Ante el resultado de las elecciones del pasado 17 de Junio, el asombro estuvo direccionado hacia la cantidad de votantes de estas elecciones -un 52% del censo electoral – quienes cumplieron su cita de derecho y deber con el país, para elegir a quien encabezará la rama ejecutiva desde el 7 de agosto de 2018 hasta el 7 de agosto de 2022 -si no resulta reelegido-.
Las opiniones y sensaciones dividieron al país en dos, tal como se esperaba luego de los intensos meses de debate político en la sociedad; por un lado, los 10 millones de votantes que apoyan a Iván Duque, el presidente electo más joven que ha tenido Colombia; y los ocho millones que apoyan al actual senador electo y cabeza de la oposición llamada ‘Resistencia Colombia’ Gustavo Petro.
Sin duda alguna, es la primera vez que un candidato con ideología progresista ha obtenido una gran cantidad de votantes y lograr un impacto casi comparable con los hoy ausentes Gaitán y Galán.
Luego de esta decisión, en Colombia se perdió una nueva vía y se mantuvo otra.
Se aplaza la oportunidad de darle más productividad a la agroindustria y de este modo generar empleos basados en la producción de alimentos que comúnmente son importados; la educación aplaza su universalidad para mantenerse en el negocio al que no todos pueden ingresar; el petróleo sigue imponiéndose como la base de la economía colombiana y con el se avecina el peligro del fracking, asunto por el que en estos días los habitantes de Boyacá protestan; la salud sigue siendo objeto de negocio gracias a una ley 100 mal ejecutada que ‘amarra’ al médico y perjudica al paciente y vemos casos como el del niño que le pide a su mamá morir porque no soporta el dolor en su pierna que debe ser intervenida quirúrgicamente con urgencia por parte de un ortopedista que su EPS aún no autoriza.
Además, esperamos que el presidente electo ayude a mejorar el sistema de salud que tanto nos aqueja, que no olvide la educación ni el medio ambiente, pero sobre todo que no le de la espalda a la paz, porque aunque le baje el impuesto a las empresas y genere unos tantos empleos, sin paz el campesinado vuelve a estar desplazado, vuelve a sufrir los estragos de la guerra y retrocedemos 50 años en los que nos hemos dado cuenta que con las balas no se consigue la paz.
Para terminar, mi deseo para el país es que comencemos a construir sociedad desde los hogares y que no nos pase como al colombiano que hizo que las japonesas se insultaran, o que creamos que la Unión Soviética aún existe como la Cabal quien hoy entre otras cosas, esta siendo investigada por compra de votos. Seamos como aquellos que tienen la cultura para recoger basura con los japoneses en los estadios, o demuestran su grandeza en concursos de matemáticas o investigaciones científicas, demostremos que somos excelentes seres humanos y que no se les olvide este 26 de agosto marcar siete veces SÍ en la consulta Anticorrupción.