Reflexión sobre economía circular.

En el caso de Colombia, según la UPME, casi el 50% de la energía disponible se desperdicia. O sea, por cada 100 gramos de combustible quemado, 50 se pierden o no son aprovechados. La cifra es alarmante. Por otro lado, en Medellín, el 57% de los residuos generados son orgánicos y el potencial de aprovechamiento es aproximadamente del 85%


La crisis climática es evidente y se vivió el pasado domingo en uno de los barrios de la ciudad de Medellín , donde dejó decenas de familias afectadas. Lo anterior, junto a otra diversidad de problemas ambientales, tienen unas causas que resultan no ser tan claras, pero que convergen en un punto en común: Los actuales modelos de producción y consumo. Uno de los conceptos que está de moda hoy es el de economía circular, pero nos preguntamos ¿cómo se come eso? La palabra circular puede enredar a cualquier parroquiano. Puede ser fácil de explicar, aunque complejo de implementar.

En nuestro modelo de economía actual, los productos se obtienen a partir de recursos provenientes de la tierra. Para producir algún bien se requiere de agua, materiales y energía; y cuando se consume, se dispone en algún lugar, lo que se traduce en un flujo de materia y energía. La primera ley de la termodinámica nunca falla. Los problemas vienen cuando esos cambios, llamados entrópicos por algunos filósofos, alteran los sistemas y el equilibrio natural. Como ejemplos tenemos la alteración de los sumideros de carbonos por la deforestación; la disminución de la disponibilidad de agua para abastecimiento, producto del uso excesivo; la generación de CO2, y que se libera a la atmosfera, por la quema de combustibles; el aumento de residuos por su no aprovechamiento. La lista es larga.

En el caso de Colombia, según la UPME, casi el 50% de la energía disponible se desperdicia. O sea, por cada 100 gramos de combustible quemado, 50 se pierden o no son aprovechados. La cifra es alarmante. Por otro lado, en Medellín, el 57% de los residuos generados son orgánicos y el potencial de aprovechamiento es aproximadamente del 85% (Alcaldía Medellín), lo que muestra perdidas indirectas de recursos aprovechables y, por ende, de dinero. Lo anterior muestra las ineficiencias en la economía lineal, donde aparte de generar impactos ambientales, afectan los factores sociales y económicos, variables claves en el desarrollo sostenible. En estos casos, la economía circular llega para dar solución.

Existen diversos conceptos sobre el tema, pero que se pueden resumir en lo siguiente:  Que los residuos generados en los procesos vuelvan al ciclo de producción, buscando optimizar recursos y aumentar el ciclo de vida de los productos. Esto conlleva cambios estructurales en los patrones de producción y consumo, puesto que se requiere replantear muchos de los procesos estipulados en las organizaciones y, para ello, se necesita de un cambio cultural.

Los beneficios de la economía circular son muy amplios,  no solo a nivel ambiental, sino social y económico. Algunos son: por cada flujo de materiales, agua y energía que se puedan incorporar de nuevo en el proceso, se generarán nuevos modelos de negocios, lo que significa creación de empleos y mayor dinamismo de la economía; Las empresas podrán ahorrar costos directos e indirectos al optimizar recursos, lo que se traduce en aumento en los márgenes brutos y, por ende, en las rentabilidades; Los riesgos asociados a la salud humana disminuyen, etc. La lista es larga.

Por lo anterior, es urgente empezar a incorporar este modelo de economía en nuestro sistema. Se sabe es que un proceso lento donde existen barreras financieras y culturales que se deben traspasar, no obstante, los efectos positivos a largo plazo son mayores. Para lograrlo, se necesita de la articulación y dialogo entre los diferentes actores del ecosistema (Gobierno, empresa privada, academia), generar una legislación que permita la transición por medio de incentivos legales y tributarios, específicamente para las pymes, y por ultimo, fomentar una nueva cultura empresarial, donde la prioridad no solo sea la rentabilidad financiera, sino también la social y ambiental.

Sergio Rúa Alvarez

Ingeniero químico, especialista en temas ambientales y en formulación de proyectos.

Actualmente consultor en temas de sostenibilidad y gestión de proyectos, además de docente. Con más de seis años de experiencia trabajando asuntos ambientales tanto en entidades públicas como privadas.

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