Los últimos meses de este año 2025 serán bastante agitados políticamente, muy seguramente aumentará la confrontación entre todos los sectores y la situación de seguridad del país se deteriorará más. Todo esto suele pasar en un año preelectoral que se ha adelantado más de lo habitual y que además está sirviendo de antesala a lo que serán las elecciones legislativas (Cámara y Senado) que se llevarán a cabo el 8 de marzo de 2026 y las presidenciales en mayo y junio del mismo año.
Sin embargo, ante este panorama la pregunta recurrente es ¿Los políticos que ganarán serán los mismos de siempre? Los que llegan con maquinarias, compran votos, cartelizan la política y ven este ejercicio como una herramienta para imponer sus caprichos personales y los de su grupito de amigos.
Esta forma de hacer política cada día se está deteriorando más. Lo que la gente y los liderazgos expresan; es que hay un desgaste, una desesperanza y muchas desilusiones con los políticos tradicionales de siempre. El indicador común es que hay una profunda desconfianza hacia los políticos y sus formas, muy pocas personas confían en sus iniciativas o propuestas -cuando escasamente las hay-.
De tal modo, habrá dos grandes tareas de cara a los próximos meses electorales. La primera es entender la importancia de participar en las elecciones al Congreso de la República, esta institución es fundamental para el desarrollo del país y las reformas sociales, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos padeciendo las decisiones que toman los congresistas en Colombia. Será clave motivar muchísimo más la participación de la ciudadanía en este proceso de elección de senadores y representantes a la Cámara.
La segunda será invitar a la gente a exigirle mucho a los candidatos/as al Congreso. Que demuestren capacidades, conocimiento, propuestas y sobre todo que tengan una hoja de vida pública transparente sin investigaciones y corruptelas. También deberá ser sinónimo de desconfianza los candidatos que lleguen deslumbrando con grandes eventos y fiestas, ofreciendo regalos, anchetas y dinero. Porque tengan la plena seguridad que ese tipo de políticos no trabajarán por la comunidad, y cuando lleguen al poder se desaparecen y no buscarán solucionar los problemas públicos del país.
Recuperar la confianza en los políticos es el primer paso para reconstruir el quehacer de la política decente en nuestro país. Quienes se postulen para cargos de elección popular de cara al 2026 tendrán un gran reto en este sentido. Si la forma de hacer política persiste en darle credibilidad y reverencia a los apostadores que compran liderazgos y votos, moralmente no tendremos las capacidades de renovar el Congreso de la República.
El 8 de marzo del próximo año evaluaremos si la calidad moral de la política y los congresistas del país mejoró o si la sociedad continuará cayendo en la lógica de dejarse comprar y recibir migajas de las maquinarias políticas de siempre, entregando el país y el futuro de sus hijos a politiqueros sin escrúpulos.
Ojalá comencemos a recuperar la confianza en los políticos y cualifiquemos el Congreso de la República de Colombia.
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