En estas últimas semanas los economistas hemos estado encasillados en la discusión sobre qué tan pertinente es las propuestas de reducir el salario para los menores de 25 años y de tener salarios diferenciados por región. Estas propuestas, que están encaminadas a disminuir el desempleo en el país, han sido defendidas utilizando argumentos teóricos en donde se llega a la conclusión de que lo mejor es llevarlas a cabo.
Enfocándonos principalmente en la reducción del salario mínimo el argumento ha sido, en pocas palabras, que un menor salario aumentaría la demanda de empleados en las empresas ya que su costo de contratación sería menor. A pesar de lo poderoso de este argumento, en economía , y en especial en la aplicación real de la economía, el resultado depende de otras variables y sobretodo de los supuestos que se realicen. En este caso particular, los economistas que usan este argumento para defender la viabilidad de la propuesta de disminuir el salario a los menores de 25, han olvidado un supuesto con el que se elabora la demanda de trabajo que es el de sustituibilidad entre el Capital (Máquinas, herramientas, tierras, etc) y el trabajo; supuesto que no se cumple en la realidad ya que en su mayoría, la producción de bienes y servicios utiliza los factores productivos de manera complementaria.
La complementariedad de los factores productivos implica en primer lugar, que la cantidad de ambos factores se utilizan siempre en una misma proporción y en segundo lugar que para aumentar la producción deban necesariamente aumentar ambos factores en la misma proporción. Un ejemplo de esto puede ser la fabricación de camisas, supongan que esta empresa tiene 4 máquinas que son usadas por 16 empleados en donde son necesarios 4 empleados para operar cada máquina. En este sentido la empresa no contratará más empleados a menos que compre una máquina adicional ya que el empleado adicional no tendría donde trabajar.
Este simple ejemplo nos permite observar algo muy particular de la demanda de trabajo: es fija en el corto plazo (es inelástica diríamos los economistas) y por lo tanto disminuciones en el salario tendrían un efecto nulo ya que las empresas no contratarían más trabajadores porque simplemente no los necesitan. Por otro lado, y llegando al centro de la discusión, si queremos aumentar de manera genuina el empleo y de manera orgánica (creado por las mismas empresas y condiciones del mercado) se deben atacar los costos que afectan la inversión de las empresas: impuestos al capital, aranceles de importación entre otros.
!Espero con gusto la crítica de mis colegas economistas!