“La agenda reformista del presidente Gustavo Petro quedó rezagada en el anterior periodo legislativo por un fenómeno político conocido como la parálisis del Congreso. El panorama para este año marca una tendencia más positiva, pero el costo para buscar la aprobación de estas reformas será bastante alto. La pregunta que queda en el aire es, ¿Está dispuesto el gobierno a asumir este costo y ceder ampliamente con los sectores de la oposición?”.
La suerte de las reformas sociales está en manos del Congreso de la República, quien atraviesa una especie de parálisis política que tiene estancada la aprobación y el debate de distintas iniciativas legislativas. Este fenómeno es el que hoy agudiza el rumbo de las reformas, sumado a otros factores como la falta de consensos con los sectores de la oposición y la estabilidad del sistema fiscal.
El politólogo Fukuyama describe este acontecimiento como una “vetocracia”, que se presenta cuando existe una serie de actores o agentes que impiden, dilatan y dificultan la toma de decisiones en una instancia de poder. Esto se traduce en que tenemos un Congreso fragmentado en el que no se aprueban las reformas, ni mucho menos las contrarreformas, se levantan las sesiones y no existe el quorum suficiente para las deliberaciones.
Este quebranto refleja la incapacidad del Gobierno Nacional en generar consensos con los sectores de la oposición, y así poder llegar a acuerdos que permitan buscar puntos intermedios en la discusión. A pesar de todo, se ha notado más flexibilidad en los puntos más controversiales de las reformas (al menos en el caso de la laboral y de salud); y de seguro, la misma experiencia le demostró al presidente y a su bancada que no pueden ir de frente contra una oposición que no da el brazo a torcer. Hay un interés profundo en sacar adelante esta agenda, y Gustavo Petro es consciente que debe duplicar los esfuerzos y alinear los intereses de su partido para que sean capaces de materializar los acuerdos que sean necesarios.
Desde las voces más fuertes de la oposición se alza la preocupación sobre la financiación de las reformas, la viabilidad fiscal, los efectos macroeconómicos y el duro golpe que acarrea para las MiPymes. Lo cierto es que no podemos desconocer que las modificaciones estructurales a los sistemas de salud, pensión y a la Ley laboral, plantearán nuevos retos económicos, políticos y empresariales que no ha experimentado el país con total agudeza.
Aun así, la preocupación sigue presente, al menos en la reforma a la salud que demandará mayores costos y fuentes de financiación. Y más allá de las declaraciones del ministro de salud que propone una nueva reforma tributaria para cubrir estos rubros, y de las mismas contradicciones al interior del gobierno; se debe actuar con responsabilidad fiscal, porque estamos ad-portas de un marco de políticas de reactivación económica, que implica ser más estrictos con la ejecución del gasto público y en la redirección de recursos de forma estratégica.
El 2024 será un año clave para definir el futuro de las “reformas sociales” y en la arena política se medirá la capacidad del presidente y su bancada para articular los diálogos con los empresarios, los gremios, la oposición y los distintos sectores sociales; en un escenario que vaticina un panorama más favorable que el del 2023. Sin embargo, las condiciones deben ser dadas y en los consensos radica el éxito de las reformas, porque de lo contrario, nos enfrentaremos al otro extremo de la cara: las contrarreformas, que no propone nada nuevo a lo ya establecido décadas anteriores, y no es que sea malo, simplemente no es novedoso.
No se trata de arrasar con lo ya instituido, porque el aparato estatal es una construcción colectiva encabezada por unas figuras representativas emanadas de un mandato popular. Los intereses ideológicos, políticos y económicos deberían reducirse, cuando lo que está en juego es la estabilidad misma del Estado y sus ciudadanos. Por ello, es necesario transformar todo aquello que no funcione, pero también fortalecer aquello que no marcha de buena manera; en otras palabras, es necesario construir sobre lo construido.
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