“A fuerza de difundir y repetir mentiras se va instalando en la sociedad relatos que van desdibujando la realidad, la cual queda atrapada en el campo de las percepciones. Las cosas dejan de ser lo que son para convertirse en una interpretación fundada en el error”.
El recién elegido presidente de la Corte Constitucional Dr. Jose Fernando Reyes hizo un llamado urgente a los colombianos: “debemos reconciliarnos con la verdad”. Efectivamente, hay un divorcio. El esfuerzo que implica la búsqueda de la verdad no es algo que estén dispuestos ha realizar quienes se mueven con el afán de confundir y de construir una realidad aparente. En la actualidad, la verdad es sacrificada en favor de intereses mezquinos, viscerales y egoístas.
Se puede decir que uno de los mayores males que padece la sociedad moderna es el desprecio por la verdad. Del afán por salir de la oscuridad que movió a la humanidad en la civilización griega se ha decaído hasta conformarse con explicaciones subjetivas, superficiales y aparentes de la realidad de las cosas.
Es lo que vemos a diario cuando revisamos las redes sociales y en los propios medios de comunicación. Cualquiera, amparado en el derecho a la libre expresión, comparte opiniones así las mismas no tengan fundamento en la verdad de los hechos ni estén respaldados por datos, informes o evidencia científica. Se trata de opinar por opinar, o peor, de confundir y generar un mal ambiente a partir de información errónea o con motivaciones no santas. Disfrazan los rumores y decires con el manto sagrado de la verdad.
A fuerza de difundir y repetir mentiras se va instalando en la sociedad relatos que van desdibujando la realidad, la cual queda atrapada en el campo de las percepciones. Las cosas dejan de ser lo que son para convertirse en una interpretación fundada en el error. Una creencia. Y se hace frecuente sacar conclusiones con apariencia de verdad a partir de premisas falsas.
Todo derecho implica un deber y esta reciprocidad no solo se predica en el campo jurídico sino ético. Quien ejerce el derecho a opinar libremente tiene la responsabilidad ética de no mentir, de no confundir a los receptores de su opinión, de no subrogar la verdad por intereses mezquinos y personales.
El reto de todo receptor del mensaje es contrastar la información que recibe, es dejar la actitud pasiva e ingenua y hacer un esfuerzo por indagar, establecer filtros y depurar del mensaje todo lo falso para que aflore la verdad. Solo así podremos aspirar algún día romper las cadenas de la ignorancia y salir de la caverna.
A propósito de sus últimas columnas para mostrarse incorruptible…la verdad debe buscarse en todos los ángulos, cuestionar y analizar a cada sujeto; incluso aún, si el sujeto difamador es parte esencial de su circulo personal. Usted dijo en sus redes que yo robaba y estafaba con información, por el hecho de exponer a su hermana que ha difamado a diestra y siniestra a varias personas y solo yo me he atrevido a investigar y a exponerla. Pues bien, es eso muestra de que sus columnas contradicen su hacer.
Ejemplos…
https://www.youtube.com/watch?v=VOMqoWg5MvA