Hace dos años en un Congreso de Psicología en Pasto Nariño (Colombia) un chileno como Eduardo y una colombiana como Carolina se encontraron para construir conocimiento disciplinar y humano desde el lugar específico y no limitado, de ser hombre y de ser mujer, de transcurrir la vida en espacios geográficos distintos, de ser psicólogos y de ser latinoamericanos. Y es que no podía ser de otra manera. Tal y como nos conocimos ha transcurrido la historia de la humanidad. Somos migrantes naturales, viajamos, llegamos, partimos y a veces permanecemos.
Venimos de historias de exilios, de colonización, de permanencia brutal o pacífica, de extinciones, de inmigraciones, de desapariciones y creaciones que nos trascienden, que están en el legado de nuestros pueblos, familias, territorios y nacionalidades. Nos configuraron las fronteras y sin embargo por este espíritu humano de migración constante, ellas no nos limitan y no lo hacen ante la inclemencia de la fuerza natural tal como lo reseñaría Tim Marshall en su libro Prisioners of Geography; tampoco nos limitan ante la crueldad de las guerras, los genocidios y las dictaduras, los poderes perpetuados y las mafias vueltas corrupción en muchos de nuestros países en la compleja Latino América.
En su libro, Mujeres mirando al sur: Poetas sudamericanas en USA, Zulema Moret da cuenta de una parte de poetas latinoamericanas residentes en Estados Unidos y relata cómo la experiencia del exilio, entendido éste como el desplazamiento del centro antropológico, hasta un espacio de intereses periféricos al que el individuo debe transformar en centro por fuerza de su circunstancia; ofrece la posibilidad de añadir al discurso propio, nuevas figuras, enunciaciones y alteridades a través del lenguaje donde las historias transformadas y renovadas plantean nuevos escenarios de esperanza creativa.
Esos escenarios creativos nos llevan a profundizar en el compromiso y reflexión que supone generar redes de trabajo y construcción de conocimiento para el desarrollo y exportación de un conocimiento social y tecnológico, que le permita a los países latinoamericanos ser los creadores de las versiones “oficiales” de su realidad social y los dueños de las riquezas de sus territorios y de las prácticas e ideas de innovación y desarrollo científico, tecnológico y cultural. Sin embargo, este reto supone, además de un profundo remezón en los sistemas educativos de muchos países de la región, alzar la mirada y apoyar el capital de personas, profesionales y grupos que emigran hacia otros continentes, potenciando las alianzas como anclajes que nos permitirían estar a la vanguardia de generación de conocimiento, desarrollo de nuevos negocios y consolidación de ideas, patentes, libros y proyectos.
Hemos encontrado que dicha consolidación de una red de miradas transnacionales implicaría las siguientes claves:
- Somos seres en Red: Latinoamérica ha de pensarse desde la multiplicidad de identidades que la conforman y de cómo ha logrado con ello, conservar prácticas ancestrales y competir a toda costa, con los mercados del norte. Requiere trazarse una red entre los pueblos nativos, los profesionales que han emigrado, las alianzas de investigación y a pesar de sus complejidades geográficas, las rutas entre sus pueblos indígenas y afro. La red como tendencia innata; la red como concepto natural, humano, físico y biológico para explicar la compleja trama de relaciones que permiten que un sistema funcione de manera interdependiente. Como lo diría William Ospina: “En el humano luchan y dialogan dos tendencias: El interminable deseo de arraigar y la insaciable necesidad de otros mundos y otros cielos”; por ello es imprescindible reflexionar en torno a los tránsitos de identidad, de relación y de historicidad en los procesos de migración de comunidades e individuos latinoamericanos que al emigrar enriquecen desde otros lugares la historia de su continente; porque la identidad no es un anclaje inamovible sino el lugar creativo, cambiante y sensible del ejercicio político, social y cultural.
- Mirada Periférica: Contar con los mejores sistemas educativos del mundo, no ha sido para países como Finlandia, Canadá o Japón, un proceso sencillo. En medio de la profunda reestructuración para la generación de políticas de Estado y de visión a largo plazo, ha habido un elemento esencial: la Mirada Periférica. Al respecto, el libro Basta de Historias de Andrés Oppenheimer inicia definiendo el concepto de paranoia constructiva como aquel elemento que caracteriza a algunos de los países más innovadores, es decir, el sentimiento de que no están haciendo lo suficiente y la necesidad constante de comparar sus logros con otros países de igual o mayor desarrollo, lo cual los lleva a buscar ser más competitivos a través de la innovación constante. Siguiendo a dicho autor, la obsesión con el pasado es la principal problemática generalizada en los países de América Latina, pues mientras otros gobiernos están preocupados por la manera de mejorar sus sistemas educativos, atraer inversiones, generar patentes tecnológicas e incrementar su presencia en mercados extranjeros, los gobiernos latinoamericanos ensalzan a los héroes del pasado y sus logros y se dedican a emular a estos líderes, cayendo, según el autor, en una «pasión necrológica que consume gran parte de sus discursos políticos y la energía de sus gobiernos«.
- Exportación de conocimiento: En una región tan compleja y diversa del continente, los profesores, estudiantes, líderes sociales, campesinos, investigadores y padres comprometidos, han generado un cúmulo de experiencias y conocimiento local, que, sumado a la riqueza mineral y natural de la región, representa un importante catalizador de experiencias para la formulación de proyectos de investigación e inversión a gran escala. Es necesario formar en las habilidades necesarias para la investigación y generación de emprendimientos, y esto supone desarrollar habilidades de análisis, reflexión, crítica y creación, además de una importante dosis de humildad para llevar a los estudiantes a asumir riesgos (y con ello, intentos fallidos) para y desde el conocimiento. Como diría Richard Sennett: “Es fundamental que aprendamos a comportarnos como extranjeros, arraigados con amor, pero con cautela en un territorio desconocido, para no incurrir en los saqueos y las depredaciones que obran los que se sienten dueños para siempre, los que presumen de una excesiva familiaridad con el mundo”.