Requiem por el Rodolfismo (2015-2023)

El deber real del periodismo, es, básicamente, cuestionar al poder en favor de la ciudadanía. Revelar las conductas inmorales e ilícitas de las personas que aspiran a cargos de responsabilidad y poder en la Función Pública a todos los niveles del Estado, es un deber moral y obligatorio, que, aunque no necesariamente tenga efectos jurídicos, si permite tomar elementos para que los electores tomen decisiones informadas, justas y coherentes con la buena Administración de su territorio. Por eso, quienes nos dimos cuenta temprano, de la mentira que representaba Rodolfo Hernández y su movimiento político LIGA, que por muy breve tiempo fue partido político, ahora, más que nunca, la dinámica política social nos demuestra que fue flor de un día.  

SALVAGUARDA LEGAL

El presente artículo está amparado por el artículo 20 de la Constitución Política y por el artículo 13 de la Ley 1909 de 2018 o Estatuto de Oposición. 

“Que no es nuestra lucha contra la sangre y la carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal, que habitan en los espacios celestes”

Efesios 11-12, traducción Nácar-Colunga

EL LIDERAZGO Y EL RESPETO SE GANAN

A uno le enseñan en el mundo ambiguo de los valores nacionales ya casi desaparecidos y la doble moral del colombiano promedio que no se habla mal de los muertos y que uno no debe alegrarse del mal ajeno. Pero, al igual que está pasando en la Política Pública de Seguridad y Defensa del Gobierno Nacional actual, las garantías reales, en los momentos de realidad de peligro, comunes tanto para la soberanía colectiva del país, como para la soberanía de la vida individual de cada ciudadano que hace parte de esa masa amorfa por obra y gracia de la Carta del 91 llamada “el pueblo soberano”.

Por esta razón, basado en mi libre albedrío, y en mi libertad de expresión, creo que será la última vez que escriba en referencia a la pesadilla que fue Rodolfo Hernández en mi vida -más que pesadilla maldición- y cómo fue que para mi desventura coincidí con ese círculo maldito de enajenación, fanatismo, incultura política, criminalidad y estupidez juntas en las que quedé sumergido, y casi, pierdo la vida.

MEA CULPA

Alguna vez, José Ordoñez -sí, el humorista que hace proselitismo evangélico-, atacaba esa tesis liberal del “yo no tengo nada de qué arrepentirme”. No asumir los errores y no pedir disculpas, además de un gran acto de soberbia, inmadurez e ignorancia, es el sello distintivo del colombiano promedio. Y como trato cada día, así me cueste la salud de mis entrañas o que tenga el calificativo de “amargado” por parte de mi entorno, trato de separarme del colombiano promedio lo más que pueda. Por eso me arrepiento de muchas cosas y errores garrafales, y uno de los más recientes, es haber alguna vez en mi vida tomado la decisión de haber participado alguna vez en mi vida en la marihuana política del nefasto tiano de Piedecuesta.

Para no gastar 350 páginas y veinte partes de un a columna al mejor estilo del presidente de FEDEGAN en El Nuevo Siglo, resumo todo en lo siguiente: un día de junio de 2021, en los últimos humos del Paro Nacional de más de 63 días que permitió el duquismo con total impunidad, recibí una llamada de un socio -abogado y empresario- de mi mentor y jefe político en Chapinero Juan Bautista Uribe, que había sacado el mejor puntaje de la convocatoria de alcaldes locales de 2020 cuando nosotros con nuestro grupo de amigos y residentes nos presentamos bajo Pacto de Caballeros de construir política y laboralmente en conjunto si alguno llegaba a ser ternado y nombrado por la Alcaldesa saliente. En una casa que era un instituto de idiomas, abajo de la Caracas con calle 56, donde estuvo ubicada la sede primaria del rodolfismo capitalino, nos citamos varias personas que habían rumiado la aspiración de Hernández a la Presidencia, cuando ni siquiera la opinión pública.

Llega el 29 de junio, día de San Pedro y San Pablo, y día de mi cumpleaños, el número 32, y uno de los peores días de mi vida. Creí que llegaría a ser un jefe de prensa destacado en el periodismo independiente, que llegaría por mérito al liderazgo del ecosistema capitalino al margen de los grupos fuertes de opinión alineados con el extremismo izquierdista y con el uribismo, interpretando el sentir del pueblo colombiano que no quería ni a unos ni a otros, ni a los de siempre. ¿En qué terminó todo? Problemas, incumplimientos de pagos con la excusa del voluntariado para no pagar los servicios a quienes desde el principio estuvimos en el proceso bogotano -alegadamente con una desconexión entre el mando en Santander con la campaña bogotana a la que no se le reconocía liderazgo ni autoridad alguna y que nunca recibió recursos económicos directos de la campaña para su funcionamiento-.

La situación financiera siguió así hasta el final, dejándome con menos que nada, sin haber ejecutado ninguna función de mis capacidades ni haber recibido apoyo a mis iniciativas, entre ellas el haber realizado un programa de radio digital en el municipio de Soacha, durante casi cinco meses. En la ruina, con las relaciones interpersonales rotas, tuve que venir a vivir casi como un exiliado y ciudadano de segunda clase a Chapinero después de haber vivido toda mi vida en la localidad de Suba. Afortunadamente, buenas personas propias y extranjeras han sido el camino para no solamente volver a vivir dignamente sino regresar a la academia, a la Función Pública y saber bajo qué condiciones y convicciones debemos actuar.

DE LA QUE SE SALVÓ COLOMBIA

Mucha gente en medio de su animadversión al Gobierno actual, cree que hubiéramos estado mejor con el tirano de Piedecuesta. Nada más alejado de la verdad, dado que su falta de discurso, populismo e ignorancia total del respeto a la urbanidad, al civismo y a la Función Pública que tuvo que pagar con lágrimas de sangre la Ciudad Bonita durante su mandato, hicieron desde su campaña, y más exactamente desde la Segunda Vuelta, el nicho perfecto para la confluencia de los peores sectores de la sociedad, por desgracia afincados en la política colombiana desde hace décadas y por supuesto, en el establecimiento de nuestras fuerzas de seguridad. Desde elementos vinculados con el paramilitarismo, la seguridad esmeraldera pasando por elementos retirados (¿y activos?) de Fuerzas Armadas y Policía realizando perfilamientos, persecuciones y robo de recursos, es apenas la punta del iceberg. Muy seguramente al salir Barbosa de la Fiscalía, habrá una persecución judicial contra mucha de esa gente. Casos como la persecución brutal realizada contra personas como el abogado y periodista independiente David Porras, que denunciaron la corrupción en la fallida conformación de listas a la Cámara por Bogotá del partido LIGA -que no sacó ni cinco mil votos al Concejo de la ciudad, teniendo mejor votación las listas de las FARC en 2019 que sacaron más de 10 mil votos- fraguado por el nefasto personaje Luis Eduardo de La Hoz, quien  vendió al petrismo los famosos videos del yate de Miami de Rodolfo, ganó cupo en el servicio exterior como cónsul en Uruguay, acusado de presuntamente pedir dinero a personas por darles empleo en nuestra embajada en la República Oriental.

El idiota útil de la conspiración de una organización criminal para desfalcar a Colombia bajo un gobierno de un personaje enfermo de gravedad y que probablemente no le alcanzaría el cuatrienio para llegar al 2026, donde, al igual que ahora, aquí y en Estados Unidos, las mujeres que ocupan la Vicepresidencia son un peligro latente por su exceso de astucia -la inteligencia de la gente mala-, peor que el de la ineptitud de sus titulares.

Las personas verdaderamente independientes, demócratas e institucionales, hubiéramos tenido que tomar la vía difícil y tortuosa del exilio.

A MANERA DE EPÍLOGO

Entre la procrastinación, la angustia existencial que producen los puentes festivos sin plata en Bogotá y el mirar las ruinas del desastre anunciado que fue Rodolfo, y aunque la decepción, la esperanza y el miedo de que el progresismo no tomara el Ejecutivo colombiano, muchos caímos no una sino dos veces. Recientemente he sido víctima del no pago ya acostumbrado en mi tarea como periodista independiente no vividor de los contratos del Estado, no extorsionista y no recurrente a tácticas poco éticas de negociación. ¿Quién es el deudor? La campaña a la Gobernación de Cundinamarca por la LIGA, que avaló al candidato Ricardo López Arévalo, ex contralor departamental. ¿Cuánto? Una cantidad ínfima, $300.000, es decir menos de US$75 por servicios. Dado que el candidato no logró ni siquiera el 1% de la votación departamental -quedando por fuera de la reposición de votos por parte del Estado que pide mínimo el 4% del censo electoral-. Las experiencias en el breve tiempo de cercanía a esta campaña desde agosto a poco menos de octubre fue terrorífica, pasando por la clara violencia contra mis principios dada por el confesionalismo cristiano, hasta encuentros rayanos en la amenaza velada de muerte con personas pertenecientes a esta campaña, sumando el inexplicable flujo de dinero para las candidaturas inviables a la Asamblea Departamental y al Concejo, donde el señor Edward Rodriguez, candidato en dicha lista cerrada en Bogotá, y quien fuera el primer gerente de la campaña de López Arévalo, se retira para ser candidato, no sin dejar un halo de presuntos malos manejos como expresaría gente misma de la campaña a manera de rumores. Y ni hablar de la presencia de un personaje llamado Sergio Vargas, quién pasó de una amistad cercana a la ex candidata a la Vicepresidencia y ahora enemiga de Rodolfo, la representante Marelen Castillo, y haber sido coordinador departamental del partido Verde Oxígeno de la ex congresista Ingrid Betancourt -partido que avaló al empresario Jorge Lozano que sorpresivamente tuvo el tercer lugar en votaciones con más del 6%-, siendo despedido por presuntas acusaciones de intención de venta de avales para candidaturas en la región.

La LIGA, de “anticorrupción”, nada. Es un partido “atrápalo todo” de todo el desecho social de la centro derecha y la locura corrupta del establecimiento, y de la mediocridad del colombiano promedio, que es algo contra lo que se debe luchar que no es material, sino mental. La batalla cultural no es gritar ni creerse el héroe por gritar dogmas y pelear en internet en círculos de enajenados, es servir a la Patria, a la comunidad, a lo público desde un ámbito de la razón, de la voluntad de salir de la ignorancia y cambiar lo negativo de nuestras costumbres y manera de ser. Solamente, si todos entendemos eso, dejaremos el infantilismo y nunca caeremos en estafas sociales, políticas o financieras.

Con esto concluye de una vez y para siempre cualquier referencia escrita a la LIGA, Rodolfo Hernández, Oscar Jahir Hernández o el señor De La Hoz. Colombia tiene problemas mucho más importantes de los cuales dialogar a través de estos espacios como para que dediquemos tinta, tiempo y vitalidad en nada. Y mientras tanto, el país está a la deriva. $300.000 se recuperan fácil,  la Patria no.

Si seguimos siendo perezosos, sectarios y desconocedores de la importancia del estudio y de nuestra realidad, en la centro derecha muy difícilmente tendremos algo diferente que ofrecer a la ciudadanía, en especial al electorado.

Posdata: en la próxima columna, tendremos una visión crítica sobre el papel que se le está dando a la Inteligencia y Contrainteligencia, y la peligrosa desnaturalización discursiva en que la locura y esquizofrenia del Gobierno Central está llevando la moral y las actividades de nuestras fuerzas. Caiga quien caiga, debemos ser firmes defendiendo lo público.


Todas las columnas del autor en este enlace: Jhon Jairo Armesto Tren

Jhon Jairo Armesto Tren

Con estudios en Administración ambiental de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas-Bogotá. Veedor ciudadano en presupuesto electoral de la Universidad desde 2011 hasta hoy registrado ante la Personería de Bogotá. Columnista de opinión en varios medios de comunicación digitales desde 2013. Actualmente director publicitario de El Nodo Colombia y columnista habitual, además en El Quindiano (Armenia) y Diario La Piragua (Montería, Córdoba)

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