Resistencia

“Estas personas con un poder inspirador admirable, luchan a diario por su comunidad, por su país. Y alzan su voz de protesta para dar testimonio de su lucha por la paz, por la vida, por el amor, por la justicia. Convencidos están que la historia les dará la razón.”

Colombia ha padecido la guerra. Y la ha padecido de la peor de las formas. Pero eso ha abierto lugar a procesos de resistencia valiosos, que han impulsado transformaciones verdaderamente revolucionarias, con hombre y mujeres valiosos que le han hecho frente a la violencia.

Y que no se relacione ni se confunda aquí la palabra revolución con violencia, porque precisamente la revolución a la violencia es una respuesta de paz.

El pasado miércoles, 20 de abril, se llevó a cabo en el teatro Colsubsidio de Bogotá, un concierto dirigido por el admirado Cesar López, quien en una puesta en escena, reunió un sinfín de historias, testimonios y conmovedoras narraciones literarias, plásticas, musicales, oradas y cantadas por personas que han padecido la guerra en carne propia, que la han presenciado muy de cerca, que la han sufrido, la han vivido y la han padecido. Pero que se han levantado con la frente en alto, para decirle a la sociedad, que la verdadera resistencia no es buscar la venganza con la vida de otros, sino que la verdadera resistencia es ponerse en pie de lucha, para responderle a la violencia con música, con letras, con palabras, con arte, con perdón.

En un acto emotivo, el músico Cesar López le canta a la vida, a la paz, a la esperanza. Les canta a las víctimas de este conflicto. Su voz por años ha servido de consuelo, de compañía, de bastón a estas personas que han quedado destruidas, pero que aun así han decidido seguir adelante, con la vista en alto, sin mirar atrás, y ahora le apuestan a la construcción de una sociedad sin guerra. Porque estas personas, hombres, mujeres, jóvenes, niños, niñas, ancianos, han encontrado en Cesar López un amigo, un maestro que les ha enseñado su forma de lucha, de resistencia, la música, y han decidido hacerle frente a la violencia con un canto de esperanza, de perdón.

Estas personas, en un par de horas han logrado cautivar a un público gigantesco, que quisimos llenar las salas del teatro Colsubsidio, porque también creemos en la resistencia pacífica. Porque creemos aun, que este país tiene esperanza, que la esperanza de cambio y transformación, está en la resistencia, en la música, en el arte, en las palabras dialogadas y escritas.

La voz y las letras de las lindas canciones entonadas por César López y sus invitados, se quedaron en la mente y el corazón de quienes presenciamos tan maravilloso espectáculo. Una sinfonía contando historias desgarradoras, nos demostró que aún es posible creer en la esperanza del cambio, de la transición hacia una era de paz para Colombia.

Estas personas con un poder inspirador admirable, luchan a diario por su comunidad, por su país. Y alzan su voz de protesta para dar testimonio de su lucha por la paz, por la vida, por el amor, por la justicia. Convencidos están que la historia les dará la razón.

En varios momentos del evento, emotivo por donde se mire, hubo sentimientos encontrados. Porque es imposible tener frente a uno a una madre, un padre desolado, triste, atormentado por la ausencia de su hijo, arrebatado por la violencia venidera de todos los bandos. Es imposible que a uno no se le haga un nudo en la garganta, mientras una madre con llanto inconsolable en sus ojos, expone las pertenencias de su hijo asesinado para hacerlo pasar como un falso guerrillero. Es desgarrador ver a madres, padres, hermanos, compañeros, hijos, gritar con impotencia “no está, lo mataron”, mientras otra voz ampliada por un micrófono, llama por su nombre a quien fue asesinado, asesinada, por salir a protestar, por exigir el respeto a su derecho de protesta.

Fue doloroso escuchar el testimonio desgarrador de la periodista Jineth Bedoya, quien con voz temblorosa leyó su experiencia, su martirio, el dolor padecido por su secuestro, su tortura y una violación masiva.

Fue triste escuchar al escritor Ricardo Silva Romero leer una de sus columnas, dedicada a don Raúl Carvajal, quien murió esperando a que la justicia para su hijo llegara algún día.

Fue durísimo ver a doña Luz Marina Bernal, mostrar las pertenencias de su hijo Leonardo Porras Bernal, y explicar que su hijo no era un guerrillero, que era una persona con discapacidad mental secuestrada por el ejército nacional para asesinarlo y hacerlo pasar por guerrillero muerto en combate.

Pero fue también esperanzador ver a Eunisie Vergara y José Eliecer Solís, cantando y tocando guitarra, entonando canciones de perdón, paz, amor y reconciliación.

Fue lindo escuchar la voz estremecedora de Vivir Quintana cantando junto a César López una canción de gratitud en medio de la guerra.

Fue hasta cómico ver a Alejandro Riaño presentar todo un homenaje a las víctimas y a César López por su obra y su trabajo con las víctimas.

Fue lamentable ver y escuchar a Elena Durán, hija de uno de los desaparecidos de la toma del palacio de justicia, el 6 de noviembre de 1985.

Fue reconfortante escuchar las letras rimadas de la institución Canta Bogotá canta, las nuevas voces de la resistencia, dirigidos por la maestra María Teresa Guillén.

Fue esperanzador escuchar la letra de las canciones de Cesar López: “no hay lágrimas para tantos muertos, ni muertos para tantas armas, ni armas para tanto odio, ni odio para tanta sangre, no hay sangre para tantas balas, ni balas para tanta rabia, ni rabia que devuelva ausentes, ni ausentes que vuelvan. ¡RESISTENCIA!”.

La muerte es más costosa que la vida. Esta premisa es mi conclusión, la conclusión que quiero comunicar hoy. Es lo que aprendí en este maravilloso concierto. Es como se puede resumir este dolor, con esta frase: “la muerte es más costosa que la vida”.