Ya estamos a muy pocos días de la crucial elección del nuevo Congreso que se realizará el 13 de marzo. Por demás, los colombianos en el exterior podrán votar entre el 7 y el 13 de marzo.
Recordemos que el Congreso está conformado por el Senado y la Cámara de Representantes. En esta ocasión se integrará por 295 congresistas, de los cuales 108 serán senadores y 187 representantes. El período de los congresistas es de cuatro años, que se inicia el 20 de julio siguiente a la elección.
Las funciones del Congreso, que ponen de manifiesto la importancia de esta corporación y de su elección, las podemos agrupar o resumir en cuatro:
reformar la constitución,
hacer las leyes,
ejercer control político sobre el gobierno,
elegir y juzgar a los altos dignatarios del Estado.
Para ejercer el derecho y cumplir la responsabilidad de elegir el Congreso, contamos con un muy nutrido grupo de candidatos, de las más diversas corrientes políticas e ideológicas. La Registraduría informó que quedaron inscritos 2.835 candidatos.
Ante tan gran abanico de posibilidades se impone hacer una profunda reflexión.
Contamos con candidatos que creen en Dios y han defendido y defienden la vida y la familia, y candidatos que no.
Existen candidatos cuyas convicciones son las libertades individuales, la democracia, la autoridad, la ley; y candidatos que no.
Algunos candidatos han sido y son decentes, siempre han creído que el esfuerzo constante y el trabajo disciplinado son la única ruta para conseguir su sustento y superarse; y otros candidatos han sido y son como las plantas parásitas que se aprovechan del esfuerzo que realizan otras plantas para obtener alimento y sobrevivir.
Por fortuna encontramos candidatos que la mayor parte de su camino al éxito ha pasado por kilómetros de servicio a los demás; pero duele encontrar candidatos que consideran que ser servidor público consiste en que ellos se sirvan de los demás.
Vemos candidatos que su objetivo es el bien común, otros prefieren sus objetivos personales.
Hay candidatos que serían primíparos en el cargo al que aspiran y para ello cuentan con amplia experiencia profesional en el sector privado, estando dispuestos a poner su capacidad de trabajo al servicio de Colombia, y otros que son repitentes y eternos vividores de la política.
Unos candidatos infunden optimismo, positivismo, visión de un futuro mejor con oportunidades para todos, y otros candidatos quieren implantar en Colombia modelos sociales y de Estado que en otras naciones solo han producido hambre, destrucción, frustración, éxodo.
Observamos candidatos que van con sus ideas y propuestas, y otros candidatos que hacen amañadas alianzas variopintas con todo tipo de personajes, desprovistas de piso programático.
Tenemos candidatos que guardan coherencia entre lo que ahora dicen o pregonan y lo que han hecho en toda su vida, y otros candidatos que pretenden ocultar o disfrazar su pasado y han alterado la fachada de su discurso para capturar votos. Capacho no es mazorca dice el adagio popular. No comamos cuento, no nos dejemos engañar.
Colombianos: ¿Quiénes somos más?
¿Los que si creemos en Dios y defendemos la vida, la familia y las libertades, o los que no?
¿Los que si creemos en la coherencia, la decencia, el esfuerzo constante, el trabajo, la autoridad, la ley, la democracia, o los que no?
Hagámonos notar los que sí.
No perdamos la gran oportunidad que tenemos de elegir congresistas que si representen nuestros valores, principios y convicciones.
Nos enfrentamos a una peligrosa alternativa entre la democracia y la desgracia.
Algunos colombianos, hartos de la situación, quizás piensen en un voto protesta. Mucho cuidado con eso, lo que está en juego no es poco, es posible que después no puedan volver a protestar nunca.
Vota el 13 de marzo. Que tu voto sea un voto informado, un voto responsable, un voto consciente.
Si te compran tu voto, les vendes tu futuro. Piénsalo
Si además tienes la inmensa responsabilidad de ser jurado de votación, no permitas ni te prestes para el fraude. Quienes hacen fraude para quedar elegidos después te defraudarán. Piénsalo.
El 13 de marzo tenemos que ganar el primer tiempo del partido de la democracia. El segundo tiempo serán las elecciones a la Presidencia. Remontar el resultado no sería fácil.
Pensemos en nuestro futuro, nuestras libertades, nuestra familia.
Un voto si cuenta.
¡Tu voto marcará la diferencia!
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