“En Colombia no gobierna la voluntad popular sino la voluntad ideológica del presidente. Con dos años en el poder los indicadores económicos, sociales, políticos, de salud, educación, seguridad, justicia, entre otros, son todos negativos. En vez de avanzar se ha retrocedido.”
El país se encuentra en un estado de incertidumbre, zozobra y resignación. No todos los colombianos tienen la posibilidad siquiera lejana de poder mejorar su vida en otro lugar, viven en la Colombia de Petro porque no pueden hacer otra cosa.
Si los políticos en verdad les interesara el bienestar de las personas como tanto lo pregonan en campaña y ante los medios de comunicación, el país de seguro, no estaría viviendo tiempos tan difíciles como los actuales.
Los individuos sienten lo que significa no tener trabajo porque no hay empresas porque la inversión ha caído – o la han ahuyentado – y por lo tanto no perciben ingresos, pero hay una cosa peor, que lo buscan pero no lo encuentran, luego el desespero se vuelve una constante en la vida de esos colombianos.
Sentimos miedo porque hay inseguridad. En las calles y caminos de Colombia, los reyes son los delincuentes, los bandidos y los esclavos son los ciudadanos que madrugan todos los días con la fe puesta en que lograrán sus objetivos trabajando, estudiando y luchando pero no matando, extorsionando o robando.
Es política de gobierno que se premie al que hace mal las cosas pero que se castigue el que las hace bien. En el país en que vivimos los que progresan son los bandidos y los que retroceden y viven mal son las personas decentes. Qué daño tan grande le está haciendo el gobierno Petro a esta generación y a las futuras.
Si no hay trabajo no hay ingresos y si no hay ingresos no podemos comer, vestirnos, ahorrar y progresar, luego sin trabajo todo en adelante estará mal. Puede haber cifras que digan que todo va bien o que se está haciendo “todo lo posible” para que las cosas sucedan, pero la realidad es muy distinta a los datos. Hay que sentir y hasta vivir el día a día de los colombianos. Esto nunca lo entendió Petro, no lo entiende y ni lo entenderá.
No hablo desde esta tribuna por odio visceral o por tener algo en qué escribir sino porque mi país está viviendo dificultades y desde el gobierno los acentúan y crean más y esto hace que los colombianos vivan en la incertidumbre y con rabia.
Es a través de las palabras que las personas del común tienen la oportunidad de denunciar las cosas, de hacerse sentir, sacar sus rabias y decir que el gobierno lo está haciendo mal y que por la incompetencia y por la intervención de los políticos las cosas no están funcionando y es deber de los medios de comunicación abrirles las puertas y también hacerle seguimiento critico al gobierno.
Estamos en el 50% de este de gobierno que prometió el cambio en todo lo malo que se venia haciendo, es decir, un cambio para que se acabara la corrupción, la inseguridad, el derroche y quizá la manera de ver el mundo como si fuera una cuadricula, sin embargo, todo lo que se hacia antes, hoy permanece y se ha radicalizado. Los únicos que pierden son los individuos, los políticos siempre tendrán su salario mensual.
Tengo fe, como la mayoría de los colombianos la tienen, que en dos años tendremos un gobierno que no se preocupe por su ideología sino por quitar del ambiente social tanto odio, sectarismo, discriminación, lucha de clases, envidia y resentimiento que, básicamente, es lo que significa la ideología de Gustavo Petro.
Somos un país que aunque gobernado por un grupúsculo de incompetentes, respetamos las buenas formas, y no queremos que se derroque o se defenestre al actual gobierno. Queremos, más bien, que en los dos años que le restan, dirija el barco hacia aguas tranquilas y seguras para que los colombianos no sufran por culpa de decisiones basadas en ideologías malvadas.
Y, un mensaje corto al presidente Petro: presidente, usted no gobierna su casa, usted fue elegido para gobernar una nación que quiere trabajar y no pelearse por lo que usted cree que debe ser el mundo. Colombia quiere progresar a pesar de políticos como usted.
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