de 2025

Resumen Ejecutivo

Una semana marcada por tensiones geopolíticas, presión inflacionaria y desequilibrios estructurales

Los mercados globales cerraron una semana de alta volatilidad, impactados por el ataque de Israel a instalaciones nucleares en Irán —evento que reavivó temores energéticos y elevó la aversión al riesgo— justo cuando la economía global intenta estabilizarse entre políticas monetarias cautelosas y señales mixtas de recuperación. El debate sobre la persistencia de tasas elevadas se intensificó, mientras los datos de inflación (PCE e IPC) consolidan expectativas de que los recortes llegarán más tarde de lo previsto. Simultáneamente, el Banco Mundial advirtió sobre una desaceleración del crecimiento global derivada del proteccionismo y las guerras comerciales.

En Europa, el rally en la renta fija se revirtió tras nuevos datos de inflación que moderan el optimismo sobre futuros recortes del BCE. Asia mostró señales dispares: en China, repuntaron los nuevos préstamos tras mínimos históricos, mientras en Japón el PIB fue revisado al alza, pero la producción industrial volvió a retroceder. En Latinoamérica, México enfrenta presión inflacionaria en servicios, mientras Colombia lidia con un modelo económico desbalanceado.

En renta variable, todos los principales índices internacionales cerraron a la baja —con caídas lideradas por acciones tecnológicas— mientras se disparaba la volatilidad en Wall Street y aumentaba la rotación hacia sectores defensivos como energía y defensa. El COLCAP colombiano se mantuvo estable gracias al repunte de Ecopetrol. En renta fija, los bonos globales oscilaron con fuerza, destacándose la valorización parcial de los TES a largo plazo tras el nuevo plan de colocaciones del Ministerio de Hacienda. En divisas, el dólar se fortaleció como refugio, aunque persisten dudas sobre su sostenibilidad. El peso colombiano mostró resiliencia apoyado en el petróleo. Y en commodities, el Brent subió más de 9 % ante el riesgo de interrupciones en el estrecho de Ormuz, mientras el oro alcanzó máximos de dos meses.

La edición cierra con una columna editorial que plantea un llamado urgente a revisar el comportamiento económico de los hogares en Colombia. Bajo el título “Colombia: mucho consumo, poco ahorro y prioridades que preocupan”, se advierte sobre una estructura de gasto desbalanceada, en la que el consumo inmediato desplaza el ahorro y la inversión a largo plazo. La columna propone fortalecer la educación financiera, mejorar los incentivos al ahorro e impulsar una cultura económica orientada a la sostenibilidad.

Nota final:

Este informe no puede cerrarse sin expresar una voz de solidaridad ante el atentado que hoy mantiene en estado crítico al senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay. Más allá de cualquier diferencia política, este hecho representa una herida profunda al espíritu democrático del país. Desde este espacio, extendemos nuestra solidaridad a su familia, a su equipo y a todos quienes —como nosotros— creemos en la vida como principio inviolable y en la democracia como vía legítima para construir nación.


Estados Unidos — La Fed mantiene la cautela mientras la geopolítica y los aranceles tensionan las expectativas

La economía estadounidense atravesó una semana de contrastes, en la que la moderación inflacionaria chocó con la persistente incertidumbre sobre el rumbo de la política monetaria y comercial. El evento central fue el anuncio de un nuevo acuerdo comercial entre EE. UU. y China, que aunque sirvió para aliviar momentáneamente las tensiones bilaterales, mantuvo aranceles elevados entre ambas economías. Este nuevo marco —de tregua parcial más que de solución definitiva— no ha despejado del todo los riesgos que enfrenta la economía global ni ha reducido significativamente la percepción de disrupciones futuras.

A nivel doméstico, los mercados anticipan ampliamente que la Reserva Federal mantendrá el rango del tipo fed funds en 4,25 %–4,50 % en su reunión del 17 y 18 de junio, dando continuidad a la cautela que ha exhibido desde principios de año. Esta expectativa responde al reciente comportamiento de la inflación, aún por encima del objetivo, y a los riesgos asociados a los aranceles y las tensiones geopolíticas, lo que lleva a la Fed a mantenerse en una posición de espera estratégica.

Los datos recientes ofrecen una fotografía mixta. En abril, el deflactor del gasto en consumo personal (PCE) —la medida preferida por la Fed— se ubicó en 2,1 % interanual, mientras que su componente subyacente cayó a 2,5 %, el menor nivel en cuatro años. Por su parte, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) marcó una inflación general del 2,4 % en mayo, con un dato núcleo de 2,8 %. Esta tendencia a la baja se ha visto favorecida por la caída de los precios energéticos y una desaceleración progresiva en servicios, aunque aún persiste cierta inercia inflacionaria, especialmente en alquileres y salud. Hasta el momento, no hay señales claras del efecto inflacionario de los nuevos aranceles, pero los mercados comienzan a anticipar su impacto potencial.

En este contexto, las expectativas de inflación a corto plazo se han desanclado parcialmente. En los mercados, se cotiza una inflación a un año superior al 3,0 %, mientras que la encuesta de la Universidad de Michigan llegó a reportar un preocupante 6,5 %. A pesar de ello, las expectativas a largo plazo permanecen ancladas en torno al 2,5 %, reflejando aún credibilidad en el marco monetario de la Fed.

Banco Mundial como la OCDE han revisado a la baja sus proyecciones para EE. UU.. El Banco Mundial advierte que la presente década podría ser la de menor crecimiento económico global desde 1960, con un ritmo proyectado de apenas 2,5 % anual, siendo los aranceles de la Administración Trump uno de los factores clave detrás de esta desaceleración. La OCDE redujo su previsión de crecimiento para EE. UU. en 2025 a 1,6 %, desde un 2,6 % previo, mientras que la Fed prevé un crecimiento promedio del 1,7 % para este año. Este deterioro en el escenario global coincide con un mercado laboral que, aunque aún resiliente, mostró la creación de apenas 139.000 empleos en mayo, cifra inferior a los promedios de los últimos trimestres.

En paralelo, la escalada de tensiones geopolíticas ha elevado los riesgos macroeconómicos. El reciente ataque de Israel a instalaciones nucleares iraníes, seguido de la represalia masiva de Irán, ha despertado temores sobre una posible disrupción en el suministro energético mundial. Este conflicto emerge justo cuando los datos inflacionarios estadounidenses daban espacio a la Fed para considerar recortes de tasas, pero ahora las presiones sobre el petróleo podrían generar efectos de segunda ronda en precios —complicando aún más el panorama monetario.

En los mercados financieros, los activos reaccionaron con relativa estabilidad, aunque con señales de tensión en algunas curvas. El S&P 500 avanzó cerca del 6 % en el último mes, liderado por el sector tecnológico, aunque su rendimiento acumulado en el año apenas supera el 3 %. El dólar se debilitó frente al euro, cotizando entre 1,14 y 1,15, revirtiendo completamente el fortalecimiento observado tras la victoria de Trump. En la renta fija, la curva de los bonos del Tesoro reflejó vaivenes importantes, con caídas recientes en los rendimientos —producto del renovado apetito por activos refugio y las crecientes probabilidades de recorte de tasas más adelante en el año.

En sus declaraciones más recientes, los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto han mostrado una preferencia mayoritaria por mantener la pausa, aunque persisten diferencias internas. Mientras algunos gobernadores argumentan que no puede haber estabilidad laboral sin estabilidad de precios —y por tanto urge mantener un sesgo restrictivo—, otros como Christopher Waller sugieren que los efectos de los aranceles serán temporales y que podría retomarse el ciclo de recortes este mismo año.

El mapa de riesgos de la Fed está más complejo que en meses anteriores: aranceles, tensiones geopolíticas, un mercado laboral que aún resiste, expectativas de inflación fragmentadas y un entorno global frágil. Nuestra visión se mantiene más prudente que la del mercado, que descuenta dos recortes de tasas hacia septiembre y diciembre. A menos que se observe un deterioro más claro en el empleo, la Fed se inclinará por esperar.

 

Europa — Desaceleración industrial, inflación contenida y señales estructurales de fragilidad laboral

Durante la segunda semana de junio, la eurozona exhibió una fotografía más nítida de su estancamiento económico, marcada por una contracción simultánea del comercio exterior, una producción industrial debilitada y una inflación que, aunque contenida, no disipa del todo los riesgos de fondo. La región enfrenta además tensiones latentes por los nuevos aranceles estadounidenses y obstáculos internos como la escasez de mano de obra cualificada, especialmente visibles en economías como España y el Reino Unido.

Los últimos datos de comercio exterior publicados por Eurostat reflejan una desaceleración significativa: en abril, las importaciones crecieron apenas un 0,1 % interanual, muy por debajo del 7,7 % observado en marzo, señalando una clara debilidad de la demanda interna. A su vez, las exportaciones cayeron un 1,4 %, arrastradas por desplomes en combustibles minerales (–25,3 %) y maquinaria (–5,6 %). El superávit comercial se redujo drásticamente a 9.900 millones de euros, frente a los 37.300 millones registrados el mes anterior. En paralelo, la producción industrial de la eurozona retrocedió un 2,4 % mensual, su peor resultado desde julio de 2023, mientras que en términos interanuales el crecimiento se desaceleró hasta 0,8 %, lejos del 3,7 % alcanzado en marzo. Esta contracción fue más aguda en sectores como bienes intermedios (–1,0 %) y bienes de capital (–0,6 %), aunque los bienes de consumo no duradero mostraron una expansión destacada del 6,1 %.

A nivel nacional, Italia presentó una evolución comercial mixta: sus exportaciones crecieron apenas un 0,4 % interanual, mientras que las importaciones repuntaron un 5,4 %, principalmente por un aumento del 11,5 % en compras fuera de la UE, lo que redujo su superávit a 2.482 millones de euros. En contraste, el Reino Unido sorprendió negativamente con una contracción del PIB del 0,3 % en abril, superior a lo esperado, atribuida a la caída de exportaciones hacia EE. UU. y que refuerza las expectativas de recortes de tasas por parte del Banco de Inglaterra en el segundo semestre.

En materia inflacionaria, los principales países de la eurozona consolidaron una tendencia de moderación, aunque con señales diferenciadas. En Alemania, el IPC general se mantuvo estable en 2,1 % interanual, con una inflación subyacente que bajó marginalmente a 2,8 %, mientras que en Francia la inflación general descendió a 0,7 % y la subyacente a 1,1 %. En España, el IPC general se moderó a 2,0 % y la subyacente cayó a 2,2 %, cifras que reflejan un alivio respecto al primer trimestre, impulsado en parte por el descenso de precios en ocio y vivienda. Esta convergencia hacia niveles cercanos al objetivo del Banco Central Europeo fortalece el argumento para mantener el ciclo de recortes iniciado recientemente, aunque el BCE sigue mostrando cautela ante las presiones exógenas —como el conflicto en Medio Oriente y el impacto de los aranceles de EE. UU.— que podrían alterar los precios de energía en el corto plazo.

Más allá de los indicadores coyunturales, la Comisión Europea alertó sobre problemas estructurales en el mercado laboral, especialmente en España, donde la escasez de personal cualificado genera una pérdida estimada del 1,3 % del PIB anual, equivalente a más de 20.700 millones de euros. El informe destaca que esta situación compromete los objetivos de transición verde y digital, y que se concentra en sectores claves como agricultura, industria, salud y turismo. A pesar de registrar una tasa de vacantes creciente (+3,4 % en 2024), España mantiene un desempleo estructural elevado, que alcanzó 11,36 % en el primer trimestre, reflejando un desajuste persistente entre la oferta de trabajo y la demanda de habilidades productivas.

En suma, Europa atraviesa un período de fragilidad simultánea en tres frentes: comercio exterior, producción industrial y mercado laboral. Aunque la inflación comienza a alinearse con los objetivos del BCE, la desaceleración del crecimiento y los desafíos estructurales amenazan con prolongar la debilidad cíclica, obligando a las autoridades monetarias y fiscales a calibrar cuidadosamente su margen de maniobra en un entorno cada vez más tensionado por factores externos.

 

Asia — China acelera el crédito mientras Japón revisa al alza su PIB y modera el retroceso industrial

La región asiática vivió una semana marcada por señales divergentes entre sus dos principales economías. China reactivó parcialmente su dinámica crediticia, apoyada por la tregua comercial con EE. UU. y nuevas medidas del Banco Popular, mientras que Japón sorprendió positivamente con una revisión al alza de su PIB, atenuando las preocupaciones sobre una recesión técnica.

En China, los nuevos préstamos en yuanes alcanzaron 620.000 millones en mayo, más del doble respecto a abril (280.000 millones), que había sido el nivel más bajo desde 2005. Este repunte obedece a un entorno externo más estable tras el alivio arancelario anunciado por Washington y a medidas de apoyo monetario del PBoC, orientadas a sostener el crédito corporativo. No obstante, el panorama sigue mostrando fricciones estructurales: el crecimiento del crédito pendiente se desaceleró al 7,1 % interanual y la oferta monetaria M2 creció un 7,9 %, indicando una moderación en la expansión de liquidez, incluso con políticas de estímulo vigentes. A nivel internacional, Beijing intensificó su diplomacia comercial con la preparación de un acuerdo económico con 53 países africanos, lo que podría significar una nueva fase de inversión estratégica en infraestructura, energía y acceso a materias primas críticas.

Un punto relevante fue el desempeño de la industria de baterías de iones de litio, que mantuvo un ritmo acelerado: entre enero y abril, la producción superó los 473 GWh, con un aumento interanual del 68 %, destacándose las baterías para almacenamiento de energía (110 GWh) y aquellas instaladas en vehículos eléctricos (184 GWh). Las exportaciones del sector también crecieron un 25 % anual en valor, alcanzando 155.400 millones de yuanes (unos 21.700 millones de dólares). Este dinamismo confirma que la cadena tecnológica asociada a la transición energética sigue siendo un motor clave de crecimiento para China, en medio de su estrategia de descarbonización.

En Japón, los datos revisados del PIB del primer trimestre sorprendieron al alza. El gobierno ajustó la contracción anualizada de –0,7 % a –0,2 %, mientras que en términos trimestrales el PIB real pasó de –0,2 % a una variante neutral (0,0 %), reflejando una economía más resiliente de lo previsto. Este ajuste fue impulsado principalmente por el consumo privado, que representa más de la mitad del PIB japonés, y que pasó de estancado a crecer un 0,1 %, gracias al repunte en sectores como gastronomía, entretenimiento y videojuegos. Asimismo, los inventarios privados contribuyeron 0,6 puntos al crecimiento, impulsados por el aumento de reservas estratégicas en petróleo y gas.

Otros componentes, como la inversión residencial, también fueron revisados al alza —del 1,2 % al 1,4 %— mientras que la inversión empresarial se corrigió a la baja hasta 1,1 %, afectada por una menor inversión en software y servicios. El sector público mostró un sesgo contractivo, con caídas del 0,5 % en el gasto del gobierno y –0,6 % en inversión pública, reflejo de la contención fiscal del nuevo año presupuestal. En el frente externo, las exportaciones fueron ajustadas a –0,5 %, mientras que las importaciones aumentaron un 3,0 %, lo que continúa ejerciendo presión sobre la balanza comercial.

A pesar de estas cifras mixtas, el Ejecutivo mantuvo su proyección de crecimiento del PIB en 0,8 % para el año fiscal 2025, lo que de cumplirse marcaría el cuarto año consecutivo de expansión. Este optimismo moderado se apoya en una recuperación sostenida del consumo doméstico y un impulso gradual del sector inmobiliario.

En cuanto a la producción industrial, el Ministerio de Economía, Comercio e Industria reportó una caída del 1,1 % mensual en abril, que si bien representa el segundo descenso del año, fue mejor que lo anticipado por los analistas (–1,2 %). En términos interanuales, la producción creció un 0,5 %, gracias a la resistencia de sectores como maquinaria de precisión, componentes eléctricos y manufactura liviana.

A nivel monetario, el Banco de Japón mantiene su evaluación sobre el sesgo inflacionario, aunque algunos miembros del directorio ya han advertido que, de consolidarse una inflación subyacente por encima del 2%, se abriría la puerta a una subida de tasas en el segundo semestre, lo que marcaría un giro histórico en su política monetaria ultraexpansiva.

 

México — Entre la fragilidad macroeconómica y el dilema institucional: menor inversión, empleo estancado y recorte de tasas en curso

La economía mexicana enfrenta un escenario de enfriamiento más severo de lo previsto, producto de una convergencia entre factores internos —reforma judicial, menor inversión pública y debilitamiento del consumo— y elementos externos como los nuevos aranceles estadounidenses, que han incrementado la incertidumbre sobre el comercio bilateral. El Informe Situación México advierte que, como resultado de estas tensiones, se proyecta una contracción del PIB del –0,4% en 2025, seguida de una recuperación moderada del 1,2% en 2026, condicionada al éxito del proceso de consolidación fiscal y a una eventual reactivación del nearshoring.

Durante el primer trimestre del año, el Producto Interno Bruto creció apenas 0,2% trimestre a trimestre, impulsado por el sector primario, mientras que tanto la industria como los servicios mostraron contracciones de –0,1%, según datos del INEGI. Particular preocupación genera el sector de la construcción de obras civiles, que acumula una caída interanual del –27,5 % en marzo, vinculada al desplome en la inversión pública, que promedió un –30 % anual en el último semestre. La manufactura, por su parte, sigue en declive debido a disrupciones pasadas —como los huracanes y la huelga en Boeing—, pero también por las intermitencias en los envíos hacia EE. UU., derivadas del nuevo marco tarifario vigente desde abril.

El sector terciario tampoco ofrece señales de mejora: hoteles y restaurantes encadenan doce meses de caídas, mientras que el comercio minorista creció apenas 1,0 % interanual en abril, su nivel más bajo desde diciembre de 2024. Esta debilidad está estrechamente ligada a un deterioro en la confianza de los consumidores y al estancamiento del empleo formal. La masa salarial real creció solo 3,6 % anual en marzo, su menor avance desde 2021, y el indicador de confianza del consumidor retrocedió a 45,5 puntos en abril, repuntando marginalmente a 46,5 en mayo, pero aún por debajo de los niveles previos a la pandemia.

La inversión fija bruta no muestra señales de recuperación. En febrero, estaba un 6,0 % por debajo del nivel observado en enero de 2023, con una caída más aguda en el componente no residencial (–16,5 %) y una contracción acumulada del 3,5 % en maquinaria y equipo, especialmente desde diciembre, por la incertidumbre institucional derivada de la reforma al poder judicial y el giro proteccionista en la política comercial de EE. UU.

El mercado laboral ofrece un panorama dual: aunque la tasa de desempleo se mantiene baja (2,6 % en abril), la creación de empleo formal se ha desacelerado drásticamente. Entre enero y mayo de 2025 se generaron apenas 134 mil empleos, 65,7 % menos que el promedio de los tres años anteriores. En mayo, el crecimiento anual del empleo formal fue de apenas 0,1 %, con una pérdida neta de 45.600 empleos respecto a abril. Esta paradoja se explica por el escaso crecimiento de la Población Económicamente Activa, que ha limitado el repunte del desempleo estadístico, pero refleja una economía con bajo dinamismo estructural y menor capacidad de absorción laboral. La informalidad, por su parte, se mantiene elevada en 54,6 %.

En materia inflacionaria, el país experimentó un repunte temporal en mayo hasta el 4,4 % interanual, tras haber estado por debajo del 4,0 % en los primeros meses del año, como resultado de choques en los precios agropecuarios y efectos base adversos. Se espera una moderación gradual hacia el 3,9 % a final de año, gracias a la caída de la inflación en servicios, que en mayo se ubicó en 4,5 % y podría seguir descendiendo ante la debilidad del consumo. Para 2026, el proceso de desinflación culminaría con una inflación general y subyacente de 3,5 %, en línea con el objetivo de largo plazo del Banxico.

La política monetaria ha respondido a este entorno de fragilidad: el Banco de México ha reducido la tasa de referencia en 275 puntos básicos desde su pico en marzo de 2023, situándola actualmente en 8,50 %, tras tres recortes consecutivos de 50 puntos básicos. Con una tasa real ex ante aún en territorio restrictivo, el margen para seguir bajando persiste, por lo que se anticipa un nuevo recorte de 50 pb en junio y reducciones de 25 pb adicionales durante el segundo semestre, cerrando 2025 en 7,00 %.

No obstante, el ciclo de recortes no está exento de tensiones. Las tasas de largo plazo permanecen elevadas, reflejando tanto la prima de riesgo global como los factores locales. El rendimiento de los Bonos M a 10 años se espera que baje de 9,2 % a 8,7 % al cierre de 2025, pero la reciente reforma judicial ha elevado la incertidumbre institucional y podría obstaculizar un descenso más acelerado.

El peso mexicano muestra resiliencia, aunque con una ligera depreciación prevista hacia 20,45 pesos por dólar al cierre del año, explicada por el menor diferencial de tasas y el deterioro del crecimiento doméstico.

Finalmente, el frente fiscal sigue bajo presión. El Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP) aumentará a 53,1 % del PIB en 2025, desde el 51,4 % de 2024. La consolidación fiscal prevista —de dos puntos del PIB— enfrenta limitaciones estructurales, como el agotamiento de fondos de emergencia, el crecimiento del gasto social y los apoyos recurrentes a Pemex. Si no se logra reducir de forma más sustancial el déficit público (actualmente estimado en –4,3 % del PIB), la deuda podría escalar hasta 58,3 % del PIB en 2030, generando riesgos para la calificación crediticia y la sostenibilidad de largo plazo.

 

Colombia — Activación de la cláusula de escape fiscal, alerta del CARF y señales críticas de fragilidad macroeconómica

Durante la semana, el Gobierno Nacional presentó el Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) 2025, confirmando la activación de la cláusula de escape de la regla fiscal, medida excepcional que permitirá una desviación temporal en la senda de cumplimiento de las metas fiscales por razones de estabilidad macroeconómica. El ministro Germán Ávila argumentó que esta decisión es necesaria para “preservar la sostenibilidad de las finanzas públicas” y avanzar hacia un pacto fiscal estructural que corrija el deterioro acumulado.

Las cifras incluidas en el MFMP revelan un escenario complejo. El déficit fiscal del Gobierno Nacional Central alcanzaría 7,1 % del PIB en 2025, con una proyección de reducción gradual a 6,2 % en 2026 y 4,9 % en 2027, si se logra implementar una reforma tributaria ambiciosa. La deuda neta del GNC llegaría al 63,8 % del PIB en 2026, nivel comparable al observado durante la pandemia. A pesar de los anuncios de ajuste, el documento incluye una corrección a la baja en ingresos tributarios por $18,5 billones, derivada de sobreestimaciones previas.

El plan fiscal contempla un proyecto de reforma tributaria para 2025 con un recaudo estimado entre $4 y $8 billones, y para 2026 entre $19,6 y $25 billones, con medidas como modificaciones al impuesto al carbono, al IVA sectorial, gravámenes a plataformas, juegos de azar, iglesias, así como una revisión estructural del impuesto de renta para personas naturales y del IVA con enfoque en tratamientos preferenciales y gasto tributario. Aunque en redes y medios se especuló sobre un posible incremento generalizado del IVA al 26 %, el Ministerio de Hacienda aclaró que esa opción no está contemplada y que cualquier cambio se orientaría a sectores específicos y protegería a los hogares más vulnerables.

A pesar del marco propuesto, el Comité Autónomo de la Regla Fiscal (CARF) emitió un concepto previo desfavorable, señalando que la solicitud del Ejecutivo no garantiza una senda sostenible de deuda ni una recuperación efectiva de la credibilidad fiscal. En su análisis técnico, el CARF cuestionó la capacidad real del plan para aumentar ingresos permanentes y reducir el gasto rígido, advirtiendo que el uso prolongado de la cláusula de escape debilita el anclaje institucional de las finanzas públicas. El Comité reconoció la presión social y las restricciones estructurales, pero concluyó que el plan actual carece de señales contundentes de responsabilidad fiscal.

En materia macroeconómica, el Gobierno proyecta un crecimiento del PIB de 2,7 % para 2025, con una tendencia de desaceleración por la caída en la producción petrolera, que se proyecta cerrará 2025 en un promedio de 764.000 barriles diarios —una disminución frente a años anteriores.— y la persistencia de un desempleo estructural por encima del 9 %, levemente superior a las proyecciones anteriores. La cuenta corriente registraría un déficit del –2,3 % del PIB, financiado principalmente con inversión extranjera directa, y se espera una tasa de cambio promedio de $4.265 en 2025, aunque en escenarios adversos podría acercarse a $4.417.

En el frente inflacionario, el MFMP estima un cierre del IPC en 4,5 % para 2025, descendiendo a 3,2 % en 2026. Sin embargo, la dinámica reciente ha generado nuevas preocupaciones. El gerente del Banco de la República, Leonardo Villar, advirtió que el proceso de convergencia de la inflación ha perdido fuerza desde noviembre de 2024, afectado por altos niveles de indexación salarial, ajustes al salario mínimo, subsidios de transporte y presiones del gasto público. La inflación ha oscilado entre 5,1 % y 5,3 %, y las expectativas de inflación para cierre de 2025 se elevaron a 4,8 %, reflejando un mayor escepticismo sobre la capacidad del emisor para alcanzar la meta del 3 %.

Según el boletín técnico del DANE publicado el 9 de junio, la inflación en Colombia registró un avance mensual de 0,32 % en mayo de 2025, por debajo del 0,43 % registrado en mayo de 2024. En términos acumulados, el IPC año corrido se ubicó en 3,63 %, levemente inferior al 3,78 % del mismo periodo del año pasado. Sin embargo, la inflación anual se ubicó en 5,05 %, por debajo del 7,16 % de mayo de 2024, pero por encima de lo que anticipaba el mercado, lo que refuerza la lectura de una desinflación más lenta y desigual. A pesar del retroceso frente a los niveles del año anterior, el índice se mantiene por encima del rango meta del Banco de la República, en un contexto influido por factores de indexación, aumentos salariales y presiones fiscales persistentes.

Adicionalmente, la situación de liquidez del Gobierno se ha deteriorado de forma alarmante. Los depósitos del Tesoro Nacional en el Banco de la República cayeron a $8,8 billones, el nivel más bajo registrado para esta época del año desde que existen datos. Este descenso ocurre a pesar de un mayor ritmo en la colocación de TES, lo que sugiere un gasto público creciente frente a ingresos estructuralmente débiles. Según el Banco de Bogotá, la caja de la Nación se encuentra por debajo del rango histórico observado entre 2002 y 2022, generando alertas sobre la sostenibilidad fiscal inmediata y la presión creciente sobre las fuentes de financiamiento.

En contraste con el panorama fiscal y monetario, el sector turismo exhibió un desempeño sobresaliente en el primer trimestre. Según el Banco de la República y el DANE, el país recibió USD 2.865 millones en divisas por turismo entre enero y marzo, lo que representa un crecimiento del 12,9 % frente al mismo periodo de 2024 y del 62,8 % respecto a 2019. Estos ingresos superaron por primera vez a los generados por sectores tradicionales como el café y el carbón, y representaron el 86 % de lo recaudado por el sector petrolero. La expansión ha sido impulsada por campañas de promoción internacional, mayor conectividad aérea y el fortalecimiento de la oferta regional para recibir visitantes. Sin embargo, el crecimiento del turismo, aunque notable, no compensa los desafíos estructurales que enfrenta el resto de la economía.

 

Renta Variable — Volatilidad geopolítica sacude a los mercados, con tecnología a la baja y energía como refugio

La semana bursátil cerró con un claro predominio del riesgo geopolítico sobre los fundamentos, tras los bombardeos de Israel sobre instalaciones estratégicas en Irán, que desataron temores en torno al suministro de crudo, aumentaron la aversión global al riesgo y provocaron caídas en todos los principales índices internacionales. En Wall Street, el Dow Jones retrocedió 1,35 %, el S&P 500 cayó 0,79 % y el Nasdaq Composite perdió 0,94 %, con los títulos tecnológicos como Nvidia y Tesla liderando las pérdidas, mientras que las acciones de sectores como defensa y energía —Lockheed Martin, ExxonMobil y Chevron— avanzaron con fuerza. El índice de volatilidad VIX subió 13 % hasta 20,3 puntos, alcanzando un máximo intradía de 22, reflejando un repunte de la ansiedad inversora por la incertidumbre internacional.

En Europa, los mercados también acusaron el impacto. El Euro Stoxx 50 perdió 1,3 %, mientras que el DAX alemán cayó 1,1 % y el CAC 40 francés, 1,04 %. Solo los sectores ligados al petróleo y gas mostraron cifras positivas. Las aerolíneas y firmas de turismo registraron caídas tras las suspensiones de vuelos hacia Tel Aviv. En Asia-Pacífico, la reacción fue igualmente negativa, a pesar del acuerdo comercial alcanzado entre EE. UU. y China. El TOPIX japonés cayó 0,95 %, el KOSPI coreano 0,87 %, y los índices de China continental y Hong Kong retrocedieron entre 0,6 % y 0,75 %.

En Colombia, el mercado local mostró una leve resiliencia relativa, cerrando con una pérdida semanal de 0,63 % y ubicándose en 1.648 puntos, en línea con la tendencia regional. El comportamiento del índice fue suavizado por el repunte de Ecopetrol, que subió 3,12 % gracias al alza del crudo en los mercados internacionales, en medio de la escalada de tensiones en el estrecho de Ormuz. Otras acciones como ISA también se valorizaron ligeramente (+1,05 %), mientras que el desempeño general del mercado fue negativo, arrastrado por la caída de PFDAVVNDA (–1,30 %), PFCIBEST (–1,22 %) y PFGRUPSURA (–0,26 %).

A nivel corporativo, Grupo Éxito anunció ante la Comisión de Valores Mobiliarios de Brasil la cancelación voluntaria de su programa de BDRs y su registro como emisor extranjero categoría A, cerrando así su ciclo en el mercado brasileño. Esta decisión marca el final de una estrategia de internacionalización que había perdido tracción en los últimos años.

En conjunto, la renta variable global experimentó una semana de realineamiento defensivo: los activos tecnológicos corrigieron con fuerza, los valores energéticos y de defensa se fortalecieron y la volatilidad volvió al centro del tablero, reflejando que el riesgo geopolítico sigue teniendo un peso determinante en las valoraciones, más allá de los fundamentos económicos o de los avances puntuales en materia comercial.

 

Renta Fija — Volatilidad geopolítica y señales fiscales distorsionan la curva global de tasas

La semana estuvo marcada por un aumento generalizado en los rendimientos de los bonos soberanos, en una dinámica dominada inicialmente por la demanda de activos refugio ante el ataque de Israel a instalaciones nucleares en Irán, seguida por una rápida reversión de los flujos hacia renta fija a medida que se impusieron los temores inflacionarios asociados al repunte del petróleo. En este contexto, la curva de rendimientos de los bonos del Tesoro de EE. UU. mostró una pendiente más pronunciada, con subidas de entre 4 y 7 puntos básicos a lo largo del tramo medio y largo, y el rendimiento del Treasury a 10 años cerrando en 4,43 %, tras tocar un mínimo intradía en 4,38 %. La inversión de los diferenciales 2s10s y 5s30s se profundizó, mientras que los bonos de largo plazo mostraron un desempeño inferior frente a los swaps, ampliando los spreads negativos en los extremos de la curva.

En Europa, la reacción fue inicialmente similar, con un breve rally impulsado por la búsqueda de refugio, que dio paso a una corrección generalizada al cierre de la semana. El Bund alemán a 10 años repuntó hasta 2,54 %, con una subida de 6 puntos básicos, mientras que la referencia española ascendió hasta 3,16 %, reflejando un ajuste en las expectativas sobre la política del BCE. A pesar de las señales dovish iniciales, el alza del crudo y la consolidación de datos de inflación llevaron a los mercados monetarios a reducir las probabilidades de recortes adicionales en 2025, descontando ahora solo 25 puntos básicos de flexibilización para el resto del año.

En Colombia, el comportamiento de los TES en tasa fija (COP) fue heterogéneo, con valorizaciones en los tramos largos y desvalorizaciones en las referencias cortas, particularmente los títulos con vencimiento en 2025 y 2026, cuyas tasas aumentaron en 2,1 y 20,9 puntos básicos respectivamente. La curva mostró un leve aplanamiento, con una compresión de 3,7 pb en el spread 2s10s. El título más castigado fue el TES 2027, mientras que el TES 2029 lideró las valorizaciones. La mayoría de las referencias se mantienen cerca de sus máximos mensuales. En la curva en UVR, la dinámica fue mixta: los títulos entre 2027 y 2033 se valorizaron, pero los vencimientos más largos —como los UVR 2035 y 2037— presentaron aumentos en sus tasas de hasta 7 puntos básicos.

El panorama estuvo influido por el anuncio del Marco Fiscal de Mediano Plazo, en el que el Ministerio de Hacienda incrementó el cupo de colocaciones de TES para 2025 de COP $68,8 a $80,8 billones. De ese total, COP $58 billones se emitirán a través de subastas y sindicaciones, $1,5 billones mediante TES Verdes y $21,3 billones por colocaciones directas, incluyendo operaciones con el ETF de deuda pública y obligaciones estatales. Esta expansión en el volumen de emisiones —en un entorno de baja caja fiscal y creciente presión sobre el gasto— podría generar presiones adicionales en el tramo corto de la curva, especialmente si no viene acompañada de una señal clara de consolidación tributaria.

En síntesis, la renta fija global enfrentó una semana de realineación entre los fundamentos geopolíticos, los cambios en las expectativas monetarias y los desafíos fiscales estructurales. La presión sobre los bonos soberanos no fue homogénea, pero sí dejó como mensaje clave una mayor sensibilidad del mercado ante señales de debilidad institucional o expansión fiscal sin anclas claras, tanto en economías desarrolladas como emergentes.

 

Divisas — Repunte del dólar en medio de tensiones geopolíticas e incertidumbre sobre la Fed

La semana estuvo dominada por la fuerte apreciación del dólar estadounidense, que superó el umbral de 98,5 en su índice DXY, impulsado por una renovada aversión al riesgo global tras los ataques aéreos de Israel contra instalaciones nucleares en Irán. Este giro geopolítico elevó la demanda por activos refugio, fortaleciendo al billete verde incluso frente a otras monedas tradicionalmente defensivas como el yen japonés y el franco suizo, lo que evidencia el carácter hegemónico del dólar como reserva de valor global.

El alza en los precios del petróleo —que reactivó temores inflacionarios— también contribuyó a moderar las expectativas de recortes de tasas por parte de la Reserva Federal, añadiendo soporte adicional al dólar. No obstante, persisten dudas sobre la sostenibilidad estructural de este repunte, especialmente porque los inversionistas continúan descontando un posible giro dovish hacia finales del verano, sujeto a la evolución de los indicadores de consumo, empleo y expectativas de inflación. En este frente, los datos preliminares de la Universidad de Michigan sobre confianza del consumidor y expectativas inflacionarias serán claves para los próximos movimientos de la curva.

En Latinoamérica, el comportamiento de las monedas fue mixto, condicionado por la reacción asimétrica de cada economía ante los choques externos. El peso chileno lideró las pérdidas semanales, reflejando su alta correlación con los flujos globales y la exposición al ciclo de materias primas. En contraste, el peso colombiano logró revertir sus pérdidas iniciales y destacó como una de las monedas más resilientes de la región, impulsado por el repunte del crudo que mejora las perspectivas de balanza externa del país. La divisa local mostró una amplia volatilidad intradía de COP $67, pasando de un nivel de apertura en COP $4.190 —tras cerrar en COP $4.158 el jueves— hasta apreciarse nuevamente hacia los COP $4.130 por dólar al cierre del viernes, favorecida por el sesgo alcista del petróleo y cierta moderación del nerviosismo internacional.

En el mercado europeo, el euro se mantuvo estable en torno a 1,156 frente al dólar, cerca de sus máximos recientes, aunque sin lograr romper con fuerza el rango técnico, ante señales mixtas sobre la política del Banco Central Europeo y la persistente divergencia con la Fed. En cuanto al peso mexicano, la semana fue de alta volatilidad, con una cotización que alcanzó niveles de hasta MXN $19,10, para luego moderarse y cerrar en torno a los MXN $18,96. Las tensiones en Medio Oriente, empujaron a los operadores a reconfigurar posiciones, y el mercado espera que la paridad oscile entre MXN $18,70 y $19,20 en las próximas jornadas, según análisis de Banorte.

En suma, el mercado de divisas reflejó con claridad las tensiones acumuladas entre riesgo geopolítico, precios del petróleo y expectativas divergentes de política monetaria, con un dólar fortalecido que, no obstante, aún se enfrenta a una narrativa ambivalente por parte de la Reserva Federal y al ruido de un entorno internacional crecientemente frágil.

 

Commodities — La geopolítica reactiva el riesgo energético y fortalece al oro como refugio

Los mercados de materias primas reaccionaron con intensidad a la escalada de tensiones en Medio Oriente, tras los ataques aéreos de Israel contra objetivos estratégicos en Irán. La posibilidad de una disrupción en el estrecho de Ormuz —por donde transita más del 20 % del comercio global de crudo— reavivó los temores de una crisis de suministro, impulsando un fuerte repunte en los precios del petróleo. El crudo Brent subió un 5,8 % en la semana y cerró en torno a los USD 73,4 por barril, luego de alcanzar alzas intradía superiores al 9 %. El WTI también registró incrementos significativos, reflejando una dinámica común de cobertura ante riesgos geopolíticos, ampliación de primas por volatilidad y búsqueda de activos reales en un entorno de alta incertidumbre.

El movimiento no fue exclusivamente técnico: analistas y operadores incorporaron a sus escenarios base una mayor probabilidad de enfrentamientos regionales prolongados, lo cual podría afectar no solo la oferta inmediata, sino también las inversiones en infraestructura energética y logística a nivel global. El alza en los precios del crudo también se tradujo en presiones sobre las expectativas inflacionarias —especialmente en Europa y EE.UU.— generando una tensión adicional sobre las decisiones de política monetaria en las próximas semanas.

En paralelo, el oro consolidó su rol como activo refugio, con un incremento semanal del 1,3 % que lo llevó a registrar su nivel más alto en casi dos meses. El metal precioso se vio impulsado tanto por el deterioro del clima internacional como por señales de debilidad en algunos indicadores macroeconómicos de EE.UU., lo cual reforzó la narrativa de posibles recortes de tasas por parte de la Fed. En este entorno, el oro actuó como cobertura tanto ante riesgos inflacionarios como ante turbulencias financieras, atrayendo flujos desde los activos más expuestos a la volatilidad geopolítica.

En suma, el mercado de commodities vuelve a situarse en el centro del análisis económico global, no solo como termómetro de las tensiones geopolíticas, sino también como variable crítica para la estabilidad financiera, la dinámica inflacionaria y las decisiones de política monetaria de los principales bancos centrales. La revalorización del petróleo y del oro, en este contexto, no responde solo a shocks puntuales —sino a un entorno estructuralmente más incierto, fragmentado y vulnerable a interrupciones sistémicas— que podría marcar el tono del segundo semestre del año.

 

Cierre de la semana — Un mundo más frágil: mercados en vilo entre la tensión geopolítica y la inflación

La semana del 9 al 13 de junio de 2025 dejó expuesta, sin ambigüedades, la vulnerabilidad estructural del orden económico internacional. A medida que se intensifican los riesgos geopolíticos —esta vez con epicentro en Medio Oriente tras los bombardeos israelíes sobre instalaciones iraníes—, los mercados reaccionaron con un patrón que se ha vuelto familiar, aunque no menos inquietante: búsqueda de refugio, repunte del dólar, caída de bolsas, oro al alza y petróleo disparado. Pero bajo esta coreografía de corto plazo subyacen preguntas más profundas: ¿cómo sostener la estabilidad financiera en un mundo donde la política exterior determina la trayectoria de la inflación? ¿Puede la política monetaria seguir operando con independencia cuando los shocks de oferta —no la demanda— son quienes dominan la escena?

Estados Unidos se mantuvo al centro del tablero. Aunque la Fed aún no ha movido ficha, las expectativas se tensionan entre dos narrativas: una economía que resiste (con consumo moderado pero estable) y un entorno global que fuerza cautela. El dato de inflación subyacente, junto con el índice PCE y los reportes de la Universidad de Michigan, alimentaron la expectativa de que los recortes llegarán más tarde, o serán más graduales. En paralelo, el dólar se fortaleció incluso frente a monedas refugio, revelando el rol dominante del billete verde cuando el sistema cruje.

Europa, por su parte, enfrenta su propia paradoja. Con tasas que apenas comienzan a bajar, el BCE intenta trazar una senda de relajación monetaria mientras la región lidia con una inflación aún frágil y una actividad industrial debilitada. El Bund alemán se movió como termómetro de la ansiedad: primero con un rally defensivo, luego con correcciones al alza tras el rebote del petróleo.

En Asia, China da señales de estímulo mientras ensaya un acercamiento comercial a África, y Japón revisa al alza su PIB trimestral, evidenciando que la economía no está tan débil como se temía. Pero también aquí el ruido externo se impone: las tensiones energéticas globales afectan las expectativas de crecimiento y presión inflacionaria.

En América Latina, las monedas bailaron al ritmo del crudo y del miedo. El peso colombiano logró destacarse entre sus pares por la combinación de repunte petrolero y cifras de inflación que, si bien se moderan, no ceden al ritmo que espera el mercado. La política fiscal, por su parte, sigue generando más dudas que certezas, con alertas crecientes sobre la sostenibilidad del gasto y las emisiones de TES.

Los mercados financieros —renta variable, bonos y commodities— reflejaron esta incertidumbre: los índices bursátiles retrocedieron, los bonos oscilaron entre refugio y corrección, y el petróleo volvió a ser protagonista. El oro, por su parte, recuperó protagonismo como activo estratégico en un mundo que se mueve cada vez más por impulsos de riesgo y no por fundamentos estructurales

En este entorno, la lección es clara: la volatilidad ya no es una anomalía, es parte del sistema. Las decisiones de política económica, más que responder a ciclos técnicos, deben navegar un mapa donde la geopolítica, la desglobalización y la desconfianza institucional son variables centrales. Comprender esa transición —y actuar en consecuencia— será el verdadero diferencial para los actores que pretendan no solo sobrevivir, sino adaptarse con inteligencia al nuevo orden emergente.

 

Colombia: mucho consumo, poco ahorro y prioridades que preocupan

En Colombia, el consumo de los hogares representa entre el 60 % y el 65 % del PIB —una cifra que, a primera vista, podría parecer saludable: dinamiza la economía, sostiene el comercio y crea empleo. Pero al mirar con lupa, el modelo empieza a revelar grietas estructurales —un bajo nivel de ahorro, una débil inversión y una composición del gasto que privilegia rubros no esenciales, incluso por encima de necesidades futuras críticas como la salud, la vivienda o la protección frente a la vejez.

 

Una economía sostenida por el gasto, no por el ahorro

Según el más reciente análisis del Banco de la República, el ahorro de los hogares apenas alcanza el 4 % del ingreso disponible bruto —muy por debajo del umbral necesario para financiar vivienda, educación, salud o jubilación. En paralelo, la Encuesta de Calidad de Vida del DANE reveló que el 58,3 % de los hogares recurrió a deuda o a sus propios ahorros durante 2023, y un preocupante 24,7 % agotó completamente sus reservas.

Estamos ante un modelo en el que se gasta lo que no se tiene —y muchas veces, en lo que no se necesita.

 

¿Recreación o previsión? La paradoja del gasto

Según cifras del DANE, el gasto en recreación y cultura aumentó 5,5 % en el último trimestre de 2024, aportando 0,5 puntos porcentuales al crecimiento del consumo familiar, y acumuló un crecimiento de 12 % interanual. Es decir, una categoría no esencial gana protagonismo en el presupuesto familiar —incluso cuando buena parte de los hogares carecen de un fondo de emergencia, cobertura pensional o seguros básicos.

No se trata de satanizar el disfrute. Se trata de entender que este patrón ocurre en un contexto de alta informalidad laboral y mínima protección financiera. Millones de colombianos no cotizan, no ahorran y no se están preparando para los inevitables riesgos económicos. No estamos construyendo herramientas de resiliencia; estamos comprando tiempo con tarjetas de crédito.

 

Las consecuencias de una estructura desequilibrada

El modelo de crecimiento colombiano está peligrosamente desbalanceado. A diferencia de economías que se han desarrollado sobre la base del capital humano, la inversión y el ahorro interno, Colombia sigue creciendo sobre una base endeble: consumo financiado por crédito y subsidios.

Datos recientes de la OCDE lo confirman:

— Colombia está entre los países con mayor participación del consumo privado en el PIB.

— Entre 2019 y 2024, el consumo creció, pero la inversión cayó sistemáticamente.

— La pandemia consolidó un patrón de gasto defensivo y de corto plazo.

Ni el ahorro ni la inversión están ejerciendo el rol de motores sostenibles del desarrollo. Y eso tiene consecuencias.

¿Qué hacer? Propuestas para reequilibrar el modelo

  1. Educación financiera masiva. No es normal vivir sin ahorros. No es sostenible financiar el consumo con tarjeta de crédito. Este cambio debe comenzar desde las aulas, pero también desde los medios.
  2. Incentivos fiscales al ahorro. Se deben fortalecer mecanismos que premien el ahorro de largo plazo: pensiones voluntarias, CDT, fondos colectivos (FIC), entre otros.
  3. Reorientar el gasto público. El Estado debe dejar de alimentar el consumo inmediato vía subsidios generalizados y pasar a estimular la creación de capital humano y financiero.
  4. Impulsar la inversión productiva. Colombia no puede depender exclusivamente del consumo. Necesita una política decidida para reactivar la formación bruta de capital fijo.

Conclusión: no se trata de gastar menos, sino de gastar mejor

Colombia no necesita más consumo. Necesita mejor consumo, más inversión y una cultura del ahorro como base para el progreso. El problema no es disfrutar. El problema es hacerlo sin protección, sin planificación, sin base económica real.

En un país donde la mayoría de los hogares no podría sostenerse más de 30 días sin ingresos, seguir celebrando un modelo de consumo desbordado es simplemente irresponsable.

Crecer no es solo cuestión de gastar. Es cuestión de prepararse. De equilibrar. De proyectar.

 

Nota del Autor

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El autor no garantiza la exactitud, suficiencia o idoneidad de la información contenida en este resumen, ni asume responsabilidad por errores, omisiones o interpretaciones derivadas de su uso, ni por pérdidas o daños, directos o indirectos, que resulten de decisiones tomadas con base en este contenido.

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Enrique Ariza

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